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Aspecto que presentaban las zonas ajardinadas del valle del Clamores y la Hontanilla ayer a las ocho de la mañana, después del botellón de la madrugada. :: EL NORTE
Polémica actividad de los jóvenes

Botellón: la pesadilla de los vecinos de Segovia

Cientos de kilos de basura llenan el valle del Clamores en las mañanas de los días festivos

CARLOS ÁLVARO

Jueves, 13 de octubre 2011, 10:17

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En las primeras horas de los viernes, sábados y días festivos, seis o siete operarios del servicio de limpieza se emplean a fondo en retirar los cientos de kilos de basura y desperdicios que el botellón deja en el valle del Clamores durante las madrugadas de 'marcha'. Los vecinos no dan crédito a la permisividad de las administraciones públicas, pues el Ayuntamiento, pese a las actuaciones que asegura llevar a cabo, parece no velar por el cumplimiento de las ordenanzas municipales, que prohíben el consumo de alcohol en la vía pública pero también «arrojar, tirar, abandonar o depositar cualquier tipo de basura o residuo, desperdicios o escombros, en las vías públicas o espacios de uso público, en la red de alcantarillado y en los solares o fincas sin vallar».

Los vecinos de las casas que se asoman al valle del Clamores vivieron durante la madrugada de ayer, festividad de la Virgen del Pilar, un episodio que, a juicio de algunos, ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia. Entre quinientas y mil personas, la mayoría menores de edad, se concentraron en las zonas ajardinadas del valle, donde estuvieron consumiendo alcohol y vociferando hasta pasadas las cuatro de la madrugada. El testimonio de un vecino de la zona que prefiere no desvelar su nombre es significativo. Como tantas otras noches, recurrió a la Policía Local y los agentes acudieron, pero «se negaron a actuar porque era tal la cantidad de gente concentrada que temían por su integridad física», desvela.

Cuando accedió a su vivienda de la calle San Valentín, se encontró con que un muchacho de unos veinte años estaba orinando en la misma puerta. «Le recriminé la acción y como iba completamente borracho se encaró conmigo. Tuvimos unas palabras y acabó empujándome contra la pared. Otro día se me metieron en el garaje y a mi hija le zarandearon el coche según entraba. Es demasiado», asegura.

La impotencia de los ciudadanos crece cuando trasladan el aviso a la Policía Local y ésta se niega a que sus agentes intervengan. «Es inaudito. Te multan cuando aparcas en doble fila, aunque sean dos minutos, pero en estos casos son incapaces de protegerte. Nos dicen que no pueden bajar ahí porque les abren la cabeza. ¿Pero qué es esto? ¿Qué hacemos los vecinos en estos casos? ¿Quién nos protege?».

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El problema del ruido que genera el botellón es otro añadido, porque en verano es imposible pegar ojo hasta que la concentración se disuelve, pero la huella que deja la muchedumbre en los jardines da la justa medida de una situación que para muchos ciudadanos es insostenible. «¿Es normal que el Ayuntamiento haga la vista gorda cuando a la mañana siguiente tiene que redoblar esfuerzos para retirar los montones de basura que el botellón deja en un valle que no está recibiendo la protección que merece?, se pregunta este vecino de San Valentín. La fotografía de la izquierda habla por sí sola. También en la mañana de ayer apareció una valla de obra colgada de una farola. Verdaderamente, el esperpento alcanza cotas inenarrables.

El botellón del valle del Clamores (detrás del edificio de la Delegación de Defensa de Sancti Spiritus) entra de lleno en la problemática que los ciudadanos del barrio de San Millán vienen denunciando desde hace años. La actual asociación vecinal está siendo especialmente beligerante contra el botellón y el ruido y la basura que genera. La inseguridad en la vía pública también ha crecido. No hace ni quince días que numerosos individuos protagonizaron una acalorada reyerta en la plaza del Doctor Gila. «Esta noche ha sido bestial», comentaba ayer otro vecino de San Millán. Pero los episodios son infinitos y se suceden todas las semanas, no solo en la Hontanilla, que es el foco donde se concentra el botellón, sino dentro del propio barrio, con bares que exceden los horarios de cierre permitidos, etcétera». Los vecinos de San Millán, como en su día hicieron los de la calle Infanta Isabel, han recurrido en múltiples ocasiones tanto al Defensor del Ciudadano como al Procurador del Común, pero el problema, lejos de entrar en vías de solución, parece haberse agravado.

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Controles

El concejal responsable de la Policía Local, Alfonso Reguera, asegura que el Ayuntamiento de Segovia está haciendo «todo lo posible» por atajar el problema. Consciente de las molestias que el botellón ocasiona a los vecinos de la zona, el edil descarta una intervención policial propiamente dicha «porque lo único que conseguiríamos es trasladar el problema de un lugar a otro, como ya pasó en su día con la célebre curva del paseo de Santa Lucía».

Según Reguera, la Policía Local de Segovia lleva interviniendo varios fines de semana en todas las zonas de San Millán más conflictivas, incluidos los accesos al valle del Clamores y la Hontanilla. «Los agentes realizan el pertinente control de alcoholemia y a los menores se les identifica y se les requisa la bebida que portan en las bolsas de plástico. Concretamente, el fin de semana pasado se requisaron diez bultos, se identificó a seis muchachos menores de dieciocho años y se dio aviso a sus padres. También se denunció a cuatro bares de San Millán por incumplimiento de horarios. Hacemos controles de alcoholemia en los accesos al barrio y tenemos vigilancia, pero es complicado erradicar el problema, como demuestra el hecho de que el botellón es algo sin resolver en todos los municipios de España. Mientras no medie un delito o un acto vandálico o una alteración del orden público, la policía no puede intervenir», apunta el concejal responsable de la Policía Local.

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Reguera niega que el Ayuntamiento mire hacia otro lado. «Al contrario, hemos intensificado la vigilancia policial en los accesos al barrio y los controles en todas las zonas conflictivas, tanto en la Hontanilla como en la plaza de la Tierra y otros lugares, con el fin de que los establecimientos públicos cumplan los horarios», afirma.

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