ROBERTO TERNE
Martes, 1 de noviembre 2011, 11:41
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teatro Calderón se vistió anoche de sensibilidad y contundencia con una banda que ha sabido convertir, como pocas, el pop clásico en fenómeno de masas. Por cierto, que en pocas ocasiones el teatro Calderón ha sonado con tanta potencia y eso que por su escenario han transitado bandas de actitud más rockera como Pereza o si se tercia Amaral. Como era de esperar, las butacas se convirtieron en algo testimonial.
Sin entablar con el público más diálogo que el estrictamente musical, La Oreja descargó una generosa mercancía de éxitos cosechados a lo largo de quince años de pocos giros estilísticos pero si de grandes logros de popularidad.
El encanto escénico y la capacidad vocal de Leire Martínez hace que un público acostumbrado a excesos de atrezo le pase por alto la ausencia de diálogos gratuitos entre canción y canción. No es necesario cuando se tiene un repertorio tremendamente popular capaz de movilizar al público sin ningún tipo de esfuerzo que no sea el creativo.
Luz para Halloween
Sin más músicos en el escenario que los cinco integrantes de la banda, la noche se abrió con 'Día cero' y con 'Esta vez no digas nada'. La prioridad era la presentación de 'Cometas por el cielo', un trabajo con ciertas dosis de sofisticación que ayer propició los momentos más bailables y rotundos de las dos horas de su actuación.
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Evidentemente hubo mucho más que una mera orquestación de nuevo disco. 'Cierra la puerta' fue el primer éxito veterano en sonar ante un público entregado en la noche de Halloween. Curioso: mientras fuera del Calderón se vivía la noche de los muertos, dentro del espacio escénico se disfrutaba del rock de una de las formaciones menos oscuras del pop español. Cuestión de contrastes.
Como buena formación de pop clásico, La Oreja de Van Gogh son de los que disponen la sencillez al servicio de las canciones. Por eso su directo es lo suficientemente simple y limpio para que lo que destaquen sean los temas. Y para que de paso, resalte también el gancho de una cantante que convierte la sencillez en algo de inequívoco magnetismo.
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Hubo momentos para todos los gustos. Desde la sensibilidad de 'Rosas', con Leire haciendo una foto al público, hasta el tremendo solo de zeremín de Xabi San Martín en 'París', pasando por la parte acústica de 'Paloma blanca' y 'Deseos de cosas imposibles'. El momento más agitador del concierto llegó con 'La niña que llora en tus fiestas', canción que realmente convirtió el teatro Calderón en una abrumadora pista de baile.
Respecto al atrezo, hubo el adecuado para los tiempos que corren: una pantalla de visuales acordes con las temáticas paisajísticas e intimistas de las conocidas letras del grupo. Tras 'Puedes contar conmigo', el grupo se marcó el momento más sentido de la noche con 'Jueves'. Leire se mostró especialmente escénica en este tema acompañada solo del piano de Xabi. 'Cometas por el cielo' y 'El 28' clausuraron una noche repleta de poderío pop donde las canciones fueron efectivamente cometas volátiles.
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