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MIGUEL ÁNGEL LÓPEZ
Domingo, 4 de diciembre 2011, 03:06
V iven con nosotros desde tiempo inmemorial. Han encontrado en los ecosistemas urbanos un hábitat inmejorable que les proporciona el sustento diario y las garantiza la supervivencia. Son nuestros vecinos más incómodos, indeseables y hasta peligrosos. La fauna que vive en las ciudades está constituida por muchas especies, no todas molestas, por supuesto, y casi nunca se llega a considerar su presencia una plaga urbana, concepto que engloba los daños que pueden provocar a la salud pública y al bienestar de la población, y el coste económico que supone controlar su proliferación desmesurada. Palomas, estorninos, ratas, cucarachas, avispas e incluso los gatos domésticos abandonados causan molestias a los vecinos, entrañan un riesgo potencial, y real, por las enfermedades infecciones que pueden transmitir al hombre, y obligan a los ayuntamientos a poner en marcha medidas y campañas para reducir las poblaciones y minimizar los riesgos.
En Segovia no es frecuente, pero de vez en cuando, al caer la noche y de madrugada, es posible ver ratas de gran tamaño paseando campando a sus anchas entre los bancos de la avenida Fernández Ladreda. No llegan a constituir un problema grave porque las actuaciones de control y tratamiento son mensuales. Y lo mismo ocurre con las palomas, los estorninos y otras especies. En el Ayuntamiento de Segovia la Concejalía de Medio Ambiente que dirige Paloma Maroto se ocupa de coordinar el trabajo para el control de plagas que de una forma u otra desarrollan de forma transversal varias concejalías más, como las de Urbanismo y Participación Ciudadana. Y el trabajo de campo lo realiza la empresa INTI de servicios de protección medioambiental, cuyos responsables señalan que en el término municipal «no podemos considerar como plagas los repuntes puntuales que durante el periodo anual se puedan presentar», que en líneas generales están relacionados con incidencias de roedores y dictiópteros ( cucarachas ), y otros episodios que guardan relación con problemas de artrópodos, de los que los problemas más significativos son los relacionados con avispas.
Denuncias
No obstante, según informan la concejala de Medio Ambiente y la empresa INTI con los datos de la estadística anual, «no podemos considerar que las plagas urbanas en el término municipal de Segovia entrañen un riesgo potencial; sirva como ejemplo que en el caso del control de roedores, mensualmente se efectúa el tratamiento de la red general de saneamiento y control de espacios abiertos, de forma que los niveles poblacionales se encuentran dentro del término muy controlados». En muchas ocasiones, una vez estudiada una incidencia concreta se comprueba que son de ámbito privado. Entre el 1 de enero y el 1 de noviembre de este año, el Ayuntamiento ha recibido y atendido 52 denuncias sobre esta materia entre la ciudad y los barrios incorporados, 35 por roedores, 11 por cucarachas y seis por otros animales. Son cifras «óptimas» que se han conseguido con «una labor precisa y trabajada día a día».
Ratas, cucarachas y avispas
Si nos centramos en el casco urbano de la capital, las mayores incidencias se dan en el casco antiguo, no solo porque las casas tienen muchos años sino también porque los desagües y redes de saneamiento tienen deficiencias constructivas, están deterioradas y, además, hay canalizaciones en desuso que se han convertido en refugios para cucarachas y ratas.
En los trabajos de mantenimiento mensual de desratización se revisan un total de 336 puntos de control y, de forma paralela, se realizan constantes campañas de concienciación para que los vecinos tengan en cuenta las medidas que deben adoptar. Los porcentajes de los puntos de control con problemas varían según las zonas y los meses y, aunque la actuación no puede garantizar el exterminio de la población de roedores, la controlan para que en ningún momento pueda considerarse plaga.
En los trabajos de desratización se inspeccionan numerosos registros de la red de saneamiento con el fin también de valorar la presencia de cucarachas y, cuando se encuentran, se aplican los tratamientos necesarios para evitar que pequeños focos secundarios puedan llegar a ser un problema más grave.
Desde el 1 de enero hasta el 15 de noviembre, la Concejalía de Medio Ambiente ha trasladado a INTI cuatro avisos relacionados con problemas de avispas. Tres de ellos fueron tratados y resueltos, pero el cuarto no pudo ser controlado porque se encontraba en el interior de un restaurante: los insectos fueron atraídos por un sauce llorón, en cuyas hojas se genera una especie de melaza que atrae a los insectos.
Pero, entre abejas y avispas, los bomberos han tenido que realizar 13 intervenciones. Con las abejas en la mayoría de las ocasiones trabajan con la colaboración de un apicultor y, si es posible, se traslada el enjambre; cuando no se puede se tapa el agujero donde anidaban los insectos, que es el procedimiento habitual que se utiliza también con las avispas, aunque con éstas se usan insecticidas si no se puede tapar el agujero. De todas formas, INTI indica que el control preventivo de avispas es muy complicado y casi imposible, dada la dificultad de elaborar un listado de puntos donde pueden anidar.
Palomas y estorninos
Algunas aves sí constituyen un verdadero problema en el municipio. La elevada población de palomas, los daños que causan en el patrimonio y el riesgo de transmisión de enfermedades motivaron ya hace unos años una ación continuada para reducir y controlar en número de aves. En marzo de 2007 se instalaron jaulas trampa en once puntos de la ciudad para recoger palomas; aquel primer año fueron capturados 2.598 ejemplares, 1.243 de ellas en la jaula instalada en el Seminario (que fue retirado en julio porque atraía a los gatos de la zona). En 2008, las capturas bajaron a 970 (una cuarta parte en la calle de San Roque); en 2009 fueron 848 y en 2010 solo 320. Este año, hasta el 4 de noviembre, las jaulas han recogido 406 palomas, la mayoría en los meses de junio, septiembre y octubre, como en los años anteriores.
Pero si hay un problema a la vista, molesto y sufrido por los vecinos (sobre todo por los del barrio de San José) es el de los estorninos. La Concejalía de Medio Ambiente califica de «problema grave» la elevada población de estas aves que busca refugio nocturno en la ciudad entre los meses de junio y julio y de noviembre, con el punto neurálgico situado en el Parque Infantil de Tráfico, de donde irradian a las avenidas de Juan Carlos I y de la Constitución, a la Base Mixta y la Comandancia de la Guardia Civil.
«Hablamos de una población estimada de 30.000 a 40.000 estorninos que genera un grave problema higiénico y sanitario derivado fundamentalmente de las deyecciones y de los ruidos», señala Medio Ambiente, que ha tratado de dispersar las aves hacia el extrarradio de la ciudad con cohetes, petardos, un cañón detonador, el vuelo de aparatos de aeromodelismo y hasta pruebas de cetrería. La insistencia de las aves en utilizar estos espacios como dormideros ha motivado también el empleo, como refuerzo de la eficacia de las acciones intimidatorias, de tiradas selectivas para abatir algunos ejemplares. Para atajar el problema el año próximo, el Ayuntamiento mantiene contactos con personal especializado de la Junta de Castilla y León y ha pedido asesoramiento a la Sociedad Española de Ornitología.
Gatos callejeros
El Ayuntamiento calcula que en la ciudad puede haber unos 2.000 gatos asilvestrados, nuevas generaciones de gatos domésticos abandonados. Han sido esterilizados 70 ejemplares en una campaña conjunta de la Concejalía de Servicios Sociales y la Protectora de Animales para evitar que aumente la población; después han sido devueltos a la calle.
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