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Fernando de la Calle y Haru Nakayama posan con dos balones de rugby. :: ANTONIO QUINTERO
RUGBY

Añejos Quesos de leyenda

Fernando de la Calle y Nakayama son los abuelos de la División de Honor

VÍCTOR BORDA

Viernes, 29 de abril 2011, 03:28

Hace casi un cuarto de siglo, Fernando de la Fuente 'Canas', decidió que había tres juveniles que tenían que dar el salto al primer equipo del VRAC. Eran José Harumori Nakayama, Fernando de la Calle y Miguel Velasco 'Miguelón', actual entrenador del Quesos Entrepinares. En ese tiempo ha habido muchos golpes, lesioncillas y lesiones más graves, alegrías en forma de título, decepciones en forma de derrotas... Pero Nakayama (Madrid, 15-4-1970) y Calle (Valladolid, 8-6-1970) siguen en activo. El primero ya luce cuarenta y una primaveras en su documento nacional de identidad. El segundo se apunta a esa edad en poco más de un mes. Son los veteranos del Quesos Entrepinares e incluso de la División de Honor. Dos Quesos añejos, en su justo punto de curación rugbística que entran ya en la categoría de leyenda en su club.

El exinternacional apunta a que posiblemente la próxima temporada será la última que milite en el primer equipo del VRAC. El talonador, por su parte, ha decidido dar un paso a un lado y seguir jugando pero con menores obligaciones y en función de las necesidades que tenga el plantel de Miguelón.

En estos 23 años, el deporte del oval ha cambiado bastante. Calle destaca el profesionalismo al que ha derivado el rugby en los últimos tiempos. «Antes era un deporte de amigos que ahora cuenta con jugadores de fuera de tu ciudad e incluso de tu país. Esto afecta a la convivencia, que no es peor ni mejor, solo diferente», explica.

Nakayama da la razón a su compañero y, aunque reconoce un auge del profesionalismo, «este no pasa del 20% o 30% en los equipos punteros. Lo que no ha cambiado es el nivel de exigencia, que es siempre máximo».

Preguntados por si la longevidad de sus carreras obedece a que ambos actúen de delanteros, Calle reconoce que puede ser así. «En España hay muchos jugadores que se retiran jóvenes, sobre todo tres cuartos, pudiendo dar más de sí mismos. La edad no es el problema, sino tener la fortuna de poder competir hasta la cuarentena», explica.

Su compañero de delantera va más allá. «Con el paso de los años, lo que más pierdes es velocidad y eso es lo que más necesita un tres cuartos».

Asumen con naturalidad la función de hacer de cemento en un vestuario con mucha gente joven. «Sale como algo natural. Antes no era necesario porque toda la plantilla éramos gente de la casa y ahora somos un grupo mucho más heterogéneo. Los veteranos tratamos de transmitir nuestra experiencia y ayudar en lo posible a que funcione mejor un grupo tan diverso como el que hay», indica Haru Nakayama.

La pregunta es obligada: ¿Qué queda de aquel Quesos Entrepinares que comenzó a ganar títulos a finales de los años noventa? Calle lo tiene claro: «El espíritu de lucha y sufrimiento. Hemos tenido épocas buenas y otras no tanto, pero siempre hemos dado todo dentro del campo. Tenemos la misma filosofía de rugby, aunque tienes que preocuparte de que la gente que viene de fuera se encuentre en sintonía con ella».

Nakayama destaca que los jugadores que vienen de otras latitudes «son de calidad y nos ven al principio un poco a los españoles como que no sabemos muy bien jugar a esto. Con el tiempo aprenden a apreciar tus consejos y que les transmitas tus valores como club. Al final lo asimilan porque se trata de algo totalmente natural».

Ambos compartieron vestuario con Miguelón en la etapa más destacada del Quesos Entrepinares como club, con Canas en el banquillo. Ahora lo 'sufren' como entrenador, pero sienten por él una especial admiración. «Me siento orgulloso de que me entrene una persona como Miguelón, que sabe mucho de este deporte y que está involucrado con el rugby las 24 horas del día. Siempre se encuentra planificando o coordinando algo. Con toda esa entrega y ganas que le echa no podríamos tener otro entrenador mejor, incluso pagando una millonada, en España», dice Calle.

Recuerdos

El talonador es de la misma opinión que su compañero. «Si hubiéramos tenido un entrenador de fuera posiblemente no hubiéramos seguido jugando tantos años. Miguelón es un hombre al que puedes decirle cosas que él suele aceptar si ve que son interesantes para el funcionamiento del grupo», resalta.

