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Jorge de la Iglesia muestra los pasaportes y las monedas coleccionadas en sus viajes.
El pucelano que suma 64 sellos en el pasaporte

El pucelano que suma 64 sellos en el pasaporte

El vallisoletano Jorge de la Iglesia ha visitado el kurdistán iraquí, una zona en guerra ante el avance de Al Qaeda

sofía fernández

Lunes, 18 de agosto 2014, 12:56

Una pasión: viajar. Un objetivo: descubrir mundo. Esa es la máxima de Jorge de la Iglesia (sus amigos le llaman Willy Fog), un vallisoletano de 34 años a quien el mundo se le queda pequeño. Ha viajado ya a 64 países y quiere más. Desde jovencito tenía curiosidad por explorar nuevos rincones. «Con siete años jugaba a aprenderme las banderas del mundo. Señalaba un mapa y les decía a mis padres: De mayor quiero ir aquí o allí», recuerda con añoranza.

Ha cambiado tres veces de pasaporte. Se le quedan pequeños enseguida. En un año hizo más de 19 viajes. Afronta las vacaciones desde una óptica diferente. Valentía añadida la de este amante de la Historia, ya que busca algo más en sus aventuras. «No quiero quedarme con las zonas turísticas. Siempre que voy a algún lugar, sea como sea, acabo callejeando en los barrios. En las zonas que no te recomiendan. Si no, no me quedaría agusto. Sería como ir a un lugar y ver lo que todo el mundo ha visto. Eso no tiene sentido».

Las zonas en conflicto le llaman especialmente la atención. Algo arriesgado si se tiene en cuenta que viaja sin más compañía que su mochila a este tipo de lugares. Su último viaje, hace quince días, ha sido la guinda del pastel a estas aventuras poco comunes. Ha visitado el kurdistán iraquí, situado en la zona norte de Irak. Estuvo alojado en Duhob porque la ciudad a la que él quería ir, Erbil, era muy poco recomendable, incluso para un intrépido viajero como él. Tampoco pudo visitar Mosul por este motivo. «Cuando pregunté por Erbil me hicieron un gesto como que me cortarían la cabeza si viajaba allí, así que decidí cambiar un poco la ruta», comenta sin mayor sobresalto De la Iglesia.

Así que, con la poca información que encontró en Internet sobre esta región, algo de inglés de supervivencia y varias palabras básicas en kurdo, inició su camino. Cogió un vuelo desde Madrid con escala en Estambul y ya en Irak se movió en coche hasta llegar a su destino. Un lugar en guerra ya que las tropas kurdas, también conocidas como peshmergas, están luchando por defender el territorio ante los ataques y el rápido avance de Al Quaeda para hacerse con la zona. «Los peshmergas son las milicias que acabaron con Hussein y los que dieron las pistas sobre el paradero de Bin Laden; por eso ahora son menos malos», comenta con sarcasmo este aventurero. El conflicto ha alcanzado tales proporciones que la aviación estadounidense ha bombardeado hace unos días las posiciones del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en las ciudades de Gwer y Majmur, ubicadas al sur de la capital kurda Erbil.

Pasó algo de miedo solo al principio, a la hora de entrar en el país por lo que había visto en las noticias, «pero cuando llegué allí estaba incluso más tranquilo que en la India, que en Palestina o en cualquier país en conflicto en los que haya estado, que han sido muchos».

Pese a esta guerra abierta, el vallisoletano reconoce: «No estaba muy nervioso, aunque a 15 kilómetros de nosotros estaba el campo de combate y estaba muriendo gente». Lo que más le ha sorprendido de su viaje es la normalidad con la que la gente de esas ciudades vive esta delicada situación. «No se para su vida. Ellos hacen vida normal, pese a lo que muestran muchas veces las cámaras de televisión». Como anécdota, al coche que esperaba delante del suyo en la frontera se subieron cuatro militares armados y con pasamontañas en una ranchera. «Tu lo ves y dices ¿qué hay ahí?, ¿me pasará algo?, pero no pasó nada», recuerda entre risas.

Este willy fog vallisoletano es rotundo a la hora de opinar sobre lo que emiten los medios de comunicación y la verdadera realidad de esas zonas en conflicto. «No, no coincide para nada. Lo que muestran se mueve más bien por intereses. Te hacen ver que todo el país está en guerra cuando realmente no es así. Te cambia entonces la percepción cuando lo conoces, porque tú te imaginas el país de una manera, llegas y es de otra totalmente diferente».

Tiene más recuerdos de su último viaje. Visitó un campo de refugiados sirio coordinado por Unicef, llamado Domis, que también recibió la visita de Pau Gasol. Un paisaje de chabolas que contrasta con los edificios situados justo detrás. Sin más acompañante que un taxista kurdo que contrató durante esos días, se adentró con facilidad en el campo. «Hay capacidad para 30.000 personas pero actualmente, según me dijeron los propios habitantes de Domis, vivían unas 300.000. Siguen haciendo su vida normal. En medio de las casas prefabricadas te puedes encontrar tiendas que venden vestidos de novia, las camisetas de los futbolistas de élite del momento, fruterías... es algo muy curioso cómo se adaptan a su situación», comenta De al Iglesia.

Si algo ha aprendido en sus más de 60 viajes es que los lugares en los que más pobreza existe es donde hay más hospitalidad. «Cuando te vas moviendo por la zona comunista ves el gran cambio que existe. Es otro mundo. En Rusia o Ucrania te invitan a su casa a dormir, a comer. Podríamos aprender todos de ellos».

Próximos planes

Cuando termina una aventura comienza a planear la siguiente. Ya está pensando en irse a Samarcanda, una región histórica donde tuvieron lugar las rutas de la seda, situada al norte de Afganistán. Su próximo objetivo también está en Turkmenistán o Tayiquistán, entre otros lugares. Su innata inquietud le ha llevado a recorrer de punta a punta Europa. Solo le queda un país por visitar: Islandia. «Cuando reúna el dinero suficiente. Es un objetivo en mi mapa personal», asegura el vallisoletano. Kosovo, Moldavia, Jordania, EE UU, India o Marruecos también forman parte de su memoria. «En mis viajes me encuentro a australianos, canadienses. Siempre son de fuera y el hecho de viajar solo en España no se lleva».

Su secreto para moverse es no contratar los viajes por agencias. Y eso que durante años director de una. «Planifico bien mis viajes y gestiono muy bien el tiempo cuando estoy allí. Aunque sean pocos días, siempre visito lo principal y lo más turístico de los lugares y, sobre todo, las zonas que no aparecen en los folletos de información. Así es como se descubren los destinos», asegura. «Lo bonito de viajar es empaparte de las costumbres, convivir como uno más y ser parte de su vida», comenta este Willy Fog vallisoletano.

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