
DANIEL GARCÍA-MORENO.
Jueves, 26 de mayo 2011, 02:14
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La Catedral de Ávila luce ya su recién restaurado trascoro. Tras cuatro meses de trabajos, en los que han sido eliminados pátinas, polvo y suciedad de la caliza con la que se construyó este monumento del siglo XVI, luce en todo su esplendor. Se trata de una de las piezas más emblemáticas y que todo visitante se encuentra nada más cruzar la entrada de la Catedral.
Gloria Solé y Alberto Santos, restauradores de la empresa Sabbia, firman este «viaje en el tiempo» que nos permite visualizar la pieza «tal y como estaba cuando se creó». Esto ha sido posible mediante una inversión de 52.585 euros, gracias a los que se han podido emplear materiales y técnicas similares a los utilizados en su creación original. Principalmente, la restauración se ha centrado en eliminar suciedad.
«En todos estos años han pasado demasiadas cosas ante este trascoro. Humo, velas, el tacto de personas, el frío » afirma Vicente Aparicio, administrador de la Catedral, quien ha hecho hincapié en que se está esperando la decisión de la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León para restaurar la puerta noroeste, más conocida como puerta de los Apóstoles, ya que las figuras de piedra caliza tienen un deterioro «grave» y con riesgo de perderse, así como también las alturas del templo. Así, Ávila vuelve a ofertar otro reclamo religioso y cultural en el interior de una Catedral que no deja de desvelar sorpresas y tesoros.
El trascoro representa una espectacular Biblia de piedra caliza que recoge en siete magníficas escenas la infancia de Jesús. Es obra de Juan Rodríguez y Lucas Giraldo, alumnos de Vasco de la Zarza, quienes emprendieron el trabajo en 1531 y que fue terminada en 1544.
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En la restauración se ha optado por la «eliminación de las intervenciones que no son correctas y se han mantenido aquellas que realmente no dañan al monumento». Es decir, se han retirado las «pátinas falsas» que existían, como colas orgánicas, barnices, ceras o humo de velas. Asimismo, se ha vuelto a colocar el llagueado que estaba casi desaparecido y se han repuesto figuras que estaban en «muy mal estado». Alberto Sabia, uno de los restauradores, destacó a Ical que la parte inferior del trascoro estaba cubierta de óleos y presentaba los daños más numerosos y graves, desde golpes y «picotazos» hasta «mutilaciones» debido a que es la zona más accesible.
Esas reparaciones se habían efectuado con escayola. Tan solo se han eliminado las añadiduras incorrectas para «dejar que el monumento contara su propia historia». Además de reparar las llagas, se han consolidado zonas sueltas para dar «un aspecto más vivo al retablo».
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La obra
El trascoro representa, en el caso de Ávila, la infancia de Jesús con un delicado estilo renacentista plateresco. Así, se desarrolla en siete escenas el ciclo bíblico de la infancia de Jesús, desde la Inmaculada Concepción de María -representada por los padres de esta, santa Ana y san Joaquín-, la Visitación, el Nacimiento, la Adoración de los Reyes -con dos figuras negras, Baltasar y un paje-la presentación en el templo, la huida a Egipto, la matanza de los inocentes y Jesús en el templo entre los doctores.
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