En el capítulo de los malos recuerdos de estos 23 años en la élite del rugby español, estos dos estandartes queseros coinciden en lo que peor recuerdo les ha dejado: las lesiones. Calle ha sufrido dos de gravedad en su dilatada carrera. Se rompió el tobillo y le rompieron la mandíbula. Hace hincapié en que el dolor de las derrotas dura un tiempo, pero que lo olvidas.

En el otro lado de la balanza están los grandes recuerdos de más de dos décadas de rugby. «Hay varios momentos a los que tengo un especial cariño. El primero, el ascenso a División de Honor, que es el momento en el que te das cuenta que estás con los mejores. El segundo, la primera ocasión en la que pudimos ganar a El Salvador, pues era el único de los grandes de la competición que nos quedaba por derrotar. Al principio, caíamos muy bien. Cuando comenzamos a ganar, ya no tanto», explica Calle.

Nakayama comparte su emoción cuando recuerda el ascenso a la División de Honor. «Luego está el momento en el que notas que los rivales empiezan a verte como un contrincante peligroso».

¿Qué aporta la veteranía? Calle lo tiene claro. «Estabilidad en el juego y saber estar en el campo. No ponerte nervioso en el césped en los momentos importantes y saber cómo tratar a determinado tipo de jugadores». Nakayama, por su parte, destaca que «aún sigo aprendiendo. Los años de juego te dan más visión del juego. Sabes qué necesita el equipo y lo que puedes aportar en cada momento al grupo».

Eso sí, Fernando de la Calle asegura que «lo que no da la veteranía es no ponerte nervioso en las citas importantes. En la última Copa del Rey estaba como si fuese la primera final de mi vida».

Ambos jugadores son conscientes de que están dando sus últimos pasos en el deporte que ha estado ahí más de media vida. Fernando de la Calle señala que hace un año ya anunció que estaba «en el tramo final de su carrera, pero que aún me encontraba cómodo. Esta temporada próxima probablemente será la última, pues las circunstancias que me rodean pesan más que el rugby».

Su compañero de equipo, por su parte, recuerda que hizo pública su intención de dejarlo una semana antes de la final de la Copa del Rey. «Seguiré vinculado al primer equipo y, si Miguelón necesita que le eche una mano, estaré ahí. Jugaré con el segundo equipo y entrenaré menos que ahora. Según cálculos aproximados, tenemos unas cuatrocientas sesiones de entrenamiento por temporada entre gimnasio y campo. Eso te exige mucho, ya que tienes además ocho horas diarias de trabajo y ese tiempo para prepararte se lo quitas a tu familia».

Sacrificios

Calle, en esto, le da la razón a Nakayama. «El tiempo que te exige el rugby se lo tienes que quitar a otras cosas, especialmente a la familia y los amigos. No recuerdo la última vez que salí entre semana con los amigos», se lamenta.

El talonador coincide con su compañero y explica que «cada viernes nos juntamos una cuadrilla de amigos para comer. Los tengo que dejar antes de lo que quisiera para irme a entrenar».

Eso sí, ninguno se ve lejos del rugby una vez que llegue el momento de colgar las botas. Han mamado una filosofía de club que les obliga a seguir ligados al mismo ya sea de aficionado o echando una mano en lo que se tercie. Nakayama reconoce que «después de 25 años de tu vida en un club que te lo ha dado todo, te toca devolver lo que puedas. Se trata de agradecer todo lo que has conseguido a través de este deporte. Seguiré vinculado al club. No puede ser de otra manera, ya que llevo más de media vida con ellos».

Calle también está dispuesto. Seguirá ligado a la entidad que preside José Luis Moral 'Cano'. «Sí o sí. Tal y como conocemos este club y de la forma en que lo hemos vivido no puedes estar sin sentir el rugby en algún plano de tu vida».

Ambos cuentan con el mejor palmarés. Han participado de una u otra manera en todos los títulos que ha sumado el Quesos Entrepinares. Estuvieron en el primero, la Copa del Rey conseguida en Pepe Rojo en la campaña 1997-98. Ganaron las dos ligas que tiene el VRAC en sus vitrinas (1998-99 y 2000-01). Tras nueve años de sequía volvieron a estar presentes en los dos últimos títulos que ha cosechado el equipo: la Copa del Rey de la temporada pasada y la Supercopa de esta última campaña. Son historia viva. Nakayama y Calle. Calle y Nakayama. Son los rescoldos de aquel Quesos de Frechilla, Patricio Hermosilla, los hermanos Abril o Cano, entre otros, que se insertó entre los mejores del rugby nacional. Como el queso añejo, han tenido una larga presencia en el exigente paladar del aficionado al rugby vallisoletano. Solo queda esperar que los nuevos quesos maduren tan bien como ellos.

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