La fortuna de los Alba
PPLL
Domingo, 21 de agosto 2011, 03:10
Ala duquesa de Alba no hay quien le tosa. Menos sus hijos. El atrevimiento demostrado hace poco más de un mes por el jinete Cayetano Martínez de Irujo, el quinto de sus seis vástagos, que expresó en público el rechazo a la boda de su madre con el funcionario Alfonso Díez Carabantes, tuvo una respuesta inmediata. Unos días después, el 4 de julio, Cayetana Fitz-James Stuart y Silva convocaba a todos sus descendientes ante notario para comunicarles la parte que cada uno heredará de su ingente patrimonio. La decisión llevaba meses cocinándose. Asesorada por sus abogados, Cayetana ha optado a los 85 años por repartir parte de su fortuna en vida y así matar varios pájaros de un tiro: tener vía libre para unirse por la iglesia con su novio, veinticinco años más joven, evitar trifulcas entre sus hijos a su muerte y ahorrarles una tributación excesiva en el supuesto de que a la Comunidad de Madrid se le ocurra recuperar el impuesto de sucesiones. Al hacerlo por donación, el pago a las arcas públicas será mínimo. Y no es asunto baladí. Cada hijo recibirá 110 millones de euros, incluidas las propiedades de las que ya disfrutan. A falta de conocer el reparto de la herencia que falta, la parte de libre disposición, que también podría recaer en ellos, en asociaciones benéficas que la duquesa amadrina, en sus nietos o en su próximo marido, todo queda bien atado. Casi 1.000 millones de euros ya tienen destino.
Como futuro XIX duque de la Casa de Alba, Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo (Madrid, 1948), duque de Huéscar, primogénito de Cayetana, se beneficia del grueso de las posesiones que, de hecho, ya gestiona como vicepresidente de la fundación que impulsó Jesús Aguirre, segundo esposo de la duquesa, ese intelectual que nunca fue bien visto por la aristocracia española al haber sido cura, 'rojo' e hijo de madre soltera, el hombre al que más ha querido en su vida, según ella misma ha confesado. Aguirre tuvo una gran visión de futuro y un especial interés, compartido por la más Grande de España (por el número de veces que lo es debido a sus títulos nobiliarios), en salvaguardar el valiosísimo legado de palacios, obras de arte y fincas. La fórmula elegida para sortear los avatares de la historia, que en algunos siglos han mermado un patrimonio difícil de valorar (algunos expertos lo cifran en 3.500 millones, lo que la situaría en la lista 'Forbes' de los más ricos del mundo), fue precisamente la de crear una fundación para preservar los bienes diseminados por toda la geografía española. Muchos de los edificios -palacios y castillos- han sido declarados de interés cultural, antes llamados monumentos nacionales, por lo que la Casa de Alba está obligada por ley a mantenerlos en buen estado de conservación. A cambio, se beneficia de suculentas exenciones fiscales.
Los salones de Liria
En manos de Carlos Fitz- James Stuart, que junto al tercer hijo de la duquesa, Jacobo Fitz-James Stuart (Madrid, 1954), conde de Siruela, son los dos vástagos que anteponen el apellido materno al paterno, quedan los palacios de Liria, en Madrid, y el de Monterrey, en Salamanca. El primero, un espectacular inmueble de sello neoclásico (siglo XVIII) de 35.000 metros cuadrados en pleno centro de Madrid, sede de la fundación, acoge la mayor parte de la colección pictórica y archivística. Entre sus muros, la duquesa pasó los peores y mejores momentos de su azarosa vida. Allí nació y fue separada de su madre, María del Rosario de Silva y Gurtubay, XV duquesa de Aliaga y marquesa de San Vicente del Barco, para evitar que le contagiara la tisis que se la llevó a los 33 años. Cayetana, hija única, solo era una niña: tenía ocho años. Vivió la Segunda Guerra Mundial en Londres, donde su padre era embajador de España, estudió con un hijo de Tolstói, entabló amistad con Isabel II y hasta fue reverenciada por las hijas de Churchill, pariente lejano, como dicen que también lo es de Cristóbal Colón. Cuando la joven Cayetana regresó a sus orígenes vio que el palacio de Liria había quedado reducido a cenizas por un bombardeo de la aviación franquista. Se salvaron las paredes y la mayoría de los cuadros, manuscritos y documentos que, al estallar la Guerra Civil, su padre depositó en el Banco de España y la Embajada británica. Las llamas devoraron la colección de grabados. Cayetana juró a su progenitor que lo restauraría, empeño en el que liquidó gran parte de su herencia. Y reinventó esos salones y habitaciones en los que vivieron sus ancestros y en los que murió, entre otros célebres ilustres, la exemperatriz Eugenia de Montijo. De ella era la tiara de perlas que Cayetana lució en su boda en 1947 con Luis Martínez de Irujo, padre de sus seis hijos. En 1998 volvería a adornar la cabellera de la benjamina de la familia, Eugenia, durante el enlace con el torero Francisco Rivera Ordóñez, también en la catedral de Sevilla. En Madrid nacieron todos los hijos de la díscola duquesa y de su primer esposo, el industrial Pedro Luis Martínez de Irujo, y entre los inigualables jardines de palacio también saboreó su gran amor con Jesús Aguirre. Tras su muerte, en 2001, prefirió el olor a limones y azahar de la finca sevillana de Las Dueñas. Es otra de las grandes mansiones, construida entre los siglos XV y XVI, cuna de Carlos Falcó, marqués de Griñón, y de Antonio Machado, hijo del administrador del palacio, lugar que el poeta inmortalizaría en los versos «Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero...». La residencia, que alberga una colección artística y decorativa de 1.425 piezas, con lienzos de Bassano, Luca Giordano, Zuloaga o Romero de Torres según inventario de la Junta andaluza, la hereda su nieto Fernando Fitz-James Stuart, de 21 años y primogénito del hoy heredero de la Casa de Alba.
