Luis Mateo Díez, ayer en la Acera de Recoletos. :: RICARDO OTAZO
LETRAS

Luis Mateo Díez: «Siempre escribo con la idea de que lo legendario es el relato de lo inolvidable»

El novelista leonés presenta en Valladolid su nuevo libro, 'Pájaro sin vuelo', un día en la vida de Ismael Cieza, «un héroe del fracaso»

SONIA QUINTANA

Martes, 18 de octubre 2011, 03:37

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Apenas unas semanas en las librerías y la última novela de Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942) ya tiene detractores y amantes de Ismael Cieza, el protagonista de 'Pájaro sin vuelo', «un héroe del fracaso», tal y como lo describe su autor, defensor a ultranza de este personaje que no deja indiferente. «El enganche que está teniendo el libro está en el personaje. La novela es un día en la vida de Ismael Cieza, bajo la idea de que un día es una vida. Probablemente todos tengamos en nuestra vida un día que fue extremadamente significativo. En ese día a Ismael le viene el pasado, con cosas inquietantes como algunos asuntos amorosos de alguien que anduvo un poco extraviado; el presente, inestable, que se le eclosiona porque está amenazado con dos citas cruciales a las que tiene que llegar pero que le causan mucho desasosiego, y tiene presentimientos del futuro que también le asedian», explica el escritor leonés, que ayer presentó en Valladolid su último libro.

-Incapaz de hacerse el nudo de la corbata, de ojales huérfanos, dobladillos descosidos... Así, entre otros, describe al protagonista de 'Pájaro sin vuelo' a quien califica como «un héroe del fracaso».

-Mis personajes habitualmente son héroes del fracaso. Personajes contingentes que pertenecen a la vertiente de los perdedores de nuestra condición. Frágiles, como somos los seres humanos, suelen tener la voluntad dañada, y sin demasiados componentes de autoestima. Pero no son pusilánimes, Dios me libre, son vitalistas, vividores que aceptan que la existencia conlleva muchos elementos de derrota, que hay más razones para la infelicidad que para la felicidad, pero que vivir y sobrevivir es un acto de nobleza y de dignidad. Cuando digo que son héroes del fracaso es verdad, porque están más propicios al naufragio que a otra cosa, pero yo los miro con esa perspectiva de heroicidad, en tanto en cuanto son seres que tienen un sentido fuerte de su vida y unas profundas percepciones de lo que viven. Son arquetipos que a mí me gusta ofrecer a los lectores con un cierto sentido de la ejemplaridad. Yo veo más nobleza en este ser humano que no en un triunfador de éxitos desapacibles de estos que, desde las finanzas, nos han conducido a la ruina moral y material.

-Así que su protagonista tiene más de personaje real de lo que pudiera parecer.

-Por supuesto que no es solo ficción. En la cercanía de mi propia vida, en la concepción que yo tengo de la condición humana a la que pertenezco, hay más elementos de dignidad, entrañables, emotivos y sentimentales de este tipo de personajes que nunca van a cazar leones al África salvaje, que hacen su vida en lo cotidiano, en la rutina, y que sus aventuras están a la vuelta de la esquina. Son personajes con un profundo mundo interior, que degustan mucho la experiencia de vivir, aunque esa experiencia esté lastrada de cosas que parecen menores. Yo encuentro en ellos un poco la grandeza de lo que somos porque, con frecuencia, la grandeza de lo que somos está muy cerca de la miseria en la que, a veces, nos hacen vivir en este mundo tan complicado.

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Junto al reino de Celama

-E Ismael Cieza vive muy cerca del reino de Celama, territorio imaginario creado por usted hace años, y que ubica cerca de Castilla y León.

-Todas mis novelas se desarrollan en una provincia imaginaria que estaría en cualquier sitio, no muy lejos de nuestra región, para la que yo le he robado el título al pensador Elías Canetti y le llamo 'la provincia del hombre', con la cual declaro una mirada urbana, no hacia las grandes metrópolis o los mundos cosmopolitas, sino a las grandes urbes que conforman un poco esta cercanía de la vida que está en la provincia. En esta provincia hay muchas ciudades que yo llamo 'ciudades de sombra' -Doza, Armenta...- que son como ciudades antiguas en las cuales se ha perdido el brillo de la antigüedad y se han hecho viejas y feas, y se acomodan mucho en sus atmósferas a los propios personajes. Parece que los personajes tienen el alma destilada en el propio espacio urbano en el que viven. Y en esta provincia, al suroeste, hay una comarca que se llama Celama y sí, ese es mi mundo. Celama es una comarca más campesina, medio desaparecida, que irradia la luz a mis ciudades, a veces mortecina y a veces brillante, porque mis ciudades tienen unas atmósferas muy fuertes. Una parte sustancial de la novela no es solo el paisaje urbano, sino la atmósfera en la que vive Ismael, a veces asfixiante y a veces relajada. Y todo es laberíntico. Ismael se pierde por la ciudad como se puede perder por la vida. El héroe del fracaso suele ser un perdedor porque ha tenido muchas pérdidas y porque su realidad le hace con frecuencia andar por caminos de perdición.

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-Asegura que sin un título no empieza a escribir. ¿Imaginó desde el principio así a este 'pájaro sin vuelo'?

-Yo sin un título no empiezo a escribir. Muchas veces las ideas primigenias de una novela para mí se reflejan en seguida en el título. No es un pájaro sin alas, es un pájaro sin vuelo. Ismael no va a emprender un vuelo poderoso por el firmamento, sino que va a estar apegado a la tierra de esa manera. Yo quería escribir una novela con uno de estos personajes que tuviera como característica la inutilidad. Hoy día se podría contrastar la figura del inútil casi como una rebelión del requerimiento de que seamos extremadamente útiles y que se nos pueda, en algún sentido, usar y manipular hasta desangrarnos. Él es un inútil apacible, honorable, que seguro que tiene mucho que ver con todos. Yo a Ismael lo describo como un héroe por esa condición que él tiene de ser tan dueño de sus emociones, sentimientos y contradicciones y, a la vez, porque para mí es como un personaje legendario. Siempre escribo con la idea de que lo legendario es el relato de lo inolvidable. Escribí esta novela para crear un personaje del que me encantaría que quien la leyera pudiera decir: «He conocido a un personaje que no olvidaré en mi vida».

-Y con el que recupera la veta más humorística de su imaginación haciéndole al protagonista, además, estreñido crónico. ¿Vuelve así a sus orígenes como escritor?

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-Sí, esa vertiente de Ismael está vista desde la ironía y el humorismo. Mis últimos personajes tenían una vertiente apesadumbrada y pienso que ha llegado el momento de retomar esa carga de vitalidad humorística que hubo en su momento. No es una ruptura de lo anterior porque hay mucha permanencia de lo que ha pasado pero he cerrado una línea y esta visión más humorística hace una apertura.

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