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Elsa Mateo (Valladolid, 1970) es gerente de una clínica oftalmológica, por las mañanas; y ceramista, por las tardes... y los fines de semana. Estudió Derecho en la Universidad de Valladolid y trabajó en la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia ... y en la Consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, antes de dedicarse al mundo del diseño. «Siempre me ha gustado mucho crear joyas. Hace cuatro años me apunté a un curso de cerámica en Cearcal (Centro regional de Artesanía de Castilla y León) y me encantó. Empecé a hacer en casa pequeñas piezas, que llevaba a cocer a Cearcal, y me las ponía yo o mis amigas, y la gente empezó a preguntar por ellas. Yo no decidí dedicarme a ello, fue la cerámica la que me escogió a mí», señala esta diseñadora vallisoletana.
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Instagram fue desde el principio su gran escaparate. «Hice unas fotos y las subí a Instagram y la gente empezó a preguntarme si las podía comprar, si podían encargarme algo, dónde las vendía...» Y así hasta hoy. Hace año y medio decidió ponerle marca a sus creaciones y nació Mouette 12. «Me gustan mucho los términos en francés. Me identifico mucho con la cultura francesa», confiesa Elsa Mateo. Gaviota ('mouette') quizá no hubiera quedado tan romántico como carta de presentación. ¿Y el 12? ¿Superstición? ¿Número de la suerte? Simplemente, el número de la calle donde está su coqueto taller en Simancas.
Con dos hijas de 19 y 21 años estudiando fuera de casa, Elsa Mateo reconoce que «ahora, con más tiempo libre para mí, es cuando he podido dar este paso». La mayoría de sus piezas son blancas. De un blanco impoluto. «No me gusta decorar las piezas y el color no me convence. La colección 'Bichos' lleva aplicaciones metálicas y 'Mar' caracolas, pequeñas conchas... pero a mí me gusta trabajar con loza blanca». Amante confesa del torno, esta vallisoletana reconvirtió lo que iba a ser un comedor junto a la piscina en su pequeño taller artesano por el que entra la luz natural a raudales, con el ruido del agua de fondo.
Sus piezas de cerámica oscilan entre los 20 y los 100 euros. Paciente -cada pieza lleva 52 horas de horno («y a veces cuando sale del horno hay que tirarla y empezar de nuevo») y mucho tiempo de trabajo-, Elsa Mateo revela que «inventar es lo que me hace feliz». Y a ello se pone cada tarde... y cada fin de semana.
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