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JORGE MORENO
Domingo, 16 de octubre 2011, 14:04
Alrededor de 8.000 personas (4.000, según la Policía Nacional) se manifestaron ayer por el centro de la capital vallisoletana para reclamar «un cambio global del sistema» que evite las consecuencias de la dura crisis económica y social por la que está atravesando el mundo occidental.
Los manifestantes respondieron así a la convocatoria realizada ayer por el movimiento 15-M de Valladolid (15-0 para las concentraciones de ayer), que se ha sumado a los actos celebrados en más de 60 ciudades españolas y de otros países europeos para pedir cambios a los gobiernos y partidos.
La protesta partió pasadas las seis de la tarde de la plaza de Colón y finalizó a las ocho frente al Ayuntamiento de Valladolid, donde el pintor Manuel Sierra y la escritora Esperanza Ortega leyeron un manifiesto conjunto en el que reclamaron a los gobiernos que «tomen nota» para implantar un sistema con mayor democracia real para los ciudadanos, que evite la exclusión social y garantice la sanidad y la educación.
Durante el recorrido se pudieron ver pancartas con frases como «Tu botín es mi crisis», «Violencia es cobrar 600 euros», o « No hay pan para tanto chorizo». Precisamente a la llegada a la Plaza Mayor integrantes del movimiento 15-M realizaron una chorizada simbólica con diez kilos de embutido que repartieron entre los asistentes.
Conforme avanzaba la marcha por la acera de Recoletos, Miguel Íscar y Duque de la Victoria, la protesta iba creciendo con un público mayoritariamente joven. Con tambores y silbatos los participantes volvieron a realizar pitadas y sentadas frente a las sedes del BBVA, Caja Astur, la Caixa, Kutxa y Banco de España, en protesta por la crisis financiera y las sentencias de desahucio de viviendas ordenadas por algunas de las entidades financieras.
El clima festivo se fue contagiando a los peatones, que optaban por sumarse al grito de «cada vez somos más». Ya en la Plaza Mayor, el pintor Manuel Sierra dijo que, pese a que los políticos están «ridiculizando» sus propuestas, después de medio año, el movimiento «está haciendo historia con esta primera manifestación global» por el cambio del sistema. «Esto no es una crisis, es el final terminal del sistema», apostilló, lo que arrancó los aplausos de los asistentes.
Por su parte, Esperanza Ortega recordó que «los derechos de los pueblos son los deberes de los gobiernos», y reclamó mayor atención para los casi 5 millones de parados, muchos de ellos jóvenes, criticando también los recortes educativos. «¿Vamos a permitirlo?», exclamó.
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