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M. A. P.
Sábado, 17 de septiembre 2011, 02:08
Sobrevivir en las categorías inferiores del balonmano es muy duro. Los equipos viven en un auténtico tobogan económico que les encumbra y sucumbe con la misma facilidad. Ese es el caso de Marco Mira, un jugador de 28 años que vivió los últimos estertores del Teka Cantabria y que por azares del destino recaló en la Primera División Nacional con los colores del Balonmano Huesca. Eran los tiempos en los que el equipo oscense aspiraba al ascenso a la División de Plata. No lo logró y se tuvo que volver a su tierra, a Santander, donde incluso militó en algunos equipos en los que llegó a enfrentarse en varias ocasiones a sus excompañeros aragoneses. Pero el caprichoso destino le tenía preparado una espectacular carambola a Marco Mira.
En sus tiempos en Huesca conoció a una chica, la relación fue a más y ni corto ni perezoso, tras abandonar tierras cántabras se marchó a Huesca movido por el amor. En la capital oscense Marco Mira encontró su hogar y un trabajo, pero ni se le pasó por la cabeza regresar a jugar en el Balonmano Huesca. Incluso se dedicó a jugar en un equipo local de baloncesto para matar el gusanillo del deporte.
Su vida transcurría plácidamente en la tranquila Huesca hasta que apareció José Francisco Nolasco. El técnico ilicitano, perfecto conocedor del submundo del balonmano por debajo de la Asobal se dio cuenta de que tenía a Marco Mira en la localidad y no dudó en charlar con él y proponerle jugar en el equipo la temporada pasada. Y Marco Mira aceptó, entrenó, jugó, se convirtió en todo un pilar de la defensa aragonesa y logró el mayor hito de su carrera deportiva: el ascenso a la Liga Asobal.
Y esta temporada Marco Mira disfrutará cada partido como nunca. Entre los grandes del balonmano español. Uno más entre ellos. Y con una victoria ante el Amaya San Antonio. Lo que no consiga el amor...
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