La cabo primero, Luisa De Miguel, junto a su vehículo Lince de la ONU, en el Líbano.

De los pinares de Soria a los Altos del Golán

La cabo primero De Miguel patrulla cada día en un vehículo Lince por la frontera de Israel con el Ejército libanés

Jorge Moreno

Viernes, 12 de septiembre 2014, 12:36

Entre los 400 militares de tres nacionalidades que manda el teniente coronel vallisoletano Manuel Mendoza, se encuentra la burgalesa de nacimiento, pero soriana de adopción, Luisa De Miguel Sala (1978). Esta cabo primero, que reside en San Leonardo de Yagüe (Soria) y trabaja en la Brigada de Castillejos de Zaragoza, está desplazada por seis meses en el Líbano.

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Durante las últimas semanas, Luisa se ha subido como jefa de equipo, junto a otros cuatro compañeros a un vehículo blindado Lince, que pesa más de siete toneladas . «Viajo durante cuatro horas por territorio libanés, pero sin sacar la cabeza. Solo el tirador lo hace», apostilla.

Aunque insiste en que el ataque de Israel del pasado 11 de julio no afectó a la base, ni a ninguna de las posiciones de UNIFIL, sí reconoce que vivió momentos de tensión por cuanto las sirenas de alerta se escucharon y tuvieron que meterse en uno de los 20 búnker que hay preparados en la Miguel de Cervantes.

Cuando no ha estado en la base, la cabo soriana ha ocupado una de las posiciones que sobre suelo del Líbano tiene la ONU. «Es como un pequeño cuartel donde estábamos con soldados serbios. Desde alguno de esos puntos se observa de cerca la valla que Israel tiene para evitar que entren grupos. Sus patrullas pasaban cerca a primera hora, y en ocasiones paran, nos dan los buenos días y continúan. Son muy educados y no ha habido problema alguno con ellos», dice esta militar profesional, que ha dejado a su hijo con su padre este tiempo para venir a esta misión, que está bien retribuida para la tropa. El doble de sueldo.

Después de trabajar de camarera y en fábricas de la comarca pinariega soriana, Luisa probó suerte en el Ejército. Y en Caballería está desde 1999. «No tengo familia militar, ni de la Guardia Civil. Mi vocación me viene por ser algo cabezota», ironiza, mientras suelta una carcajada.

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La cabo De Miguel, una de las dos mujeres militares que tiene San Leonardo de Yagüe, estuvo también en Bosnia y Kosovo. «Allí era peor. Es cierto que mi familia está preocupada, porque no les gusta que salga al exterior de misiones. Piensan que en el Líbano la cosa es más difícil, pero ellos saben que esto es lo que me gusta. Si yo estoy contenta, ellos también», sentencia.

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