![De cuando el estrabismo se consideraba sexy](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202001/23/media/cortadas/venusbizca-k0IH-U901313602100Ha-1968x1216@El%20Norte.jpg)
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El estrabismo es la incapacidad de los dos ojos de una persona para coordinarse: uno mira hacia un lado y el segundo hacia otra parte distinta. Hoy en día se entiende que supone un defecto de vista indeseado y a corregir por oftalmólogos. Sin embargo, más allá de los efectos perniciosos sobre la salud, ser bizco puede ocasionar complejos estéticos a día de hoy. No obstante, las cambiantes modas de la historia no siempre lo juzgaron así. El escritor Marco Terencio Varrón ya atribuía en el siglo I a.C. esta cualidad a Venus, y los mayas provocaban que los ojos de los niños bizquearan por considerarlo símbolo de belleza y clase.
Los nobles de algunas culturas precolombinas consideraban que ser estrábico era símbolo de distinción y alcurnia, de modo que no solo la valoraban, sino que la inducían. El método pasaba por colgar del flequillo de sus hijos una pequeña bolsita de resina que cayera sobre la frente, en la línea de la nariz, de modo que los niños tuvieran que mirar a un punto entre ambos ojos a menudo y se les desviara la mirada.
La diosa romana del amor y la belleza, por otra parte, heredera de la griega Afrodita, también podría haber encarnado este defecto sin complejos. Ejemplo de la sensualidad por antonomasia, cada hombre que la representó lo hizo con los cánones del momento, pero muchos no olvidaron su mirada clásica en esculturas o textos.
El estrabismo puede conducir a varios problemas de salud, de modo que si bien no tiene por qué resultar algo antiestético, conviene tratarlo. Una de sus complicaciones puede ser la dificultad para percibir la profundidad, ya que cada uno de los globos 'enfoca' de manera independiente. Existe estrabismo constante o intermitente, convergente (si la desviación mira 'hacia adentro', a la nariz) o divergente (mira hacia fuera, arriba, abajo o a los lados).
Si aparece en la infancia es común que se desarrolle una ambliopía, enfermedad visual en la que uno de los ojos envía información visual que es automáticamente desechada por el cerebro. Para corregirlo se emplean soluciones como los parches para el 'ojo vago'.
Es el caso de Sandro Boticelli. ¿Recuerdan el famosísimo cuadro de la mujer rubia de piel nívea que sale de una gran concha, mientras los céfiros y otros vientos con figura humana soplan sobre ella? El pintor fue fiel al tema en sus ojos: de cerca se aprecia que es bisoja, otro de los calificativos para las personas que desarrollan estrabismo. La mayor parte de representaciones gráficas posteriores al mundo romano obvian este detalle, pero pintores como Rubens también sugieren un leve bizqueo en sus representaciones de la deidad.
El poeta romano Publio Ovidio Nasón, ya a caballo entre el a.C y el d.C, reconoce este atributo de la diosa en un consejo para ligar que da, en este caso, a los caballeros. En su cita se aprecia que considera el estrabismo un defecto que puede pasar como virtud, y de paso repasa algunos prejuicios de la época. ¿Cambia en esta época la percepción de la divina bizquera?
«No le echéis en cara nunca los defectos a una joven: para muchos el haberlos disimulado les fue de gran provecho», anota Ovidio en tono confidencial. «Demos el nombre de morena a la que tenga el cutis más negro que la pez; si es bizca, digamos que se asemeja a Venus; si es pelirroja, a Minerva; digamos que fina de talle a la que, por su demacración, parezca más muerta que viva», concreta en algunos de los ejemplos de 'El arte de amar'.
Cualidad desdeñada y definida mil veces desde entonces, para el médico medieval Al-Razi consistía en una «torcedura de la vista» y recibía el nombre de «vicio del ojo» de boca del doctor Plenck, en el siglo XVIII. De entre aquellos que reflexionan sobre el estrabismo y el trastorno como cualidad de la diosa del amor, destaca el cirujano Jean-Baptiste Lucien Baudens. En el siglo XIX, en la senda de los estudios de Franz Cornelius Donders (1818-1898), Baudens se encuentra entre los pioneros en estudiar y tratar el fenómeno con 'Lecciones sobre el estrabismo y el tartamudeo'.
Jean-baptiste lucien baudens (1804-1857)
En este siglo aparecen las primeras intervenciones: él habla de en torno a un millar de estrábicos operados, de los que apenas un par de casos no alcanzaron un completo éxito. A pesar de que considerar atractivo el bizqueo había quedado ya muy atrás, sus escritos hacen patente que opinaba que los motivos para pasar por quirófano en este caso no eran estéticos. «No tiene, ni mucho menos, nada de desagradable; se sabe que los antiguos lo consideraban como un atractivo», recuerda. «La leve desviación ocular da a la mirada algo de ternura y voluptuosidad; así es como se representa a la diosa Straba-Venus», argumentaba Baudens. Y es difícil llevarle la contraria con el nombre completo de la deidad de la sensualidad -'Venus bizca'- a su favor.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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