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CARLOS ÁLVARO
Miércoles, 9 de febrero 2011, 20:18
En el sector de la manufactura de cerámica ordinaria hay un emprendedor, Anselmo Carretero, que en 1876 fundó La Innovadora, después heredada por su hijo Juan Carretero Vera y los hermanos de éste. En La Innovadora, situada en las afueras de la ciudad, pasado el llamado Puente de Hierro, en el camino de Hontoria, se fabricaban tejas planas y curvas, ladrillos prensados especiales para cornisas, adornos para tejados, ladrillos huecos, balaustres, toda clase de productos de barro cocido y otros materiales muy utilizados en la construcción de entonces. Los ladrillos de Carretero son inconfundibles -todavía pueden verse algunos-, pues llevan el nombre de la empresa impreso en un lado.
La fábrica de don Anselmo estaba dotada de máquinas de vapor y de todos los aparatos y mecanismos más avanzados, que posibilitaban una producción diaria de 30 toneladas de cerámica. Las instalaciones disponían de ocho hectáreas y contaban con la ventaja de estar situadas junto a la línea de ferrocarril, aunque el tren llegó después que La Innovadora, en 1884 concretamente, año de apertura de la línea Segovia-Medina del Campo. En sus hornos se elaboraron materiales empleados en obras públicas de relevancia nacional.
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