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'Pierre Cardin. Fashion Futurist en Düsseldorf'. Es la exposición retrospectiva dedicada obviamente a Cardin, un futurista de la moda. Sobran los adjetivos para resumir el espíritu y estilo vanguardista de un creador que revolucionó, especialmente en los años 60 y 70, el mundo del ... diseño. Pierre fue, es y será uno de los genios experimentales. Una singular rareza que envolvió sus piezas en una atmósfera de ciencia ficción y realizó trazos geométricos trasladando la moda a un marco espacial poco terrenal. Se adentró en los límites de lo desconocido. Y, sin embargo, alumbró prendas atrevidas y sorprendentemente cálidas con las que las mujeres se familiarizaban rápidamente. Sus creaciones han superado el paso del tiempo. Su carácter visionario explica la vigencia de una propuesta alternativa muy complicada de asimilar a primera vista y cuya aceptación llevaba más tiempo que las demás.
Incluso hoy, a los 97 años, el diseñador sigue sin sacudirse el sambenito que le ha acompañado toda la vida: la de un incomprendido. Carácter en el que ahonda el documental que repasa la existencia de un artista que fundó su etiqueta homónima en París en 1950. El Museo Kunstpalast incluye más de 80 vestidos de alta costura, accesorios para hombres y mujeres, fotografías y películas que relatan la primacía del aspecto andrógino y el descubrimiento de las prendas unisex.
La exposición refleja los principales métodos de trabajo de Cardin: «visionario - futurista, escultural - geométrico, joven - innovador, glamour - espectacular». Dio un giro brutal con la incorporación de materiales innovadores y desconocidos hasta entonces, como el plástico, el vinilo y plexiglás, las lentejuelas y el lúrex. Terminó de poner patas arriba la industria con colores y cortes llamativos.
Las obras de este venerable y provocador anciano, nacido como Pietro Cardin en San Biagio de Callalta pero nacionalizado francés -menor de 10 hermanos, su familia huyó a Saint-Étienne para escapar del fascismo-, sigue recibiendo todo tipo de parabienes: «Cardin ha creado una estética inconfundible», dice Barbara Til, una de las dos comisarias de la exposición. «Trabaja prácticamente en tres dimensiones, como un escultor, utilizando cortes que se desarrollan directamente en el cuerpo y hacen justicia a los tejidos utilizados». Sus creaciones exudaban un aspecto provocativo que acentuaba los cuerpos que las usaban.
La muestra hace un guiño a la legendaria colección 'Cosmocorps' de 1966, compuesta por prendas ajustadas y coloridas que recuerdan a los trajes espaciales, así como el icónico minivestido 'Cardine', confeccionado con una fibra química termoplástica. A la «era espacial» le siguió en los años 70 un estilo centrado en fuertes contrastes: vestidos y faldas extremadamente cortos combinados con chaquetas largas y túnicas o leotardos de fuertes tonalidades, mientras que en los años 80 y 90 amplió su colección formal con elementos cónicos.
Pierre Cardin está considerado un pionero de la globalización de la moda. Poseedor de una incalculable fortuna, se resiste a la retirada y anda a todas horas pensando en los siguientes proyectos: «Mi prenda favorita es la que invento para una vida que aún no existe. Es el mundo del mañana». Porque, pese a su edad, le gusta dibujar el futuro: «En 2069, todos caminaremos sobre la Luna o Marte vistiendo conjuntos de 'Cosmocorps'», predice. «Las mujeres usarán gorros de plexiglás y ropa de tubo, y los hombres, pantalones elípticos y túnicas cinéticas».
Por eso, este genio se refirió a una periodista con la que se cruzó hace varios meses al grito de «como puedes ver, existo». Mito viviente, el abuelo de la moda insiste en su deseo de seguir activo: «Cuando haya muerto habrá sucesores, por supuesto. Tengo tres jóvenes muy buenos y no quiero que hagan lo mismo que yo», zanja mientras parte de su obra es exhibe en escaparates museísticos.
Puede que ya no acuda a diario al taller, pero sigue creando. «Es mi razón de ser, mi realidad, mi droga», sostiene un hombre que difuminó las barreras de género. Si la carrera espacial marcó su trabajo al hacer suyas las formas, texturas y colores de las naves tripuladas, los uniformes de los astronautas y la NASA, extendió su universo creativo y triunfó en otras disciplinas como el diseño de muebles, automóviles y hostelería. Apasionado del teatro, ejerce aún como figurinista y realizador de decorados.
Por algo fue el primer diseñador en aparecer en la portada de la revista 'Time' y el primero en montar un desfile en la Plaza Roja de Moscú. Trabajó con cineastas como Jean Cocteau, Max Ophüls, Louis Malle y Roger Vadim y vistió a estrellas como Jeanne Moureau, Brigitte Bardott y Jane Fonda. Casi un siglo de vida le ha dado para mucho.
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