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MUNDO

«Yo no vivo sobre la tierra, vivo en la luna»

Totò Riina, el 'capo' máximo de Cosa Nostra en prisión desde 1993, ha roto su silencio y agita los grandes misterios italianos

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ CORRESPONSAL

Domingo, 2 de octubre 2011, 03:06

Totò Riina ha hablado, y es una noticia. Encerrado desde 1993 en una celda de tres metros por 1,80, el que fue el capo máximo y más sanguinario de Cosa Nostra tiene encima trece cadenas perpetuas y siempre ha guardado silencio. Pero un día, en julio de 2009, le dio el punto y llamó a un magistrado, quería hablar. Parte de esa declaración, de 73 páginas, y de otra de un año después, de 33 páginas, fue publicada el viernes por 'La Repubblica', aunque luego la Policía se presentó en la redacción y secuestró el material. Es un documento único que arroja luz sobre un personaje muy oscuro y agita cuestiones nunca resueltas de la historia italiana. Sobre todo, las conexiones de la Mafia con los servicios secretos, sus complicidades políticas y, culminación de todo ello, el asesinato en 1992 del juez Giovanni Falcone y, dos meses después, de su colega y amigo Paolo Borsellino. Descubrieron cosas que les condenaron, uno de los más inquietantes misterios de Italia.

Casi más interesante que lo que dice Riina, que cumplirá 81 años en noviembre, es cómo lo dice. El texto, transcrito con todas las imprecisiones de su italiano tosco y sus giros en siciliano, es una obra maestra de lenguaje mafioso. Podría ser un día un monólogo de teatro. Los expertos en Mafia se lo devoran leyendo entre líneas e intentado descifrar mensajes en clave. Porque los capos hablan aparentando falsa humildad, como si no hubieran roto un plato o fueran pueblerinos inofensivos. Con frases a medias, reflexiones ambiguas e ironías imperceptibles. Pero todo tiene un sentido y quien tiene que entender, entiende. Por eso son palabras que se deben coger con pinzas. El mayor sarcasmo es la presentación que hace Riina de sí mismo, asegurando al fiscal que es un preso modelo: «Yo estoy fuera del mundo, yo no vivo sobre la tierra, vivo en la luna. Si formo parte de Cosa Nostra o si soy el 'capo dei capi' (el jefe de los jefes) no tengo por qué decírselo a usted ni a nadie». Pero se ve que hay algo que le corroe.

Cuando Riina decide hablar, el 24 de julio de 2009, salían a la luz las nuevas revelaciones de 'arrepentidos' de la investigación de la Fiscalía de Caltanisetta, abierta en 2007 y aún en marcha, que pone en duda la versión oficial de la masacre de Borsellino. Ya seis días antes su abogado transmitió a la prensa una breve declaración suya: «Lo mataron ellos», en referencia al Estado. Su declaración amplía esa idea. Hay una frase especial: «Yo no conocía a Borsellino, no me ha puesto ni una multa». Riina desdeña a los últimos 'arrepentidos', Massimo Ciancimino, hijo del exalcalde mafioso de Palermo en los setenta; Vito Ciancimino, que comenzó a hablar en junio de 2008 con revelaciones explosivas; y Gaspare Spatuzza, que en diciembre de 2009 insistirá en las relaciones de Berlusconi y la Mafia. «Os usan para sus intereses», insinúa.

«A mí me vendieron»

Riina parece molesto porque quieren cargarle crímenes que dice que no son suyos. No gana nada, porque sabe que morirá en la cárcel, pero se ve que quiere quitarse una espina que tiene clavada. Recuerda la agenda roja de Borsellino donde apuntaba todo y que desapareció del lugar del asesinato -se vio a un 'carabiniere' alejarse con el maletín del magistrado- y también la tesis que coloca a los servicios secretos, en el momento de la explosión, en el castillo Utveggio, situado en una colina de Palermo e idóneo para poder accionar el telecomando. Luego se desahoga así: «¿Entonces quién ha sido? Fiscal, a mí me toman el pelo de la mañana a la noche, porque llevo 17 años en aislamiento y soy siempre yo el capo de la Mafia, a mí que me inspeccionan el correo, con cámaras en la habitación y que no me puedo hacer un bidé, ni una ducha».

Riina asegura, como si fuera un insulto, que nunca ha tenido nada que ver con servicios secretos ni sabe nada de las polémicas negociaciones con el Estado que investiga la Fiscalía de Palermo. Es el célebre 'papello', una lista de doce exigencias que Riina habría entregado para negociar el fin de la terrible guerra al Estado de los 90. Siempre se habló de él, hasta que Ciancimino dijo que lo tenía, precisamente el 14 de julio de 2009. Lo entregó en octubre. Riina insiste en que, más que ser negociador, fue «objeto de la negociación», y cree que alguien se la jugó: «A mí me vendieron». Pero descarta la responsabilidad de su chófer, tenido siempre por el chivato. También alude a la tesis que apunta a Bernardo Provenzano, su sucesor, detenido en 2006, pero afirma que no sabía sus movimientos. «Su única culpa es ser demasiado escritor», dice con sorna, respecto a su manía de enviar órdenes en 'pizzini', papelitos, que han sido muy útiles a la Policía.

El 'capo dei capi' se muestra sibilino cuando dice que un fugitivo puede durar «un año, dos años, no puede estar 24 años». Parece insinuar que alguien le ha protegido e insiste en que él va por libre y sin alianzas.

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