Justicia divina para la madre Bonifacia
El Papa canonizará el próximo fin de semana a una religiosa salmantina
J. G. TREVÍN
Lunes, 17 de octubre 2011, 03:15
El próximo domingo será muy especial para la congregación salmantina de las Siervas de San José. Su fundadora, Bonifacia Rodríguez de Castro, será elevada a los altares por el Papa Benedicto XVI quien, tras escuchar las conclusiones de la Congregación de las Causas de los Santos, determinó con firmeza «que hay constancia del milagro realizado por Dios por intercesión de la beata Bonifacia Rodríguez de Castro, fundadora de la Congregación de Siervas de San José, a saber, de la curación rapidísima, perfecta y duradera del señor Kasongo Bavon».
Los hechos que han merecido tal reconocimiento sucedieron entre marzo y junio de 2003 y salvaron de una muerte aparentemente segura a ese ciudadano congoleño, de 33 años y natural de Kolwezi, en la región de Katanga. A finales de marzo de 2003 se vio aquejado de fiebre alta y escalofríos. Creyendo que se trataba de malaria, muy frecuente en la zona, se automedicó pero, poco tiempo después, los síntomas se agravaron, por lo que se decidió a ir al Hospital de la Misión Católica de Kayeye, dirigido por las Siervas de San José. El médico le practicó de urgencia una laparotomía explorativa, tras la que emitió el diagnóstico definitivo de 'fiebre tifoidea con perforación en el tercio terminal del ileon', lo que obligó a hacerle una resección ileal. Al finalizar la intervención, la enfermera, sierva de San José, encomendó al paciente a la intercesión de la madre Bonifacia, describe Ical.
Contra pronóstico, Bavon iba recuperándose pero el proceso se estancó un mes después de la operación con la aparición de una oclusión intestinal aguda que obligó a hacerle otra laparotomía explorativa el 3 de junio. Al abrir, el médico descubrió un cuadro abdominal muy grave por la presencia de una perivisceritis abdominal difusa, enfermedad que el doctor veía por primera vez. Para mitigarla, se le practicó al enfermo una adhesiolisis «muy laboriosa» durante cuatro horas que, como se supo más tarde, era una terapia contraindicada.
El pronóstico fue desolador. Después de tres días, la herida de Bavon se abrió y la situación comenzó a ser desesperada. Las Siervas de San José intensificaron la oración aquel día 6 de junio y comenzaron una novena, «pues no había esperanza de vida». El 9 de junio, el doctor se vio obligado a operar al hombre por tercera vez. Antes de comenzar, invocó a la madre Bonifacia y los enfermeros allí presentes se unieron a su oración. La operación, otra laparotomía, evidenció la presencia de una peritonitis plástica con dos perforaciones en el intestino. El galeno suturó rápidamente las perforaciones y, viendo la extrema gravedad de Bavon, sin hacer nada más, cerró el abdomen y le dijo al padre del joven que lo más probable era que no pasara de aquella noche.
Sin explicación médica
Sin embargo, y de forma absolutamente sorpresiva, al día siguiente Kasongo Bavon aseguraba no sentir dolores y empezó a pedir alimentos. Tres días después la herida de su pecho amaneció seca y limpia, sin supuración y se reanudó el tránsito intestinal.
Tras los acontecimientos, se inició la preceptiva investigación 'super asserto Miro' en la sede arzobispal de Lubumbashi. El 16 de marzo de 2010 los cardenales y obispos se reunieron en sesión ordinaria en la que reconocieron que la curación de Bavon «es un verdadero milagro que se ha de atribuir a la intercesión de la beata Bonifacia Rodríguez de Castro». Finalmente, el Papa ratificó las conclusiones de la Congregación de las Causas de los Santos para dar por buena la intercesión de la religiosa charra fallecida en Zamora en 1905. Gracias a ella, el próximo domingo Bavon será uno de los protagonistas de la ceremonia que oficiará Benedicto XVI. Junto a él estarán más de un centenar de familiares de la religiosa. Por motivos de salud, echarán de menos a Esteban Vega. 90 años le contemplan y asegura sin ningún género de duda que los últimos 17 se los ha regalado la madre Bonifacia. Natural del municipio vallisoletano de Villacarralón, aunque afincado en Barcelona, a los 72 años le diagnosticaron un carcinoma en el hígado ante el que no había solución posible. Atribuye su curación a la intercesión de sor Bonifacia.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.