DEPORTES

¡Campeones! (Otra vez)

El CPLV Dismeva vence en la final de la Copa de Europa al conjunto francés del Anglet

SERGIO G. SASETA

Lunes, 28 de noviembre 2011, 01:44

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El genial cineasta italiano Federico Fellini dijo una vez que «un buen vino es como una buena película: dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y, como ocurre con las películas, nace y renace en cada saboreador».

Ayer, el Dismeva Valladolid se tomó a costa del Anglet una de esas copas que solo se abren en las grandes ocasiones. En una final europea. En la cuarta. En la segunda Copa de Europa para el Dismeva.

Como Fellini afirmó, cada «saboreador» recordará la copa tomada ayer de una manera especial. El guardameta Roman Handl, por las cinco maravillosas paradas que se marcó durante la final y que impidieron al Anglet acercarse en el marcador.

El checo Zacha recordará que, después de su boda, regresó a la que fue su casa para, en el minuto 8, enviar el 'puck' al fondo de la red con la colaboración de Comrie, que amagó con cambiar la trayectoria y despistó al portero galo.

Seguro que Álex aún tiene el regusto de ese toque sutil con su 'stick', que hizo que la asistencia de Olmo se convirtiera en el 2-0, cuando quedaban dos minutos para el final de la primera parte.

Comrie, uno de los dos americanos, creerá que su copa de vino sabe a dolor. El que sintió cuando evitó con su cuerpo que el 'puck' entrara en la portería vallisoletana y diera vida a su rival o a frustración la que vivió cuando en el minuto 23 perdonó la puntilla.

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Rubén Herrero sintió un sabor más fuerte, el de la tensión y la agresividad de un desquiciado Gabillet, que, cuando asumió que 364 días después el color amarillo le volvía a quitar la Copa, se volvió loco y buscó la guerra.

Sebek y Horacek se sirvieron una copa de recuerdos ya vividos. Los checos, que junto a Zacha y Stricer forman parte de la segunda línea de la campeona mundial, volvieron a enfundarse la camiseta del Dismeva para la Copa de Europa y como hicieron en la primera ocasión, ganaron y, además, frente al mismo rival.

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Para Ángel Ruiz, la gloria de la que hablaba Fellini, se parecerá a la angustia. La que sintió en los últimos cinco minutos del encuentro cuando el Anglet -que remontó en cuartos y en semis- apretó. Ruel estuvo a punto de acortar distancias y Dimet, en el último minuto, convirtió en héroe a Roman.

Andrés Portero seguramente borre de su paladar el sabor de la batalla y solo tenga el recuerdo de un vino blanco, frío. Un frío como el de la copa que asió con fuerza, que casi abrazó y que, como capitán, entregó a sus compañeros.

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120 minutos de Europeo, 13 goles a favor, uno en contra, pero al fin y al cabo 16 copas de vino diferentes, pero, como diría Fellini, «con sabor a gloria».

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