Calderé, el ladrón de ideas
El entrenador del Palencia se mira en el espejo de Cruyff o Miguel Muñoz, que le dirigieron como jugador
ÁLVARO MUÑOZ
Lunes, 11 de julio 2011, 03:05
¿Quién vistió junto a Butragueño la camiseta de España en el Mundial de México de 1986? ¿Quién ha compartido vestuario con jugadores míticos como Bernd Schuster o Víctor Muñoz? ¿Quién es el nuevo técnico del Palencia? Todas esas preguntas tienen por respuesta al mismo protagonista: Ramón María Calderé, que ocupará el banquillo del equipo morado la próxima temporada. Este es su presente más inmediato, pero su pasado ha estado marcado por éxitos que empezaron en la temporada 1980-1981 cuando, cedido por el Barça, debutó en Primera División con el Real Valladolid con 21 años.
No cuajó una gran temporada, pues tan solo disputó 37 minutos. Y volvió a Barcelona, ciudad donde ahora parece que germinan todas las futuras promesas del fútbol. Allí prosiguió un largo camino en el filial que terminó con un debut soñado con el primer equipo. Gol y victoria ante el Real Madrid en el Santiago Bernabéu en la temporada 1984-1985.
«Fue un centro por la derecha de Víctor, yo entraba desde el costado izquierdo, rematé en plancha y batí a Miguel Ángel», comenta Calderé, con la memoria aún fresca.
Ese fue el primer gran recuerdo que guarda el nuevo entrenador del Palencia. A partir de ahí siguió una larga lista de éxitos con una Liga, una Copa del Rey, una Supercopa y una Copa de la Liga incluidas que, aún hoy, continúan siendo objeto de conversación cada vez que se encuentra con compañeros como Víctor Muñoz, Rojo, Moratalla, Clos o Pichi Alonso.
Triunfos que han formado parte de la etapa como futbolista de Calderé y que han pasado a la historia, como también lo fueron anécdotas que todavía recuerda con una sonrisa en el rostro. «Me acuerdo que tenía un coche blanco, y una vez, al término de un entrenamiento, Julio Alberto y Marcos Alonso me pintaron una cruz roja en el capó. Parecía más una ambulancia que un coche», recuerda Calderé.
En su etapa en el Barcelona, Calderé llegó a jugar con uno de los astros del mundo del fútbol, Diego Armando Maradona. «Jugué un partido de la Copa de la Liga. Es un privilegio, porque es uno de los mejores jugadores que he visto en mi vida. A Messi todavía le falta ganar algo importante con su selección», manifiesta el técnico del Palencia.
Un bonito recuerdo que Calderé no olvidará jamás, aunque ya por aquella época se anticipara la cuesta abajo del astro argentino. «Es una persona muy humilde. Empezó en Barcelona a rodearse con gente que no debió. Tenía unas amistades que le terminaron perjudicando», señala Calderé, que comparte con el 'Pelusa' una pequeña curiosidad con el dopaje.
1986. Mundial de México. Ramón María Calderé ingiere alimentos en mal estado, lo que le hace enfermar y pasar dos noches ingresado en un hospital. Ello, a su vez, deriva en unas anginas. El médico de la selección le suministra un jarabe, lo que le provoca un positivo en el control 'antidoping'. «Lo pasé muy mal durante dos días. En aquel momento era más importante la salud. No te puede hacer nada tomar un jarabe para la tos. Al final se explicó la situación, y no pasó a mayores», agrega Calderé que, añade que «fue una situación similar a la que vivió Maradona en el Mundial de Estados Unidos en 1994. Fue la última vez que hablé con él».
Calderé emprendió después un nuevo camino en su trayectoria profesional. Colgadas las botas, cambió el césped por el banquillo. Una posición poco ocupada por él en su época como futbolista, pero que le sirvió para ir formándose pequeñas ideas y crear un estilo de juego propio. «Hace poco escuché a Pep Guardiola autodefinirse como un ladrón de ideas. Es una frase que he utilizado desde que soy entrenador», comenta.
Estas ideas proceden, sobre todo, de su carrera deportiva, donde aprendió de entrenadores como Johan Cruyff, Miguel Muñoz o Luis Aragonés. «Solo estuve tres meses con Cruyff, y es una lástima que no pudiera estar más. Al final se ha demostrado todo lo que hizo con y por el Barcelona», apostilla.
Precisamente en el verano en que llegó Johan Cruyff al Barça, en 1988, Ramón María Calderé ponía rumbo a Sevilla con la polémica en la maleta después del famoso 'motín del Hesperia', cuando, por disputas económicas con el presidente José Luis Núñez, una gran parte de los jugadores del Barcelona abandonaron la disciplina catalana. «Me hubiera gustado quedarme algún año mas. Pero lo importante en la vida es ser feliz», afirma Calderé.
El Mundial de México
Felicidad que encontró antes en el Mundial de México de 1986. Con esta cita internacional, Calderé ponía la guinda a una trayectoria impoluta. «De pequeño siempre soñé con vestir la camiseta del Barcelona. Lo que no me esperaba era lucir también la de la selección española», agrega Calderé, que estaba seguro de que ese año España estaba capacitada para poder conseguir el título. «Siempre es necesario un poco de fortuna. Esa buena suerte que tuvo la selección hace un año». En México, Calderé destacó en el partido contra Argelia en la fase de grupos. España ganó 3-0 y el catalán metió dos goles. El otro tanto fue del gijonés Eloy Olaya, quien falló el penalti definitivo en cuartos de final.
Otro recuerdo que guarda del combinado nacional era la escasa relación con Ricardo Gallego y Míchel. «Sobre todo con Ricardo Gallego. Había entradas de una agresividad tremenda. Luego llegábamos a la selección y todos defendíamos al país», recuerda Calderé, a raíz de la polémica suscitada en abril con la disputa de los cuatro Madrid-Barça.
Calderé es ahora el técnico del Palencia. Un hombre que ha sido capaz de bajarse de la nube en la que viven los futbolistas de elite y asumir la realidad de entrenar a equipos de Segunda B y Tercera. «Espero llegar algún día a Primera División, me gusta ir poco a poco, como me pasó en mi etapa como futbolista», asegura.
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