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Ángel Martín Calvo. :: A. QUINTERO
Ángel Martín Calvo: «Los ladrones comenzaron a hacer de todo en los ochenta con la llegada de las drogas»
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Ángel Martín Calvo: «Los ladrones comenzaron a hacer de todo en los ochenta con la llegada de las drogas»

El veterano agente repasa los casos más sonados ocurridos en los últimos 30 años Ángel Martín Calvo Excomisario jefe de la Brigada Judicial

J. S.

Miércoles, 12 de octubre 2011, 02:29

El comisario Ángel Martín Calvo (Cubillas de Santa Marta, 1946) acaba de entregar la placa después de 34 años en la Brigada Judicial. Más de tres décadas en el grupo de robos, drogas, homicidios... de la Policía Nacional, que dirigió desde el 2000, le convierten en un libro abierto sobre la historia negra de la capital desde los setenta. El agente, recién jubilado -se dedicará a la caza, el deporte (es cinturón negro de judo)...-, repasa ahora sus casos más sonados.

-¿No será de los que se llevan el muerto a casa después del trabajo?

-No, siempre he desconectado muy bien. Y ahora igual con la jubilación. No digo que por las noches no te surja algún caso. Todavía estoy por las noches con el del Pichi a ver si fue este o el otro. Siempre he pensado que todo el mundo es necesario y nadie es imprescindible. Y además luego te vas y quizás viene uno nuevo y aquello funciona mejor.

-¿Quién era 'el Pichi'?

-El primer caso que cogí como homicidio fue el del Pichi, uno que mataron en el campo por un tema medio familiar que no hubo forma de sacarlo, en el año 80 o por ahí.

-¿Qué ocurrió?

-Este del Pichi fue de esos casos que lo tienes en la mano. Le citaron para ir a cazar, le pegaron un tiro por la espalda y le remataron. Debió ser un tema de faldas. Creo que lo empezamos mal y no llegamos a él.

-¿Y las investigaciones más duras?

-Ha habido casos que nos han costado mucho, como el de los Píos, porque al principio no sabíamos por qué mueren dos delincuentes y la mujer del 'matador', y luego se descifró y se les detuvo ahí en Almería en una operación muy bonita a través de confidentes. También está el crimen del Cuchus -la muerte de una limpiadora- y el segundo de Puente Duero -el mismo criminal repitió-; el de Benita del Valle -la mujer descuartizada en Pajarillos-; el de Eki María -la joven asesinada en Parquesol-... Nos dieron trabajo pero fue más fácil llegar a ellos.

Sin pistas del 'caso Inicial'

-El único crimen sin resolver en la última década es el de la muerte del hostelero del bar Inicial en 2009, ¿qué saben de ese caso?

-No tenemos ni idea. El problema es que no sabemos por qué. Encontramos el cuchillo, pero tuvimos la mala suerte de que estaba en una alcantarilla, llovía y había agua, y se borraron las huellas. Es que no sabemos por qué un tío entra de repente en un bar y apuñala al dueño. Sí que hubo un tío al que le echó la bronca el día antes, pero nada...

-Esos casos no se archivan...

-Nunca, nunca. La Policía tiene la ventaja de que se va el policía pero siempre se queda ahí el archivo.

-¿Qué es lo más impactante que recuerda a lo largo de su carrera?

-Al final te acostumbras. Pero me acuerdo de mi primer muerto. Era un hombre al que le había dado un infarto en un garaje. Luego he visto quemados, que es horroroso; comidos por las ratas, seccionados, ahorcados... Me impactó mucho una chiquita de 15 años que un domingo volvió de la discoteca y se ahorcó con el bolso, y llegamos pronto, pero no pudimos salvarla.

-¿Cómo ha cambiado la delincuencia en las últimas décadas?

-Mucho. La delincuencia era antes, cómo si dijéramos, especializada. El que era 'palquista', que subía por los balcones, hacía prácticamente esto, o el que era 'tope', iba con una palanca, partía las puertas y entraba en los pisos. Eso ya lo toqué al final. Todo cambió en los ochenta con la droga. Es cuando la gente empieza a hacer casi de todo. Aquí el robo por excelencia era el radiocasete.

-¿Pero el poblado de La Esperanza les ponía las cosas más fáciles?

-Es cierto, era el bebedero. Lo que hacían era robar y llevarlo allí, así que hacías un control y les pillabas el producto y era cuestión de investigar a la inversa, a ver de dónde es esto... Ibas a la contra. Allí no daban dinero. Entregaban los productos y a cambio les daban la droga. La principal receptadora era nuestra querida amiga 'la Maruja'. Era la que manejaba el cotarro, aunque no era la única... Había un hombre muy simpático, 'el Goyo', que nunca salía de casa. Le metimos cinco años de condena y se escondió allí, y se cumplió cinco en casa y cinco en la cárcel porque le cogimos al salir.

-¿Pero la droga sigue ahí?

-Se ha erradicado mucho con los Monchines, aunque sigue habiendo, y habrá. Eso no lo vamos a negar.

-¿Qué caso recuerda con cariño?

-Un caso bonito fue el del robo de la iglesia de Alaejos por 'el Pinilla'. Fue bonito porque lo recuperamos todo y todo el pueblo nos lo agradeció con vivas. Fue hace mucho...

-¿Y el mayor robo?

-Me acuerdo de un robo de 300 millones de pesetas en joyas en una casa del Camino Viejo de Simancas, y conseguimos recuperar 150.

-¿Qué Policía Nacional deja?

-Parece siempre que lo pasado es mejor. Yo creo que había más vocación en la época mía que ahora. Ha habido un cambio. Hay más formación y más medios, por supuesto, pero antes estabas las 24 horas.

-Lo va a echar de menos...

-A mí me ha gustado mucho esta profesión, pero he tenido la suerte de conectar y desconectar rápido.

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