Los vigilantes de la cuenca
Los 59 agentes que componen hoy la guardería fluvial recorren al año 28.000 kilómetros El cuerpo que se encarga de la protección de 50.000 kilómetros de cauces en la región cumple 50 años
ELENA RODRÍGUEZ
Lunes, 29 de agosto 2011, 02:57
Una Vespa de 49 centímetros cúbicos, papel, bolígrafo, gabardina, gorra y mucha ilusión. Ésas eran las herramientas con las que nació, hace ahora medio siglo, la Guardería Fluvial de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), un cuerpo que se encarga de la vigilancia y protección de los más de 50.000 kilómetros de cauces de la cuenca de este río, así como de los numerosos sistemas acuíferos, como pozos o aguas subterráneas.
Ahora, esta Guardería está conformada por 59 guardias. Cuando comenzaron, hace 50 años, eran apenas una treintena. Para que se haga una idea de la tarea, actualmente recorren una media de 28.000 kilómetros al año. Si tenemos en cuenta que el territorio es el mismo y que hace medio siglo eran la mitad de guardas, se entiende las grandes dosis de ilusión y ganas de trabajar que tenían los primeros hombres que iniciaron esta tarea. Subidos a sus motocicletas, sufriendo constantes pinchazos, hicieron casi una labor de «evangelización» del territorio para dar a conocer que había un nuevo organismo que aplicaba la ley en materia de aguas y que la Confederación no era una mujer a la que había que rendir cuentas sobre los pozos que se proyectaban. Lo cuenta Eugenio Sanz, guarda mayor de Valladolid, quien lleva ejerciendo como tal 25 años y que cuando comenzó coincidió con los hombres que iniciaron este trabajo. Su labor, por lo novedosa, era difícil de entender para muchos ciudadanos, a los que había que explicar, entre otras cosas, las determinaciones establecidas en la entonces vigente Ley de Aguas que databa del año 1879.
La primera promoción estaba compuesta por 31 guardas fluviales y tenían distribuido el trabajo en cinco demarcaciones, dependían de la Comisaría de Aguas y su principal objetivo era la custodia y vigilancia de todos los ríos de la cuenca, así como velar por el cumplimiento del reglamento de policía de aguas y sus cauces.
Entre los años 60 y 70 se encargaron de hacer un reconocimiento de muchos de los ríos de la cuenca, desde su nacimiento hasta su desembocadura, identificando infraestructuras como puentes, azudes o molinos o las derivaciones de agua y los vertidos. Estas 'modulaciones' son un ejemplo del trabajo de apoyo que la Guardería Fluvial ha prestado siempre a los técnicos y que constituyen un valioso testimonio gráfico, no solo de nuestros ríos, sino de la realidad socioeconómica de toda una época. Los primeros guardas fluviales eran también un poco artistas, ya que dibujaban a mano alzada los croquis de las zonas en las que había un puente, una presa de riego o un molino. Cada una de estas 'modulaciones' la recogían en una ficha con el nombre de la provincia y la localidad en la que se encontraba, una fotografía, un pequeño texto -escrito con las antiguas máquinas de escribir- y un dibujo de la zona.
El paso del tiempo trajo las consiguientes innovaciones en aspectos tan significativos como los medios técnicos empleados, los vehículos utilizados o los uniformes. El papel y el lápiz han ido dando paso a la cámara digital, el GPS y el ordenador portátil, y los ciclomotores se han sustituido por vehículos todoterreno totalmente equipados.
En este medio siglo no solo se ha duplicado la plantilla, que cuenta, además, con varias mujeres, sino también sus obligaciones, ya que a partir de la promulgación de la Ley de Aguas de 1985, la Guardería amplió su campo de acción a las aguas subterráneas. Desde el organismo de cuenca se señala que «se trata de uno de los colectivos dentro de la CHD que más ha tenido que adaptarse a las circunstancias cambiantes y que ha tenido que asumir mayor número y variedad de tareas, pero que responde y ha respondido a lo largo de sus 50 años de historia tanto a su labor cotidiana como en circunstancias extraordinarias».
Nueve mil informes
Tras la creación de la escala de agentes medioambientales, a la que pertenecen hoy la mayoría de los guardas, y con el fin de lograr un mayor equilibrio de funciones, en el año 2009 se reorganizó la Guardería Fluvial, sustituyendo las demarcaciones anteriores -que de las cinco iniciales habían llegado a ser ocho- por once nuevas divisiones denominadas zonas. Se consiguió así articular el territorio en unidades de más fácil gestión, mejorando la colaboración con otras entidades que cooperan en la vigilancia del Dominio Público Hidráulico, como son el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil, los agentes medioambientales de las comunidades autónomas o los servicios de Protección Civil.
Solo en el año 2010, la Guardería Fluvial elaboró más de 9.000 informes relacionados con la tramitación de autorizaciones, concesiones, extinciones y revisiones de usos de aguas superficiales y subterráneas o con la ejecución de obras dentro del Dominio Público Hidráulico. Realizó 692 denuncias, hizo un especial seguimiento de la campaña de riego e intervino en varias incidencias extraordinarias, como varias mortandades piscícolas o los nueve episodios de avenidas que tuvieron lugar durante el pasado año.
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