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LEONOR RAMOS
Domingo, 12 de septiembre 2010, 04:15
Son muchos los que dicen que para vivir en un pueblo, tienes que haber nacido en él, pero para amarlo y admirarlo no hace falta tan siquiera haber pisado alguna vez sus calles. Él no tiene pueblo, sus raíces surgen en la capital, pero siente muy cerca todos los pueblos de la provincia palentina y también del resto de la región. Gonzalo Alcalde, de 57 años, enamorado del mundo rural, escribió el pasado año esta misma sección del periódico, así que nadie mejor que él para hablar del Cerrato palentino, de Baltanás y de su Museo del Cerrato. No es de pueblo -y lo digo con todo el cariño-, pero se conoce como la palma de su mano el Cerrato palentino.
Quizá la ausencia de raíces en el mundo rural le llevó a Gonzalo Alcalde cuando era joven a coger su mochila y recorrerse cada rincón de la provincia. Se convirtió así en el fan número uno de esas tradiciones, anécdotas, vivencias y curiosidades que sólo suceden en un pueblo. «Yo creo que el Cerrato es algo desconocido y toda esta tierra tiene mucho que enseñar a los palentinos y estos deberían disfrutar más de esta zona en invierno», asegura. Tras compartir con él unos minutos de conversación, mientras recorremos las salas del Museo, puedo asegurar que el Cerrato lo siento algo más cerca y que esta tierra se puede sentir muy orgullosa de tener un pregonero como Gonzalo Alcalde.
Él no jugó por las calles de Baltanás cuando era un niño, no fue a por nidos, no bailó en la sala de baile, ni fue a arar con su padre, ni a ligar en la fuente, ni a mojarse en el arroyo, pero habrá escuchado tantas veces estas historias que seguro siente que estaba allí cuando sucedían. «La paz que te da un pueblo de nuestra provincia no te la encuentras en otro lugar, y eso es lo más bonito que tiene nuestra tierra», apunta. Le ha costado mucho llegar a donde está y ganarse la confianza y el respeto de todos aquellos que en más de una ocasión le habrán visto pasear por su pueblo.
Hace tres años se involucró en un proyecto, que hoy, tras mucho esfuerzo, se ha hecho realidad: el Museo del Cerrato de Baltanás. «Nos ha costado mucho conseguirlo, pero con mucho esfuerzo, reuniones y muchas peticiones hemos logrado que ese sueño se hiciese realidad y que hoy todo el mundo pueda venir a conocer cómo es el Cerrato», apunta. Nadie mejor que él para explicar su historia y disfrutar de cada una de sus palabras mientras recorremos el Museo. «La gente piensa que el Cerrato tiene unos paisajes homogéneos, pero eso es mentira, porque son todos muy distintos», asegura.
En cada una de sus salas puedes ver cómo es su relieve, como huele el Cerrato -yo les recomiendo el verano y la primavera-, cómo es la flora y la fauna, cuáles son sus principales fuentes de ingresos Un recorrido que permite sentir algo más cerca el Cerrato. «Tenemos fotos de cerrateños y nuestra idea es cada tres o cuatro meses ir cambiando las fotos hasta que salgan todos los habitantes de esta zona», dice Gonzalo.
Se puede ver cómo son las bodegas por dentro, cómo eran las antiguas cuevas en las que vivía gente, los chozos, los palomares o los colmenares -antaño en el Cerrato llegó a haber más de 2.000 casas de abejas y además hay un dicho que dice mujer, miel y gato a ser posible del Cerrato-. A lo largo del recorrido hay vídeos interactivos, hay música para escuchar los típicos sonidos de la zona y existe un espacio en el que se puede disfrutar de un corto, «en el que se cuenta cómo era un día en el Cerrato hace cien años con todos los detalles, la indumentaria, las expresiones que antes se usaban y lo típico que se hacia al día como lavar la ropa o ir a por agua a la fuente», cuenta.
Merece la pena visitar el Museo del Cerrato y disfrutar además de la pinacoteca creada en el antiguo Palacio de Baltanás, donde hay cuadros dignos de ver que narran la historia del Cerrato. Si Gonzalo dice que el Cerrato es digno de ver y de conocer, ¿se van a quedar ustedes sin conocerlo y comprobarlo? En el Museo tienen una oportunidad de oro para sentirse algo más cerca de esta cálida tierra que en primavera huele a flores y a regaliz de fresa.
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