LORENA SANCHO
Sábado, 10 de septiembre 2011, 02:56
Publicidad
El tesoro escondido del Valle Esgueva, el que oculta la verdad de siglos pasados que regaron de historia las poblaciones de esta zona este de Valladolid, se custodia bajo llave en la iglesia parroquial de Santa Juliana, de Villarmentero de Esgueva. Es aquí, entre gruesos muros de ladrillo y mampostería hasta ahora fechados en el siglo XIII donde encuentran cobijo los restos de una arquitectura que pudieron ver su origen en el siglo IX. Pinturas de gran tamaño, como la de un San Cristóbal que podría ostentar el récord en la región, artesonados de madera bajo el coro y un gran arco de entrada a la sacristía son solo algunas de las joyas que ahora aguardan una inyección presupuestaria para poder abrir de nuevo al culto como la iglesia más antigua de todo el Valle Esgueva.
Hasta entonces, las misas se trasladan por falta de altar acondicionado. Tienen lugar cada jueves y domingo en el centro cívico levantado con fondos de Villa del Prado y ahora transformado en capilla con ornamentación de santos y crucificados incluida. Las tallas, en cambio, se encuentran a buen recaudo; un Descendimiento de gran valor artístico y patrimonial del siglo XIII oculta su ubicación al público mientras que el resto de imágenes lucen en fila en una de las estancias del actual Ayuntamiento, antigua escuela y también cárcel, según reza un viejo cartel a la entrada del edificio. Hace tres años que los fondos se dirigen a la iglesia de Santa Juliana, que presume de retablos de Manzanillo y de la escuela de Gregorio Fernández, pero no son suficientes para culminar la obra. «Somos un pueblo pequeño», insiste el alcalde, Santiago Torres.
De su tamaño son conscientes los 120 empadronados y 70 vecinos que viven todo el año en la localidad. Hace ya un buen puñado de años que la convivencia se erigió en protagonista de vetustas y nuevas viviendas que se dan la mano a diez kilómetros del término de Valladolid. Un mercadillo solidario con la venta de los propios productos se encarga así cada año de adquirir nuevos juguetes y utensilios para los siete niños que registra el padrón. «El año pasado compramos un futbolín y otro año hemos podido adquirir una cocina que tenemos en un salón multifuncional que utilizamos muchísimo», narran las mujeres mientras enseñan un pabellón cubierto con grandes cristaleras que recoge unas perfectas vistas al Sendero Verde del Valle del Esgueva con el que la Diputación surca la zona de caminantes.
San Juan, la fiesta de las castañas e incluso un 'Halloween' que transforma en actores a jóvenes y mayores entretiene a la población del pueblo que tomó su nombre de la 'Villa del ganadero', aquella que en otros tiempos cuenta la tradición oral que pudo albergar un castillo en el denominado Pico Cuesta Castillo. «Aquella era la zona mora y esta la cristiana», se apresura a especificar una mujer.
Publicidad
La historia lucha ahora por hacerse un hueco en una población que ansía habitantes. El último niño en nacer en el pueblo fue el propio alcalde. «Tenemos que subir», dice.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.