l. lavado, m. gil y s. quintana
Jueves, 31 de octubre 2019, 11:53
«Están superagotados. Tenemos más pedidos de los que nos llegan y nos vemos mal para dar respuesta a toda la demanda». Así lo explica Benjamín González, propietario del 'sex shop' vallisoletano 42 Avenue. En su tienda erótica dispone de succionadores de clítoris desde ya ... un par de años, pero asegura que ahora está asistiendo a un auténtico 'boom'. «Han bajado el precio y han reventado el mercado». «El más vendido es el Satisfyer Pro 2, que cuesta 39,95 euros, pero los hay desde 19,95 euros», señala el propietario de 42 Avenue. «Es un juguete impresionante. El mejor invento para la mujer con diferencia. Se alcanza el orgasmo en menos de un minuto. Es un orgasmo muy rápido y además es muy fuerte», apunta Benjamín González, cuyas clientas lo utilizan desde hace años.
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«La mayoría viene a comprarlo porque tiene una amiga que le ha dicho que es muy bueno. Quien lo prueba, ya no cambia de juguete. Es adictivo», apostilla este empresario. Las ventas avalan sus palabras. ¿Pero es tan maravilloso como lo pintan? «Sin duda. Excepcional». Pero todo tiene un pero. «Para parejas yo no lo recomiendo nunca porque el orgasmo que se consigue con el succionador de clítoris no se va a conseguir nunca con la pareja. La eficacia es bestial. Es demasiado eficaz. ¿Para usarlo de vez en cuando? Vale. Pero si luego quieres buscar un orgasmo tan rápido y tan fuerte con una pareja... Imposible», señala Benjamín González.
El succionador de clítoris ha revolucionado la masturbación femenina. Pero, ¿por qué ha provocado un auténtico huracán? Su éxito radica en que es más o menos económico, resulta manejable y discreto (no tiene forma de pene y se carga a través del USB), y, sobre todo, se presenta como una herramienta eficaz y rápida para llegar al orgasmo en una sociedad acelerada. El 83% de las personas que lo han utilizado alcanzan el clímax en menos de dos minutos, según un estudio realizado por Platanomelón, la tienda erótica digital más popular de España. «En un minuto vi el cielo, y lo cronometré porque le había puesto un WhatsApp a mi amiga avisándole de que lo iba a probar», explicó en sus redes sociales la sexóloga, presentadora y locutora de radio Daniela Blume.
El verdadero avance del succionador de clítoris no es su capacidad para proporcionar placer en tiempo récord, sino visibilizar que para llegar al orgasmo no es necesaria la penetración. De hecho, para muchas mujeres no es suficiente con la penetración, así que buscar una postura en la que poder estimular el clítoris, ya sea manualmente, o con el uso del famoso succionador, puede ser una gran idea.
Este juguete sexual promete orgasmos en menos de dos minutos. ¡Con lo divertido que es el camino hacia él! Se maneja con la mano y a través de una suave boquilla ergonómica ofrece una succión -entendida como una pulsación- que también acaricia la cabeza visible del clítoris. Combina succión con vibración y permite regular hasta 11 velocidades. A mayor velocidad, mayor rapidez para alcanzar el orgasmo. Y claro que funciona, cómo no, si succionamos cualquier parte de nuestro cuerpo lo que ocurre fisiológicamente es que a esa zona le llega mucha sangre, más de la que llegaría sin succionar. ¿Y qué pasa si hay sangre, mucha sangre? Pues que se siente más y al sentir más se llega más fácilmente al orgasmo.
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La succión siempre ha sido motivo de placer. Ya desde el vientre materno podemos observar con nuestras ecografías 3D, 4D… como el feto se chupa los dedos o la mano. Nacemos y 'nos enchufan' el pecho materno, con suerte, y sino a la tetina del biberón, que como es nuestra primera experiencia de succión nos sabe igual de rico. Pero la succión no se queda ahí, porque en el futuro marcará nuestra vida. Dejamos la teta, el biberón y/o el chupete y en unos años, cada vez menos años, desgraciadamente, pasamos a fumar. ¡La cosa es seguir succionando! Esta experiencia evoca aquellos momentos placenteros de seguridad y nos acerca a esas primeras experiencias con nuestra madre, donde todas nuestras necesidades estaban más que cubiertas.
Con el tiempo pasamos a otro tipo de succión, más erótica o quizás, por hablar con propiedad, a una erótica más explícita. Y chupamos y succionamos los genitales de nuestras parejas sexuales y hacemos porque nos chupen y succionen los nuestros. Succionar y ser succionados. Casi en un delirio de integración corporal. Y si a esto le sumamos la tecnología… bufff esto aumenta los matices, tanto los aumenta que cualquier parecido con la realidad es mera ficción.
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Y llegamos con toda esta divagación al hoy, donde nos encontramos leyendo cosas como: «¡Qué guay alcanzar el orgasmo en dos minutos! ¡Qué gozada que sin tocarnos lleguemos a un espectacular orgasmo!» Así publicitan, los interesados, el succionador de clítoris, que se ha convertido en la nueva joya de la corona del autoplacer femenino. ¿Pero qué vemos de guay y de gozada en llegar tan rápido al orgasmo? ¿Dónde queda la excitación, el juego, la integración, la evocación de la no separación entre tú y yo en nuestra succión erótica? ¿Dónde nos fusionamos, donde dejamos de ser dos para ser solo uno? ¿No jugamos a ser autosuficientes con tanto aparato? ¿No reflejamos el miedo que nos da depender del otro, por si el otro no está o deja de estar?
Que sí, que ya sabemos, todo ayuda en su justa medida. ¿Pero y si la medida no es tan justa? ¿Y si vamos caminando de forma inexorable hacia la autosatisfacción sexual? Avanzamos a pasos agigantados hacia una peligrosa vía que nos lleva a no necesitar o desear al otro. Como si no fuera una gozada que te toquen, chupen, que te metan los dedos y hacer un sinfín de cochinadas súper asquerosamente deliciosas. ¿No será que cada día nos da más miedo la intimidad? ¿No será que cada día vamos más deprisa por la vida y si puedo 'llegar' en dos minutos mejor que en diez porque a lo mejor no saco tiempo? Necesitamos corrernos muy rápido porque nuestro ajetreo diario no nos permite recrearnos ni regodearnos en nada. ¡Dos minutos de placer y ya estamos listas para la siguiente tarea!
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Si a esto le sumamos que vivimos en una sociedad de consumo, ¿por qué no consumir orgasmos? ¡Cuantos más... mejor! Si tengo tres o cuatro mejor que dos, nos mareamos solo de pensar en números y no en calidad, calidad de sentir, calidad de calidez en el orgasmo, calidad en el relacionarnos con nuestro cuerpo, calidad en la caricia, calidad en el encuentro, da igual si es con nosotras mismas o si es en pareja.
Pero lo que nos alarma, lo que nos da miedo en realidad, no es el juguete en sí mismo, que a algunas chicas les puede ayudar mucho si es bien usado, como todo en la vida. Y que a otras nos ha gustado dentro de un contexto de juego y no usado él solo. Lo que nos llama la atención y nos aterroriza es cómo nos lo venden: que nos digan que gracias a él no hace falta tocarnos con nuestras propias manos y que con dos minutos basta para alcanzar el clímax.
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Conviene recordar que los succionadores masculinos ya existían y siguen existiendo para favorecer la erección y la sensibilidad. Lo que han hecho en este caso es pura adaptación del método, succionar el clítoris para irrigarlo de sangre y, por lo tanto, que este más sensible y más susceptible de llegar al orgasmo.
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