1.453 días después, el carril bici de Isabel La Católica empieza a decir adiós

«Queremos una movilidad de convivencia», defendió de nuevo a pie de excavadora el alcalde, Jesús Julio Carnero, que inaugura así el cumplimiento de uno de los puntos de su programa relacionados con la movilidad. Eliminó los carriles bus-taxi del centro de la ciudad, retiró el carril bici de la avenida de Gijón. Le quedan Isabel La Católica y el puente de Poniente, que se le está complicando más de lo que se preveía en un principio.

El nuevo carril bici ha comenzado a construirse por la parte más sencilla, aparentemente, la más cercana al Puente Mayor. Se han colocado las vallas metálicas que delimitan la obra, con el pie de cemento marcado de rosa fosforito para evitar tropezones de algún distraído, y una excavadora removió los primeros adoquines justo antes de que llegara la comitiva municipal con los periodistas, tras el Pleno, para dar por inaugurado el tajo. En este primer tramo, desde el Puente Mayor hasta Poniente, la zona ciclista tendrá 2,3 metros pegados a la valla que da al talud ajardinado. Es la zona peatonal, por tanto, la que cede su espacio a las bicicletas. Paralelamente se reconstruirán las escaleras de acceso a la zona de la playa desde el Puente Mayor, informa el Ayuntamiento en una nota de prensa, y se añadirá una rampa para hacer este entorno más accesible.

El segundo tramo de las obras se ocupará del espacio entre la Rosaleda y el puente de Poniente, a la altura de la entrada a las pistas de 'skate'. Discurrirá pegado a la calzada, con 2,3 metros de anchura, y para conseguir mantener los dos metros de acera se estrechará el asfalto, en este caso. Se dejarán los dos carriles en sentido centro en 3 metros justos cada uno. Es la medida mínima que exige el Plan General de Ordenación Urbana para este tipo de vías. Justo la que Adif propone utilizar en el proyecto de túnel bajo el Arco de Ladrillo y que provoca los recelos del Ayuntamiento por su estrechez, al tratarse de un paso subterráneo.

Al llegar a la entrada de las pistas el camino se internará por el parque. Peatones y ciclistas compartirán el sendero, que según el proyecto se elevará para nivelarlo en su último tramo y rebajar la pendiente final hasta el 2%, aproximadamente. Al igual que en el Puente Mayor, se aprovecharán las obras para adecuar las escaleras de entrada a la zona y ubicar una rampa que mejore su accesibilidad.

El coste final de la obra será 810.00 euros, lo que la oposición ha considerado un «derroche» porque estima que no es precisa. Aquí Jesús Julio Carnero trata de darle la vuelta a la calculadora. La «idea descabellada del Gobierno de Óscar Puente», el «despropósito», la «actuación que hizo que esto fuera caótico», costó 250.000 euros. Y ahí ve el actual alcalde «el despilfarro». Porque se invirtieron, a su juicio, en una obra que atenta contra «lo que ha sido siempre el Paseo de Isabel la Católica». E insiste en que este cambio del cambio busca simplemente mejorar la movilidad, «sin prescindir de la posible utilización de la bicicleta que irá por el interior a lo largo de este kilómetro y cien metros».

«Para mí es un día de una satisfacción plena, acabamos con un despropósito», concluyó. En el PSOE y en VTLP, quienes aprobaron el carril bici como está actualmente -y como seguirá al menos hasta mayo del año próximo, cuando acaben las obras del nuevo-, piensan lo contrario. «Es una aberración», lo calificó Pedro Herrero (PSOE). Y echó cuentas: 1.600 ciclistas y usuarios de patinete pasan por ese carril bici a diario, «unos 340.000 usuarios en lo que va de año».