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El propulsor se mantiene en la parte delantera. :: FOTOS: ENRIQUE CALVO
'Ferraris' que dan el pego
AUTOMOVILISMO

'Ferraris' que dan el pego

Un mecánico mallorquín fabrica de forma artesanal réplicas de deportivos de lujo por la décima parte de su valor

BORJA OLAIZOLA

Lunes, 11 de octubre 2010, 02:57

Las apariencias engañan y no es oro todo lo que reluce, pero que les quiten lo bailado... Algo de todo eso deben pensar los clientes de una singular empresa mallorquina que se ha especializado en la fabricación de réplicas de deportivos de lujo, mayormente Ferraris, sobre la base de turismos japoneses. La firma, compuesta por dos hermanos, nació en realidad con vocación de hacer coches a medida, aunque la ley de la demanda ha hecho que derive hacia un sector del mercado, el de las réplicas o 'kits-cars', sin apenas tradición en España. El proceso de fabricación es totalmente artesanal y cada coche tarda entre tres y seis meses en salir del taller. De momento, la lista de pedidos es lo suficientemente amplia como para garantizar la supervivencia del negocio durante unos cuantos años.

Se coge un turismo de una marca generalista, se sustituye su carrocería, se modifican las suspensiones, se retoca el motor, se cambian las ópticas y el resultado es una réplica más o menos exacta de un coche que vale 200.000 euros a un precio diez veces inferior. Francisco Aguilar se ha valido de esa simple receta para fabricar en su taller de Palma de Mallorca al menos una decena de modelos inspirados en algunos de los deportivos con más 'gancho' del mundo del motor. «Nos familiarizamos con la fibra de vidrio en la náutica y decidimos probar suerte en los coches por afición. Empezamos con la idea de hacer coches a medida, una especie de 'prêt à porter' para clientes que quisiesen fabricarse el vehículo de sus sueños, pero al final el tirón comercial vino de las réplicas».

Una de las más demandadas ha sido la del Ferrari 430, un superdeportivo de 500 caballos capaz de superar los 315 kilómetros por hora. En este caso, el modelo base suele ser un Toyota MR2, un 'roadster' muy ligero de tracción trasera con un motor no muy potente -unos 150 caballos- pero de una fiabilidad legendaria. «Se retira la carrocería del Toyota y se aprovecha el chasis para vestirlo con unas fibras de vidrio fabricadas por nosotros que se ajustan al modelo que ha escogido el cliente. La preparación básica termina con el cambio de suspensiones, ruedas y escapes, aunque se puede ir mucho más allá y trucar el motor o sobredimensionar los frenos».

SRC Kits-Cars, que es el nombre de la empresa de los Aguilar, entrega los coches con sus propios símbolos, pero casi todos los clientes los sustituyen por los de la marca del modelo en que se inspira. «A nosotros -lamenta Aguilar- no nos hace mucha gracia porque es como si subestimasen nuestro trabajo, pero el cliente es el que manda y le basta comprar las pegatinas en cualquier concesionario para que la réplica pase por un coche original». El comprador no hace un mal negocio. Más allá del debate sobre si tiene o no sentido exhibirse sobre un coche que no es lo que aparenta, el producto que sale del taller de los hermanos Aguilar es irreprochable desde el punto de vista práctico: además de ser infinitamente más barato a la hora de la adquisición, los costes de mantenimiento (combustible, seguro, impuestos o recambios) son los de un turismo convencional y uno puede darle un uso cotidiano sin pensar que cualquier rozadura o percance de chapa puede echar por la borda el presupuesto familiar.

Aceleración fulgurante

Pero las réplicas, se defiende Aguilar, no solo convencen desde una perspectiva estrictamente utilitarista. «Son coches muy ligeros que con la carrocería de fibra de vidrio no llegan a la tonelada y a nada que se les apriete el motor ofrecen unas prestaciones en aceleración superiores incluso a las de los modelos originales. Uno de nuestros coches -reivindica- se pone de 0 a 100 por hora en 3,5 segundos, lo mismo que cualquier Ferrari». Buena parte de la producción de la empresa mallorquina ha ido a parar a países extranjeros. La excelente calidad de sus fibras y la buena resolución de sus acabados han convertido los coches de SRC Kits-Cars en piezas codiciadas entre los aficionados a las réplicas. Los clientes nacionales son casi todos de origen peninsular. «Es gente caprichosa de un perfil económico medio-alto que quiere tener acceso a un producto exclusivo a un precio muy competitivo», explica Aguilar.

El empresario-mecánico mantiene su idea inicial de fabricar coches personalizados pero, a la espera de que surjan clientes que quieran encargarle el coche de su vida, no descarta explorar nuevos nichos del mercado de las réplicas. «Hay un Ferrari, el 250 GTO, del que solo se fabricaron 36 unidades y que alcanza cotizaciones de escándalo en las subastas (el último se vendió por más de 30 millones de dólares). Igual ha llegado el momento -sueña- de probar suerte y fabricar un coche inspirado en un deportivo realmente exclusivo».

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