Los higos, las lágrimas del otoño
En Castilla y León son famosas por su calidad las cosechas de las higueras del Valle del Tiétar, en Ávila, y Cáceres
ANA SANTIAGO
Sábado, 10 de septiembre 2011, 02:54
Sabor dulce y suave. Delicado. El primer árbol del Valle del Edén fue una higuera y las culturas mesopotámicas la denominan el árbol del conocimiento y otras muchas le otorgan poderes afrodisíacos, valores sexuales, sentidos sagrados , honor y fuerza. Y ya lo decía Mahoma: «Si pudiera traer un fruto del paraíso, este ciertamente seria el higo» (Zamakkschar, erudito del Corán).
Fue el primer árbol que sembraron los españoles en Perú y la fruta favorita de Cleopatra -envenenada por una serpiente aspid que llegó en un canasto con higos- y los griegos también la asociaban con el amor y la fertilidad. Tanto los antiguos egipcios como los dioses griegos aparecían siempre con collares de higos.
La higuera es originaria del Mediterráneo y sus frutos han sido muy apreciados por las diferentes culturas que se han asentado a orillas de este mar. Los principales países productores son España, Italia, Grecia, Turquía, Israel, Francia, Estados Unidos y Brasil. Dentro del territorio nacional destacan los cultivos de Huesca (Fraga), Lérida, Ávila y Cáceres (Sierra de Gredos), Murcia y Alicante.
Las brevas y los higos son las infrutescencias de la higuera, árbol que pertenece a la familia de las Moráceas y que consta de más de 1.500 especies de árboles y arbustos. La breva es el primer fruto, se da en verano, que anualmente ofrece la higuera, y el higo el de la segunda cosecha del mismo árbol. Más variada y tardía, llega con el otoño, hacia el mes de septiembre y suele encontrarse hasta noviembre. Ambos son como lágrimas verdes o moradas con un jugoso fruto en su interior lleno de semillas que se comen, incluso la piel es comestible; aunque no hay que olvidar lavarla muy bien.
Las higueras del Valle del Tiétar comienzan a ofrecer, entre sus hojas rasposas y su sombra fría, la más heladora entre las sombras, sus frutos a partir de octubre y pueden producir hasta 700.000 kilos de higos. Portugal es uno de los países que más demanda a esta zona abulense y cacereña, fundamentalmente secos.
Frágil y perecedero, solo puede encontrarse todo el año seco, es muy habitual en las mesas navideñas y cuando se quiere dar un toque exótico al menú. Resulta un excelente acompañamiento para cualquier tipo de carne asada o de caza. Su combinación con el cerdo y el pato es acertada y, como postre, simplemente solos o en preparaciones más sofisticadas como el helado resultan siempre especiales.
El higo maduro es muy digestivo porque contiene una sustancia llamada Cradina y tiene también pentosanas y ácido cítrico, málico y acético. Poseen una cantidad de azúcar superior al resto de las frutas. De ahí que su valor calórico sea muy parecido al del plátano o la uva; aunque es pobre en grasas y en proteínas, pero rico en agua, minerales y fibra.
También es un buen emoliente, un suave laxante, un buen diurético y un excelente pectoral.
Hay fundamentalmente tres grupos de higos: las variedades blancas, de color blanquecino, amarillento o verde cuando están maduros; las coloreadas, incluyen los frutos de color azulado más o menos claro, y las variedades negras, de color rojo oscuro o negro. El higo es un fruto que ha formado parte de la dieta habitual de diferentes culturas desde la Antigüedad.
En Egipto, en la pirámide de Gizeh (hacia el 4.000 a 5.000 antes de Jesucristo) se han encontrado dibujos sobre su recolección. En el libro del Éxodo están entre los frutos que los exploradores de Canaán llevaron a Moisés. Siempre fueron un alimento esencial para los griegos, las higueras se consagraban a Dionisios, el dios de la renovación. Cuando se fundaba una ciudad, se plantaba una higuera entre el ágora y el foro para señalar el lugar donde se reunirían los ancianos. Fue el manjar predilecto de Platón, por ello se la conoce como la fruta de los filósofos. Galeno recomendaba su consumo a los atletas que participaban en los Juegos olímpicos. Y es que, tanto secos como frescos, son un excelente tónico para las personas que realizan esfuerzos físicos o intelectuales.
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