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Adina atiende a las explicaciones de su madre, Sorina. :: C. SANTAMARÍA
Mi casa, mi escuela
VALLADOLID

Mi casa, mi escuela

Una familia vallisoletana, de las 2.500 que hay en España, educa a sus hijos en el hogar

CARLOS SANTAMARÍA

Lunes, 4 de octubre 2010, 11:18

Algunos niños no acuden al colegio durante el curso que recientemente ha comenzado. Y no porque estén enfermos, sino porque su propia casa es su aula. Este el caso de Adina y Radu, dos niños residentes en Simancas, cuyos padres, Enrique Rojas y Sorina Oprean, practican el 'homeschooling', es decir, enseñanza en el hogar, una modalidad de aprendizaje surgida en Estados Unidos que alcanzó popularidad en aquel país a partir de 1980. Consiste en educar a los niños exclusivamente en el contexto del hogar familiar, fuera de las instituciones públicas y privadas. Esta es la única familia en Valladolid adscrita en la Asociación para la Libre Educación (ALE), una institución surgida hace ocho años y de la que Sorina fue presidenta hasta hace dos.

La minoría que opta en España por el 'homeschooling' ronda las 2.500 familias, aunque únicamente 400 de ellas pertenecen a la ALE, que nació para ser punto de unión de las familias que consideran que la educación en el hogar es una opción consciente y que quieren que el abanico educativo en España se amplíe. La agrupación actúa además de plataforma de información, tanto para otras familias como para los medios de comunicación, y como interlocutora con las distintas administraciones, a las que reivindica que esta disciplina deje de ser alegal en nuestro país. «Lo que no está expresamente prohibido, está permitido. No existe ningún texto legal en España que prohiba la educación en casa, y tampoco ninguno que la autorice», afirma la vicepresidenta de ALE, Marta García Ramos. También opina así Oprean, quien dice que «lo que no está expresamente prohibido, está permitido».

Sin embargo, esto no significa que al no existir un reconocimiento expreso de la opción, las familias que optan por la desescolarización de sus hijos se encuentren con problemas, ya que los padres se ven imputados por un delito de abandono de familia, como ya le ha ocurrido a García Ramos. «Si un menor deja de asistir a clase, se abre un protocolo de absentismo escolar. Esto conlleva, como mínimo, una citación en los servicios sociales donde, al comprobar que el menor está correctamente atendido, se debería archivar, pero la realidad es que algunas familias continúan su periplo legal», explica. García no duda en calificar esta situación como «el brazo tonto de la ley», ya que estas familias son acusadas «de abandono, cuando su realidad es precisamente la contraria».

Pero esta situación no suele ser habitual, ya que los casos de familias que llegan a juicio van siendo archivados en pasos anteriores. Las sentencias, invariablemente, son favorables a las familias porque no existe ningún indicio de abandono. Así, de las cuatrocientas familias asociadas en España, solo hay una imputada y que estén en pasos anteriores a la imputación, otra más.

Hay quien puede pensar que las familias que optan por este modelo de educación van contra las normas, pero la vicepresidenta de ALE recuerda que España ha ratificado acuerdos internacionales en derechos humanos donde los padres escogen el tipo de educación que quieren para sus hijos. «Esto no es ser antisistema, sino pedir que se legisle como se debe, sin vulnerar estos acuerdos internacionales, pero si por antisistema se entiende estar contra el sistema como está ahora mismo, estoy de acuerdo en serlo», explica García. Esta opinión no es compartida por Oprean, quien rechaza esta etiqueta. «Somos mejorantes del sistema», aclara la madre de Adina y Radu.

Religión

La vinculación de este colectivo con la religión no es tan importante como en Norteamérica, ya que el 76% de los padres 'homeschoolers' españoles no se consideran practicantes de ninguna religión y el 24% declaran ser creyentes, independientemente de la fe.

En familias con profundas creencias religiosas se encuentra una cantidad relevante de niños educados en el hogar debido a la concepción paterna de que el sistema educativo establecido no otorga o se opone diametralmente a sus principios y valores religiosos. A esto se suma la percepción de que el entorno de los otros niños y sus familias con diferentes creencias con los que se ven obligados a interactuar representan un obstáculo o riesgo en el desarrollo espiritual de sus hijos. En cambio, algunas familias prefieren educar a sus hijos en el hogar porque piensan que las escuelas proporcionan un ambiente educativo pobre y otras desean tener mayor control sobre la educación de sus hijos.

