El cierre de una tienda de chucherías por vender alcohol, sanción ejemplar en plena polémica por el botellón

La polémica del botellón ha desembocado en la imposición de una sanción de cierre definitivo por parte del Ayuntamiento al establecimiento de chucherías 'Burbuja' situado en el número 6 de la calle San Francisco, por venta de alcohol sin tener licencia para ello y también por el suministro de este tipo de bebidas a menores.

La apertura del expediente sancionador y la orden de cierre por una infracción considerada grave llega en un momento en el que los vecinos han vuelto a alzar la voz contra las molestias del botellón en zonas como el valle del Clamores. «Se pilló a dos menores saliendo de este local con litronas de cerveza», explicó el concejal de Tráfico y Seguridad Ciudadana, Alfonso Reguera, quien recalcó que la clausura del local tiene carácter definitivo. Curiosamente, en el cartel colocado en el escaparate de la tienda se avisa del cierre «por avería eléctrica».

Admite Reguera que la sanción puede considerarse ejemplar, «pero entendiendo siempre que entra dentro de la aplicación estricta de la ordenanza. Quien no la cumpla será sancionado, porque el Ayuntamiento va a ser absolutamente inflexible» y, de hecho, en las últimas semanas se ha intensificado la vigilancia.

Además de la sanción por la venta de alcohol sin estar autorizado, el establecimiento se enfrenta a una multa de entre 601 y 10.000 euros por suministrar bebidas a menores. No es la primera vez que este local es sancionado, ya lo fue en 2007, con dos castigos económicos de 3.000 euros cada uno. Ambos fueron recurridos ante el Juzgado de lo Contencioso, que dio la razón al Ayuntamiento.

Aunque el local tiene estos antecedentes, con la normativa en la mano «no se se le puede considerar reincidente, porque para ello tendría que haber acumulado al menos dos expedientes en el mismo año», puntualiza Reguera.

Intoxicaciones con 11 años

El concejal destaca que «este verano se han atendido varios casos de intoxicaciones etílicas de críos de 11 y 12 años», y también llama la atención sobre la escasa respuesta de los padres ante las cartas que se envían para advertirles de que sus hijos, menores de edad, han sido sorprendidos mientras consumían alcohol y de que se les ha requisado la bebida. «Son pocos los que llaman o se dirigen a nosotros para pedir una explicación o para solicitar asesoramiento».

En cuanto a las quejas vecinales por exceso de ruido en bares, señaló que «seguiremos intentando conseguir una normal convivencia entre hosteleros y vecinos. Estos últimos tendrán que soportar un poco más de ruido en determinados momentos, pero los locales tendrán que cumplir la ordenanza y el horario de cierre».