patricia gonzález
Martes, 7 de octubre 2014, 12:11
medina del campo. Un ajuste de cuentas por tráfico de drogas, trata de blancas o deudas económicas. Estas son algunas de las hipótesis en las que los agentes de la Policía Nacional de Medina del Campo trabajan desde las nueve de la noche del pasado domingo, cuando dos individuos a cara descubierta irrumpieron en el club de alterne Las Vegas y descerrajaron varios disparos a poca distancia contra el propietario del local, Mariano E. G., un varón de 43 años de edad, y la joven L. M. G., de 25, que desempeñaba las funciones de camarera y era de nacionalidad rumana.
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Según fuentes de la investigación, la Policía sigue el rastro de un hombre y de una mujer como los posibles autores de los disparos, quienes huyeron en un turismo del que, al parecer, tienen la matrícula. Tanto el varón como la chica recibieron dos balazos, y el modo en que parecieron ocurrir los hechos confirma lo apuntado ayer por el subdelegado del Gobierno.«No fueron disparos indiscriminados. Fue muy rápido, no hubo conversación entre ellos y los asaltantes», explicaba JoséAntonio Martínez Bermejo.
No había clientes en el local a esas horas, algo más allá de las nueve menos cuarto de la noche. Un hombre y una mujer entraron y dispararon al dueño y a la camarera. Él recibió un tiro en el abdomen y otro en la cabeza. La mujer fue herida en un brazo y también recibió un disparo en la cabeza, según relataron fuentes policiales, que apuntan a que ambos pudieron recibir sendos tiros de gracia en la cabeza después de ser alcanzados en primer lugar.
Además, estas fuentes explican que el dueño, que poseía otro local de alterne y un bar en Arévalo, contaba con antecedentes policiales por trata de blancas y, dada la naturaleza de los hechos, podría conocer a los autores del doble asesinato, ya que «los disparos no se realizaron desde mucha distancia».
Por el momento, la jueza del Juzgado de Instrucción número 1 de Medina del Campo, Esther Gómez Alonso, ha decretado secreto de sumario sobre el caso y la Policía Judicial, además de trabajar hasta más de las cuatro de la mañana del lunes, también prosiguió las labores de recopilación de pruebas (huellas y restos biológicos) hasta entrada la tarde de ayer.
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Mariano E. G. regentaba el club de alterne Las Vegas desde hacía algo más de un año y medio, cuando decidió hacerse cargo del local, que era conocido por los medinenses como Los Negrillos (nombre procedente de los olmos que hay en la ladera próxima al club). Tras realizar un lavado de cara, pintando los escasos ocho metros de fachada en blanco y rojo y colocando lucecitas de colores, Las Vegas reabrió al público con cuatro mujeres rumanas (tres trabajadoras y una camarera) y el propietario, al que según varios vecinos de la zona era habitual ver en la puerta sentado en una silla de plástico.
El local, que no supera los 100 metros cuadrados y que en la parte trasera está construido con las cabinas de varios camiones a las que le han puesto un sobretechado de aluminio, tenía pendiente una orden de desahucio que según fuentes de los juzgados medinenses debía ejecutarse en un plazo inferior a dos semanas. Según el Ayuntamiento el establecimiento contaba con todas las licencias pertinentes para su apertura.
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Con megáfonos en el exterior
«Abría casi todos los días desde las cinco de la tarde», explican trabajadores del restaurante y hotel situado justo enfrente del club de alterne, quienes se enteraron del suceso al escuchar los megáfonos que utilizaron varios agentes de Policía Nacional que a viva voz, y según se desprende del informe que realizó la Policía Local, conminaron a quien se encontrara dentro a salir con las manos en alto. En ese momento desconocían si aún había alguien dentro del club.
Según ese primer informe realizado por la Policía Local, quien durante todo el dispositivo puesto en marcha durante la madrugada del lunes realizó labores de apoyo y control del tráfico, cerca de las nueve menos cuarto de la noche entró una llamada del 112 en la que un vecino del municipio alertaba sobre un posible tiroteo en el club.
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Tras realizar las primeras labores de contención y confirmar que el interior del local era seguro, los agentes de la Policía Nacional procedieron a acceder al club, donde además de encontrarse con los cadáveres de las dos víctimas también se toparon con una de las tres testigos. Y es que a pesar de que durante las primeras horas de la noche del domingo se pensaba que tan solo había una testigo finalmente fueron tres mujeres de nacionalidad rumana las que de alguna manera presenciaron o escucharon lo ocurrido.
«Una de ellas, al parecer, es la que habría visto a la pareja, pero se encontraba en un estado de shock total», comentaron fuentes próximas a la investigación, quienes concretaron que las otras dos mujeres consiguieron huir por la puerta lateral del establecimiento.
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Las jóvenes fueron interrogadas por la Policía Nacional en una de las salas del hotel y ante el nerviosismo de «una de ellas, la que al parecer ha visto todo y estaba muy nerviosa y venga a llorar», fueron trasladadas hasta la Comisaría, donde a primera hora de la mañana de ayer se las tomó declaración.
«Una de ellas estaba descalza», comentaban un día más tarde los camareros del hotel restaurante situado enfrente. Recuerdan que las mujeres apenas hablaban español, como podían comprobar cuando acudían al restaurante «a sacar tabaco con una nota en la que ponía lo que querían» y que les entregaran la vuelta.
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«Han matado a mi primo»
A las pocas horas del terrible suceso multitud de curiosos se agolparon en las proximidades del club, donde al parecer se encontraba una de las hijas de Mariano G. E. y un primo, quien declinó realizar declaración alguna y quien tan solo musitó entre sollozos con algún conocido: «Creo que han matado a mi primo».
Según explicó alguno de los curiosos, la familia habría comentado que «entraron a saco a matar a todo el mundo» si bien por el momento se desconocen los detalles del suceso y si pudo haber algún intercambio verbal entre los autores de los disparos y Mariano E. G. y la trabajadora. La Subdelegación de Gobierno, en principio, descarta esta posibilidad al aludir a la rapidez con la que se produjo el crimen.
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La alcaldesa de Medina reiteró ayer que «esta es una ciudad segura que tiene los índices de inseguridad por debajo de la media nacional y esto es puntual». Además, puso a disposición de las testigos del suceso los servicios municipales necesarios para intentar paliar la situación de precariedad que puedan llegar a padecer.
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