Los operarios tapian los huecos de las ventanas de los bajos en el patio del antiguo cuartel de Puente Colgante que da a al paseo del Cid.

Comienza el tapiado del cuartel de Puente Colgante pese a que aún está habitado

La Junta, propietaria del edificio, cumple ahora la orden municipal de octubre de 2013 de retirar las contraventanas que dan a la calle

J. Sanz

Jueves, 15 de enero 2015, 19:35

Los vecinos de la antigua casa cuartel de la calle Puente Colgante, que en abril del año pasado perdió el apellido al trasladarse el puesto de la Guardia Civil a Zaratán, reclamaron durante años la reforma del veterano bloque de viviendas, construido en 1949 y propiedad de la Junta, que fue declarado en ruina económica por el Ayuntamiento el 31 de octubre. Pues bien, los operarios contratados por la administración autonómica realizaron ayer la primera intervención en el inmueble para tapiar los bajos deshabitados, retirar las maltrechas contraventanas y asegurar la cornisa de ladrillo del tejado. Y todo ello cuando aún residen en su interior tres familias, y dos más que no han entregado las llaves, además de que aún está pendiente de resolver el recurso contra la resolución municipal.

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Lo sorprendente del inicio de los trabajos es que llegan un año y tres meses después de que el propio Ayuntamiento, cuando el cuartel aún estaba en pleno funcionamiento, ordenara precisamente a la Junta que retirara las contraventanas de madera y los canalones que corrían el riesgo de caer a la vía pública. La reclamación, que nunca se cumplió, volvió a retirase en la resolución que declaraba la ruina en octubre y que obligaba también a los dueños a «adoptar las medidas necesarias para evitar una ocupación no reglada de las viviendas (64 en total)» que progresivamente han ido abandonando sus inquilinos desde que la propia Guardia Civil ordenara en febrero por primera vez el desalojo de la casa cuartel la orden se retiró en los meses siguientes.

El caso es que a día de hoy, y cuando cinco familias aún no han entregado las llaves de otras tantas viviendas repartidas en tres de los ocho portales, los trabajos de desguace y tapiado del inmueble ya están en marcha a pesar de que el recurso contra la resolución municipal sigue aún en fase de tramitación y la respuesta puede dilatarse hasta fin de mes.

Pendientes aún del recurso

«Nadie ha contestado al recurso que interpusieron cuatro de las cinco familias en diciembre» y, además, contra la resolución aún podrían acudir a la vía del contencioso, lo que prolongaría aún más el desalojo definitivo del inmueble, según informaron fuentes jurídicas del proceso.

Pero el desalojo parece imparable después de que los propietarios del edificio cortaran la luz de cinco portales, dejaran sin televisión a los inquilinos e, incluso, retiraran las cámaras de vigilancia del perímetro exterior de un edificio en el que, pese a haber perdido la condición de cuartel, aún viven en su interior familias y agentes de la Benemérita.

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Aquella primera operación, que bien podría calificarse como propia de un ejercicio típico de presión inmobiliaria, estuvo acompañada en diciembre por la retirada de los tejadillos de la zona de aparcamiento del patio central que da al paseo del Cid. Ayer mismo, y como continuación, llegaron los operarios para retirar las contraventanas que dan tanto al interior como al exterior por las calles Puente Colgante y Juan Sebastián Elcano y la avenida de los Reyes Católicos. Eso además de comenzar a tapiar los bajos del patio para evitar la entrada de indigentes y de retirar los ladrillos que corrían el riesgo de desprenderse solo el riesgo, porque hasta la fecha no se había caído ni una china de la fachada de la cornisa de la cubierta.

Como un queso gruyère

Así que en estas condiciones, y con un edificio casi al fresco sin ventanas, viven a día de hoy los últimos inquilinos de la antigua casa cuartel, cuyo destino es la rehabilitación forzosa por parte de la Consejería de Fomento su titular para destinar sus 64 pisos a viviendas protegida. La intervención, que viene a ser la misma que solicitaron durante lustros los agentes, y que la propia Junta declinó ejecutar por su elevado coste, costará un mínimo de 3,1 millones de euros. El proyecto, además, debe estar concluido antes del próximo verano.

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«Nos están comiendo las humedades y aquí ya no hay quien viva», reconocen abiertamente los últimos residentes. El motivo, al margen del evidente abandono del bloque, se encuentra en que la mayoría de los inquilinos que desalojaron sus viviendas el año pasado se llevaron literalmente los marcos de las ventanas. Así que al retirarse ahora las contraventanas de madera, la antigua casa cuartel parece un queso gruyère repleto de agujeros.

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