El diestro vallisoletano Joselillo, tras cortar una oreja, :: V. LÓPEZ-EFE
CULTURA

Joselillo, ídolo de Pamplona

PACO AGUADO. EFE

Domingo, 10 de julio 2011, 03:44

Publicidad

Las peñas 'de sol' puede que no presten mucha atención a lo que sucede en el ruedo, pero sí que tienen memoria. Por eso, en recuerdo de anteriores triunfos en esta plaza, Joselillo fue recibido desde el paseíllo con gritos de ánimo por la parte más ruidosa del tendido y el diestro se empeñó en no defraudar a sus seguidores pamploneses. Y así fue como le cortó la oreja, la única del festejo, a un tercer toro que, si manseó en los primeros tercios como todos sus hermanos, tuvo un excelente comportamiento en el último y definitivo.

Fue siempre a más el de Dolores Aguirre en una faena que el vallisoletano Joselillo abrió espectacularmente, plantándose de rodillas en los medios, para después afanarse con quietud de planta para ligar los pases, aunque también con cierta celeridad de brazos y muñecas que restó rotundidad a un trasteo en el que el toro siguió embistiendo con profundidad y de manera incansable. Finalmente, una estocada de sincera y lenta ejecución anuló las posibles reticencias para que le fuera concedido el trofeo.

El sexto, por contra, fue con diferencia el peor toro de la corrida. Igual de manso de salida pero este fue desarrollando un creciente peligro que Joselillo palpó a cada pase en el que se libraba de la cornada. Apoyó 'el sol' con la misma fuerza que en el turno anterior, aunque no fue suficiente para que el vallisoletano acabara desfondado por un enemigo al que logró 'cazar' a la primera de una estocada cobrada con fe y que acabó de liberar la tensión.

Aún hubo más toros con posibilidades en la muleta, como los dos de Alberto Aguilar: un segundo manso que iba y venía con el hocico por la arena y un quinto agalgado y de hechuras 'miureñas' que humilló con clase por el pitón izquierdo. Tuvo el madrileño más voluntad que acierto con el primero, y logró, por momentos, los mejores pases de la tarde con el otro: varios naturales largos, enganchando la embestida con los flecos de la muleta, que acabaron difuminados tras un remate desangelado y un pinchazo previo a la estocada.

Publicidad

El tono ganadero de la tarde, el de esa manifiesta mansedumbre inicial que se tornaba en manejable nobleza en el último tercio, lo marcó ya el toro que abrió plaza. Aunque rajado y aquerenciado en las tablas de sol, el de Dolores metía la cara con vibración tras el engaño. El sevillano Salvador Cortés equivocó la estrategia de terrenos y le dejó demasiada iniciativa al animal, que fue siempre quien puso el ritmo de la faena. El cuarto no fue tan claro sino que le faltó entrega.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad