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Dennis Oppenheim denominó 'Escenario para una película' el monumento al cine emplazado en la glorieta de La Rubia. :: RAMÓN GÓMEZ
El monumento al cine provoca
CULTURA

El monumento al cine provoca

Doce años después, la obra del fallecido Oppenheim aún genera controversia en Valladolid

JESÚS BOMBÍN

Martes, 25 de enero 2011, 18:40

«Esta obra homenaje al cine dará que hablar». Lo aventuraba rotundo el artista estadounidense Dennis Oppenheim en una entrevista en este diario en diciembre de 1998. En esa fecha recaló en Valladolid para armar el montaje que denominó 'Escenario para una película' y que en términos más prosaicos se empezó a conocer entre la gente como el 'monumento al cine' o 'La casa de la glorieta de la Rubia'. Su autor fallecía el pasado sábado en Nueva York, doce años después de colocar su obra en Valladolid, en una de las épocas de mayor transformación urbanística de la ciudad, con el paseo de Zorrilla culebreando en rotondas como bulevar hacia el sur.

Más allá de afanes estéticos, el fin de la remodelación era reordenar el caótico tráfico de la zona, una labor que no estuvo exenta de polémica con sentencias judiciales de por medio. La apertura de Vallsur y la Ronda Interior Sur dio pie a que se poblase de esculturas las rotondas que jalonan la extensión del paseo de Zorrilla. Así, coronaba el cruce del Matadero la escultura 'Toro', del artista de Serrada José Luis Medina; la primera glorieta incorporaba la obra de Oppenheim; la segunda, una fuente ornamental y, frente a Vallsur, se emplazaba la escultura 'Columna forma de sonido Valladolid', sobre una maqueta de Lorenzo Frechilla.

El entonces concejal de Urbanismo, Alberto Gutiérrez Alberca, recuerda cómo se gestó la elección de Oppenheim para que ideara un proyecto escultórico en una glorieta sobrecargada de chapa, humo y ruedas. Su coste para las arcas municipales fue de veinte millones de pesetas de la época. «En una primera etapa recurrimos a escultores locales para el diseño estético del nuevo paseo de Zorrilla, pero después se pensó en buscar una figura internacional y barajamos dos opciones: Claes Oldemburg, que proponía la pieza de un escritorio en homenaje a Cervantes, y también se pensó en la Seminci como motivo en un momento en el que empezamos a lanzar el proyecto Ciudad de la Comunicación; contactamos con Dennis Oppenheim a través de Cris Gabarrón, que le conocía de Nueva York, y nos gustó su propuesta». Recuerda que hace años coincidió con Oppenheim en Madrid y en Nueva York con motivo de dos exposiciones. «Siempre que me veía me decía: 'En Valladolid tienen una de mis mejores piezas'». En su día la escultura no cosechó entre la ciudadanía categóricos rechazos ni adhesiones más allá de chanzas alusivas a la 'caseta de obra sin terminar', pero lejos de lograr una aceptación mayoritaria pervive la controversia. «Se aceptó bien entre la opinión pública, aunque mucha gente no asoció la obra con el cine, que es lo que se buscaba», opina Gutiérrez Alberca.

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