Un volante con mucha esencia calé

Los tiempos actuales se encuentran inmersos en una vorágine de dificultades. Que si la crisis, el trabajo... Sin embargo, luchas por hacer un mundo mejor siempre han existido, e injusticias más todavía. En el caso de la mujer, las barreras muchas veces han sido difíciles de superar, y si encima las mujeres pertenecen a la comunidad gitana, estas barreras se vuelven casi infranqueables. Hay quien lucha por apartar este tupido velo de prejuicios sociales, y la Junta de Castilla y León se compromete a luchar por esta causa social.

El programa 'Alfacarnet' es un taller que la administración, a través de la Consejería de Familia e igualdad de Oportunidades, en colaboración con la Fundación Secretariado Gitano, ha puesto en marcha para que trece mujeres gitanas puedan obtener el permiso de conducir. La iniciativa comenzó el pasado 20 de abril y finaliza el próximo lunes, día 12. La autoescuela Bahillo ha sido la encargada de instruir a las trece mujeres en las nociones teóricas de conducción durante estos meses.

A punto de finalizar el curso, la autoescuela Bahillo recibió ayer la visita del delegado territorial José María Hernández; el jefe de departamento de Familia e Igualdad de Oportunidades, José Manuel Fernández, y la directora de la Fundación Secretariado Gitano, Raquel García París.

Durante la visita el propio José María Hernández efectuó una prueba sobre los conocimientos teóricos adquiridos por las trece mujeres de etnia gitana. Durante la prueba, el profesor que ha instruido a las mujeres durante estos meses, Oscar Poza, se mostraba satisfecho al comprobar cómo las alumnas acertaban las respuestas. «Estos meses han sido muy amenos. Las chicas son un poco revoltosas, pero lo importante es que han mostrado interés desde el principio», explicaba ayer Oscar Poza, al tiempo que agregaba que «esta iniciativa es muy positiva ya que ofrece independencia a las chicas a la hora de poder ir a buscar un trabajo».

La Fundación Secretariado Gitano ha financiado con la Junta las clases teóricas, las clases prácticas correrán a cargo de las alumnas. «Al principio de las clases las mujeres se comprometieron a ir guardando en una hucha dinero para pagarse las clases prácticas. Desde la Fundación, las ayudaremos con un seguimiento constante para comprobar que siguen viniendo a la autoescuela y les ofreceremos todo el apoyo posible para que se animen a continuar. Lo importante es que ahora han perdido el miedo», explicaba Raquel García.

Las mujeres afrontan con nerviosismo las clases prácticas, pero están dispuestas a seguir «El permiso puede ayudarme a encontrar trabajo, y ganar en independencia» explicaba la alumna Alba Hernández.