La casa donostiarra de Arbaizenea, otra de las favoritas de la mujer que en Europa bate récords en títulos nobiliarios y a la que una leyenda le atribuye estar por encima de Isabel II en cuestiones de protocolo por la antigüedad del ducado de Liria, la disfrutará su hijo Cayetano (Madrid, 1963), conde de Salvatierra. Residencia estival de la familia desde su boda con Martínez de Irujo, de quien heredó esas 15 hectáreas desde las que se divisa la playa de La Concha, por ella ha paseado la duquesa los últimos veranos del brazo del palentino Alfonso Díez, entre hortensias y robles centenarios.
Al incontable lote de inmuebles de la Casa de Alba hay que sumar una veintena de castillos, como el de Castronuevo, enclavado en una finca agropecuaria del pueblo abulense de Rivilla de Barajas; el de Coca, en Segovia, cedido al antiguo ministerio de Agricultura a cambio de su restauración, o el de los Osorio -ascendientes de los duques de Alba- en Valdunquillo (Valladolid), del siglo XVII. Tampoco hay que olvidar el que la familia posee en la zona que vio nacer a sus primeros ancestros, el de Alba de Tormes. El rey Juan II otorgó en 1429 la villa a Gutierre de Toledo, obispo de Palencia y promotor de la fortaleza, que más tarde sería ampliada por García Álvarez de Toledo, primer duque de Alba, título hereditario que Enrique IV de Castilla le concedió en 1472 al convertir el condado de Alba de Tormes en ducado.
174 veces Mónaco
La Casa de Alba es propietaria de unas 34.000 hectáreas de terreno, cifra que supera en casi 174 veces los 1,95 kilómetros cuadrados de la superficie del Principado de Mónaco. Las sociedades Euroexplotaciones Agrarias Eurotécnica Agraria, Agrotecsa, Castrofresno y Agralsa las gestionan desde el palacio de Liria, mientras Inversiones Princesa se ocupa de los negocios inmobiliarios. Destacan las fincas sevillanas de La Pizana, en Gerena, de 600 hectáreas y de la que se beneficia Eugenia (Madrid, 1968), junto a Sa Ufabaguera en Ibiza. Las Arroyuelas, en Carmona, la recibe Cayetano; la de Las Cañas, en Marbella, Fernando (Madrid, 1959), el cuarto hijo. Alfonso (Madrid, 1950), el segundo, se hace con la finca del ruinoso castillo de El Tejado (siglo XIV), en Calzada de Don Diego (Salamanca).
Por interés social, la Junta de Extremadura expropió en 1991 las parcelas de Cabra Alta y Cabra Baja, en Badajoz, explotadas desde 1940 por una asociación de arrendatarios del pueblo de Zahínos. En compensación, la duquesa, administradora titular de la Fundación, recibió 400 millones de pesetas. Tantas parcelas agrícolas han permitido a Cayetana beneficiarse de sustanciosas ayudas de la PAC, por las que ha tenido que enfrentarse (y no siempre del mejor modo) a las críticas de los sindicatos. El SOC (Sindicato Obrero del Campo) montó una manifestación el día que la Junta, presidida por Manuel Chaves, nombró a Cayetana Hija Predilecta de Andalucía, el 28 de febrero de 2006. Protestaban porque las ayudas europeas no revertían directamente en los trabajadores. Intervención policial, catorce heridos y los insultos de Cayetana, llamando «delincuentes» a los manifestantes, son ya historia.
¿Mil millones, dos mil, tres mil? ¿Cómo valorar la pinacoteca, los manuscritos de Colón, la biblioteca? Nadie se atreve a cuantificar el valor económico de las posesiones de la Casa de Alba, a las que ha renunciado por escrito el novio de la duquesa, asunto que puede acarrear complicaciones legales, porque, como dice el abogado Jesús Barba Calvo, «no se puede renunciar a lo que no se tiene». Barba es el letrado defensor de la fundación Casa Medina-Sidonia, que administra todo el legado de la polémica duquesa Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura (conocida como la Duquesa Roja), quien dejó a sus hijos sin blanca, se casó con su compañera Liliana Dahlman horas antes de morir, el 7 de marzo de 2008, y la nombró presidenta de la fundación. Ella gestiona el palacio de Medina-Sidonia, en Sanlúcar de Barrameda, que alberga uno de los archivos privados más importantes de Europa.
Pilar González de Gregorio, la única mujer de tres hermanos, no ha tirado la toalla y reivindica su parte. Barba asegura que los hijos de Luisa «no tienen ninguna posibilidad legal», algo de lo que discrepa esta amiga de la duquesa de Alba, que precisa a V que su madre «nombró a Dahlman heredera universal, como si nosotros no existiéramos». El caso de los Alba es distinto y parece que Cayetana no dejará ningún cabo suelto para disfrutar de su relación con Alfonso Díez cuando se casen, vestida por sus amigos Victorio & Lucchino, en una ceremonia íntima. Y todos sus hijos, hasta Cayetano, han prometido asistir a la boda.
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