El bolardo de la Plaza Mayor

El bolardo 'asesino' pierde su apellido con solo dos golpes menores este año

Absuelto por los jueces, el temor a su respuesta rebaja las infracciones en el acceso al subterráneo de la Plaza Mayor

J. Asua

Domingo, 9 de noviembre 2014, 13:04

Primero fue absuelto por los tribunales y parece que ya está reinsertado casi de manera definitiva. El que durante más de dos años fue considerado el enemigo público número uno de los conductores vallisoletanos ha perdido en este 2014 su condición de asesino. El bolardo que controla el acceso al aparcamiento de la Plaza Mayor, en la calle Manzana, hace vida normal, aunque todavía algunos le sigan mirando de reojo. De hecho, hay muchos automovilistas que optan por aparcar sus vehículos en otros subterráneos del centro para no verse las caras con él. Sin embargo, los datos aportados por el Ayuntamiento avalan la notable mejoría en el comportamiento de este pivote, protagonista del mandato municipal en materia de tráfico hasta el punto de haber sido tema de debate en varios plenos del Consistorio.

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El dispositivo podría cerrar este 2014 con solo dos «incidentes menores» toquen madera, lo que supone una mejora respecto a 2013 tres encontronazos con vehículos y un avance realmente significativo con respecto al periodo de su estreno. Desde que inició su trabajo, en octubre de 2010, y hasta finales de 2012 este sistema destrozó los bajos de 34 vehículos, una cifra de víctimas exagerada, que llevó a la oposición a pedir su destitución por violento y al alcalde a pensarse si lo retiraba de manera definitiva. La alternativa a su desaparición eran 200 euros de multa y la retirada de cuatro puntos en el carné, la sanción prevista por no respetar las indicaciones semafóricas.

Pero no fue así. La Concejalía de Seguridad y Vialidad siempre confió en él. Es verdad que se le sometió a un seguimiento estrecho con la colocación de una cámara para vigilar su conducta, pero en el departamento que gestiona Manuel Sánchez sabían que no era el culpable, aunque su respuesta a la infracción fuera algo excesiva. «En los 39 incidentes registrados desde que se puso en marcha se ha podido comprobar que han sido los conductores los que se saltaron el semáforo en rojo», explican en el Ayuntamiento, que llegó a preparar una sesuda estadística para demostrar su inocencia. Se conoció en octubre de 2012, cuando la revista de motor Auto Bild hizo saltar este espinoso asunto al panorama nacional. En dos años habían entrado al aparcamiento una media de 792.000 coches y solo 31 habían sufrido la ira de este pivote, lo que suponía que su presunto carácter asesino únicamente había aflorado en el 0,003% de los casos.

Hasta ahora el Consistorio ha tenido que tramitar doce reclamaciones de automovilistas por los daños provocados por esta columna de acero. Ninguna de ellas ha prosperado. De total, cuatro llegaron a los tribunales de lo contencioso. «Las dos primeras sentencias resolvieron que los afectados habían cometido una infracción al rebasar en rojo la señal luminosa y otros dos desistieron en el límite de la fecha del juicio al ser conscientes de que su demanda iba a seguir el mismo camino y, además, tendrían que pagar las costas como les sucedió a los dos primeros», explican fuentes del departamento municipal, que llegó a mantenerlo apagado durante cinco meses desde diciembre de 2012 y hasta abril de 2013 ante la alarma que generaban sus desproporcionadas respuestas a la ilegalidad y las heridas sufridas en el desarrollo de sus funciones.

En el Ayuntamiento reconocen que su constante presencia en los medios de comunicación ha servido para que la gente sea consciente de que hay que acceder a la calle Manzana con atención y sin prisas. Lo mismo que ha ocurrido con los radares fijos, que en los primeros años de su estreno se pusieron morados a multas, pero que ahora ya son vecinos conocidos, que llevan a los conductores a levantar el pie del acelerador casi de manera automática ante su presencia.

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El funcionamiento del dispositivo, instalado por la empresa Telvent, «siempre ha sido correcto», según subrayan en el Consistorio, que lo colocó para evitar que se formaran retenciones en la calle Cebadería a la espera de poder acceder al estacionamiento. Una cámara instalada en la fachada de la casa Consistorial controla el sistema. Este objetivo punta a la altura de la rampa de bajada al subterráneo. Cuando ésta rebosa coches y se detecta la presencia de una masa metálica sin moverse durante más de veinte segundos manda una señal al luminoso de Rinconada y al semáforo para que se ponga en rojo. Al de seis u ocho segundos el bolardo comienza a subir. Las espiras que lo rodean y el propio pivote cuentan también con un sistema de seguridad, que baja el cono de acero cuando hay presencia de una masa metálica.

El Ayuntamiento estudia ahora hacer algunas modificaciones en la señalización en la plaza de la Rinconada con el objetivo de que los conductores no se queden a la espera en Cebadería y circulen hasta que el acceso esté libre. El tratamiento para integrar al bolardo parece que ha dado resultado, aunque haya sido de choque.

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