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LORENA SANCHO
Sábado, 8 de enero 2011, 01:17
A los vecinos de Aldea de San Miguel nunca les ha molestado que a su pueblo se le denomine 'La Aldeílla'. Siempre fue un lugar pequeño, de pocas familias pero bien hermanadas. Aquí se conocen todos. Por nombre o por apodo, por casa o calle. Son 230 censados en una llanura que registró hasta 460, pero poco más. Por eso, aquel 1 de noviembre de 2003, cuando la entonces periodista Letizia Ortiz se coló en el hogar de millones de españoles como futura princesa de Asturias, los aldeanos no relacionaron su rostro con el de la presentadora de informativos, sino con el de la nieta de Menchu, la de la señora Plácida (su bisabuela), la que paseaba en bici por las callejuelas de este pequeño pueblo siempre que el verano se lo permitía. «Fue una grata sorpresa, porque justo ese verano había estado por aquí», señala el alcalde. Doña Letizia había veraneado en numerosas ocasiones en el pueblo que vio nacer a su bisabuela y donde aún conservaban la vivienda familiar. Pero fue casarse y no volver. «O por lo menos que nosotros sepamos», añade el alcalde.
La fama le llegó así a Aldea aquel mes de noviembre. Después vendrían la boda, los embarazos y nacimientos de sus dos hijas. Acontecimientos en los que los medios de comunicación siempre pulsaron la opinión de los aldeanos. Pero los que la conocen no hablan, y los que no, no pueden hablar. «Aquí la gente ha sido muy reservada», comenta una mujer en el Bar Cuco, el único de la localidad, que desde primera hora de la mañana se convierte en el punto de encuentro de un puñado de vecinos. Rebeca, la propietaria del establecimiento, le da la razón. Dicen que hace un año y cuatro días que su hermana Telma estuvo en la localidad, «pero nadie de fuera del pueblo se enteró». Aldea de San Miguel no quiere interrumpir su tranquilidad, lucha por conservar su mayor virtud, la que le brinda la paz que remansa a pocos metros de una autovía que se planta en la ciudad en apenas 20 minutos. Y no está dispuesto a renunciar a ello.
«Aquí se está en la gloria», dice contundente Rosario Domínguez mientras degusta un zumo recién preparado por Rebeca. Hace 15 años que esta vecina encontró aquí su hogar en una de las viviendas solariegas que aún visten de historia las callejuelas del pueblo. Tanto le gustó, que se quedó. Ahora disfruta con cada rincón de una pequeña localidad que cada día amanece a la sombra del altozano en el que se ubica Portillo. «A mí me han contado una leyenda que dice que desde el castillo de Portillo salen unos pasadizos que llegan a un antiguo hospital que había en Aldea, pero son leyendas», dice esta mujer con entusiasmo.
Hoy, el edificio más destacado es la iglesia de San Miguel Arcángel, un espectacular templo del siglo XII de estilo románico-mudéjar. La cabecera alberga un ábside de bello trazo que ahora custodia la venerada imagen de la Virgen de los Remedios, que aparece envuelta en decenas de cirios y antorchas que mantienen viva la mecha de los ruegos. La patrona, curiosamente, se salvó del expolio que el pasado mes de septiembre sufrió la ermita de San Cristóbal, donde tradicionalmente se guardaba esta imagen. Robaron la campana, puertas, bancos y las herramientas de los trabajos de restauración a los que se sometía en ese momento.
El otro edificio emblemático será, una vez finalizadas las obras, el centro de día que se levantará en la construcción heredada de Sira Muñoz, una mujer que legó además fondos para los vecinos del pueblo con menos recursos. Su obra, cuando esté terminada, engrosará los servicios de un pueblo que quiere seguir rentabilizando su calidad de vida gracias, también, al impulso de actividades que vienen de la mano de tres asociaciones; una cultural, otra de mayores y una más de vecinos.
Aquí la convivencia y la tranquilidad no tienen precio. Aunque sea el pueblo que vio nacer a la bisabuela de una princesa.
Ex alumna de José Noriega, esta ceramista se enamoró de Aldea de San Miguel hace 15 años. Ahora forma parte del grupo Grisalla, que satisface la imaginación a través de la pintura de la mano de Javier de Frutos. Sus exposiciones se han podido ver en La Aldea, Mojados, Aldeamayor y La Pedraja.
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