Kiko de la Rosa, en el local que está siendo acondicionado entre el Camino Viejo de Simancas y la calle Barcelona. :: RICARDO OTAZO
CULTURA

Un centro cultural privado dispensará ocio y servicios a la carta a los lectores

GaLEERía plantea actividades para adultos, jóvenes y niños y una lista de propuestas que van más allá de la venta y préstamo de libros

JESÚS BOMBÍN

Jueves, 10 de noviembre 2011, 01:44

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Venderá determinados tipos de libros sin ser una librería, los prestará sin ejercer la función de una biblioteca y dispensará al lector un trato personalizado, con recomendaciones adaptadas a sus gustos editoriales. Por sus salas desfilarán escritores, escultores, o pintores que expondrán y explicarán su obra. Acogerá fiestas de cumpleaños ajenas a bolas y toboganes, con la literatura infantil y juvenil leída, teatralizada y disfrutada a través de piratas, magos, personajes de cuento, héroes y heroínas palpables, en vivo y en directo. GaLEERía encarnará un nuevo concepto de servicios culturales por los que los usuarios tendrán que pagar a través de un abono con derecho a varias actividades o la entrada para un acto concreto.

Bajo este modelo nacerá el 15 de diciembre el primer centro cultural privado del país con estas características, en palabras de su impulsor, Kiko de la Rosa, cuyo funcionamiento y oferta compara con un gimnasio, matiza, en la medida en que ofrece «un programa de actividades a la carta para cada usuario, igual que los socios que utilizan aparatos para hacer deporte en un centro deportivo».

Con el paso de los meses la idea de este emprendedor va cuajando en tabiques móviles, mesas y estanterías dispersas por un local de trescientos metros ubicado en la planta baja de uno de los edificios de la cooperativa Profuturo, el complejo de apartamentos para mayores emplazado en el Camino Viejo de Simancas. «Este espacio mezcla el concepto de galería, museo, lugar para exhibir, leer, intercambiar ideas literarias y centro de ocio vinculado con las mil posibilidades que ofrece la lectura», anuncia ilusionado el precursor de este intento de acercarse a la lectura desde otro punto de vista, con ojos diferentes a los que está habituado el público asiduo a husmear entre estantes de bibliotecas y librerías. Lo explica De la Rosa con una frase tomada de José Saramago: «Todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio, que es bueno para mi salud, pero nunca he escuchado a nadie que le diga a un deportista: 'Tienes que leer'». Por eso, apunta, aquí todo girará en torno a la lectura.

Este nuevo concepto de centro cultural, en un espacio y con una gestión ajena al paraguas público que suele guarecer este tipo de actividades en bibliotecas y centros cívicos, dedicará un lugar privilegiado a las editoriales y a la venta de libros. Cada estación del año se invitará a una de ellas para que presente sus joyas literarias, y no faltará la presencia del poeta que hable de su obra o el escritor interesado en poner cara a sus lectores y departir con ellos. «Y todo ello con personal preparado para asesorar al lector con recomendaciones», dice De la Rosa, que enganchen a la lectura, proponiendo «libros con corazón». 'El vendedor de cuentos', de Jostein Gaarder, 'La elegancia del erizo', de Muriel Barbery, 'El jardinero fiel', de Clarissa Pinkola o 'La justicia de Cambises' de Lucía Santamaría serían títulos ajustados a ese espíritu en una selección en la que no faltarán clásicos de la literatura.

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Varios ejemplares de caballitos de mar, elegidos como mascotas del local, ejercerán de reclamo visual para los más pequeños desde un acuario instalado a la entrada, cerca de la exposición bibliográfica 'Todo en todos', que incluirá una representación de libros de personajes de la literatura infantil y juvenil típicos de medio centenar de países del mundo.

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