Lo que a juicio de García no se puede hacer es establecer un paralelismo entre el 'homeschooling' y la ideología de los padres, porque «cada familia entiende la educación en casa a su manera. Las hay que lo hacen por motivos pedagógicos, familias a las que su estilo de vida les pide este tipo de educación y familias que han pasado por malas experiencias en la escuela». Sorina también piensa así porque «la educación en casa tiene una dinámica distinta al colegio».

La vicepresidenta de ALE solo ve puntos a favor en la educación en casa, sobre todo si se tienen en cuenta «los niveles tan altos de fracaso escolar que presenta el sistema educativo español», al tiempo que añade: «El ser humano viene con todas sus capacidades innatas para el aprendizaje. Simplemente ofreciendo compañía en ese proceso e integrándolo en el medio de la vida real, se produce el aprendizaje de forma natural. Un niño educado en casa suele ser mucho más respetado y se potencia mucho más la curiosidad natural». Oprean lo complementa alegando que este método le da al niño más «flexibilidad y pasa más tiempo con sus padres», y Adina reconoce tener «amplitud de horario».

Además, García considera el 'homeschooling' la mejor forma de educación, ya que «es integral. Los niños no están apartados infinitas horas en aulas, sino que están viviendo en el medio de la vida, aprenden de una manera más natural, sin tiempos y porque es un tipo de educación que tiene muy en cuenta los valores», pero Oprean no cree que esta modalidad sea mejor o peor que el colegio. «Es otro sistema», aclara.

El coste de la educación en casa dependerá, en palabras de García, «de cómo se organice la familia y de los recursos que utilice, pero la mayoría de familias utilizan bibliotecas, Internet, y lo que está más a su alcance: un vecino que toca la guitarra, una amiga inglesa, etcétera». Precisamente los padres de Adina y Radu se valen de las amistades para complementar la formación de sus hijos. «Un amigo de Valladolid está casado con una japonesa, que es la que enseña japonés a los niños», explica Rojas. A Adina y Radu les encanta esta lengua oriental «por los cómics y los dibujos», aunque admiten que su nivel aún no es muy alto, sí se defienden bastante bien en este exótico idioma.

García sentencia que el 'homeschooling' no resulta más caro que la escuela porque «los recursos económicos se distribuyen con libertad», aunque la cuestión monetaria es algo que preocupa a Sorina. «Hay intereses económicos de por medio y creo que nos debería apoyar toda la comunidad educativa y el Estado, porque les ahorramos un montón de dinero pues con nuestros impuestos estamos manteniendo la escuela pública», matiza. Tampoco cree que se trate de élites, porque no conoce «a ningún millonario en España que se dedique a enseñar a sus hijos en casa. La gente con dinero envía a sus hijos a un colegio privado».

El mayor talón de Aquiles de esta práctica no reside en lo legal o no que pueda ser, sino en el reconocimiento de los títulos. Si una familia que educa en casa necesita que alguno de sus hijos se incorpore al sistema oficial, hay muchas vías para hacerlo, pero al no estar esta opción reconocida, se penalizan en edad. Hasta el último curso de la Enseñanza Secundaria Obligatoria, cualquier niño se puede incorporar sin mayores problemas a cursar un módulo de Formación Profesional por libre, una vez cumplidos los 18 años y si lo que quiere es matricularse en la Universidad sin título previo, deberá pasar las pruebas de acceso para mayores de 25 años.

Otras vías que se utilizan habitualmente son las escuelas alternativas a distancia, con base en países donde la educación en casa está reconocida. La mayoría de las escuelas que se utilizan en España tienen su base en Estados Unidos. A todos los efectos, los menores están matriculados en el extranjero como si viviesen allí, salvo que la legislación de ese país permite que su educación no sea presencial. Si terminan los estudios en estas escuelas, la titulación es norteamericana, y la convalidan en España.

Otra posibilidad más es la Open University, con base en el Reino Unido, que no exige titulación previa de ningún tipo para matricularse en ella y que, una vez inscrito, se puede pedir el traslado del expediente a una universidad española. Precisamente, entre las reivindicaciones de la Asociación para la Libre Educación está el restablecimiento del sistema de exámenes libres para que cualquier persona pueda acceder a cualquiera de las etapas educativas oficiales.

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