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Antonio G. Encinas
Lunes, 9 de junio 2014, 10:26
Llegará octubre, lo que quiere decir que en Valladolid, ciudad acostumbrada a saltarse las estaciones intermedias, será invierno. Y la calefacción de distrito, ese sistema de tubos que conectará los principales edificios de la Universidad de Valladolid y unas cuantas instalaciones de la Junta y del Ayuntamiento, estará lista para empezar a reducir la factura energética de la UVA, que se eleva a 1,2 millones de euros en gas y gasóleo al año. Con esta nueva infraestructura, aseguran, se reducirá el gasto en un 40%. Y eso se añade a que su instalación se sufraga en buena parte con fondos europeos del Banco Europeo de Inversiones. Importante, si se tiene en cuenta que el presupuesto de la obra era de unos 4,7 millones de euros.
«¿A quién se le ha ocurrido empezar a hacer obras en época de exámenes?», se quejaba un alumno en Twitter hace una semana. Lo cierto es que en el plan de obra figuraba claramente que en febrero de 2014 debían comenzar a hacerse las zanjas que ocultarán los tubos por los que se repartirá el calor a los edificios universitarios. Y son unos cuantos kilómetros. Echen la cuenta. La sala de calderas se ubica en el campus Miguel Delibes, junto al recién inaugurado edificio LUCIA. Desde allí parten tres ramales: a los apartamentos estudiantiles Cardenal Mendoza; a los edificios de Ciencias, Aulario, Gimnasio de la UVA, Quifima, Centro de Transferencia Tecnológica y Facultad de Educación; y un tercer ramal enfila el resto de edificios del campus Miguel Delibes rumbo al centro de la ciudad, pasando por los edificios cercanos al cauce del Esgueva, Ingenierías, Filosofía y Letras y, ya de paso, las instalaciones deportivas de la Junta de Castilla y León (Residencia Río Esgueva, el Centro de Atletismo de Alto Rendimiento, piscinas climatizadas Río Esgueva y el pabellón polideportivo Río Esgueva).
Ahí, sin embargo, no termina la obra de canalización. Los tubos todavía tienen que llegar casi al centro de la ciudad, hasta el edificio Alfonso VIII y la Facultad de Ciencias de la Salud. En ese tramo se beneficiarán también el polideportivo Miriam Blasco, el colegio García Lorca y el Centro Cívico Esgueva, dependientes del Ayuntamiento. En total, más de 12 kilómetros de canalizaciones.
El edificio LUCIA, inaugurado meses atrás, no se conectará a esta calefacción central a pesar de que las calderas se encuentran a escasos metros. No es porque haya llegado tarde al proyecto, sino porque este edificio es un ejemplo de eficiencia energética en sí mismo y tiene su propio sistema de calefacción con biomasa. De hecho, según explicó el arquitecto responsable, Francisco Valbuena, es un edificio de los considerados como «de cero emisiones» de CO2. Eso le ha valido conseguir la certificación LEED, una de las más prestigiosas en este campo, con una puntuación por encima de 91 (que tenía el día de su inauguración a falta de confirmar varios puntos más). También ha recibido el primer premio en construcción sostenible de la Junta de Castilla y León, y el tercer premio en Arquitectura Sostenible en el Mediterráneo.
27 semanas de trabajo para hacer todas las zanjas. Desde mediados de febrero sí, en plenos exámenes, ciertamente, hasta inicios de septiembre. El plan permitirá llegar a tiempo al invierno, cumpliendo las previsiones que en su día apuntó el vicerrector de Infraestructuras y Patrimonio, Antonio Orduña, que habló de un año de obras para tener a punto la instalación. Eso fue en diciembre de 2013, el día en que se colocó la primera piedra con todo el protocolo de autoridades con traje y pala. En agosto se terminarán las zanjas. Casi al mismo tiempo, entre julio y septiembre, se realizarán las últimas labores de conexión e instalaciones eléctricas, que deberán unir las 31 salas de calderas de los edificios que se beneficiarán de esta calefacción de distrito.
En septiembre comenzarán las primeras pruebas de funcionamiento de la instalación, y en el mes de octubre, si no se produce ningún retraso, debería estar a pleno rendimiento, lista para surtir de calor y agua caliente a todas las instalaciones y, de paso, empezar a ahorrar un 40% en la factura. En el caso de la Universidad, el ahorro es de gran importancia ahora que se reduce el presupuesto mientras se prohíbe a las universidades endeudarse para acometer otras obras de infraestructuras.
La ventaja de este tipo de combustibles, además, es que Castilla y León es, ahora mismo, una pequeña potencia en la fabricación de pellets y astilla. En el año 2013 se estimaba una capacidad de producción de en torno a 190.000 toneladas anuales, lo que excede con mucho la demanda que existe dentro de la región, a pesar de que crece continuamente. Esta cifra convierte a la región en la segunda mayor productora del país.
Según la memoria presentada por los responsables del edificio LUCIA, cada tonelada de astilla de madera le costará a la Universidad de Valladolid 36 euros. «La astilla de madera tiene un poder calorífico de 3,6 kW/kg, de forma que cada kW de calor utilizado en el edificio costará aproximadamente 0,01 euros», resume el informe.
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