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CARLOS ÁLVARO
Miércoles, 17 de marzo 2010, 02:04
La avenida Fernández Ladreda, tal y como la conocemos hoy, es un invento relativamente moderno y el resultado de la unión de tres calles o espacios muy concurridos en el pasado: la calle de San Clemente, la plazuela del Carmen y la calle de Perocota, de la cual ya hemos hablado en esta sección. Centrémonos hoy en la primera: San Clemente, así llamada por la presencia de la iglesia de San Clemente, otra pequeña maravilla del románico segoviano que afortunadamente ha llegado a nuestros días, aunque pasa muy desapercibida. El templo es pequeño y «dispone de un pequeño ábside semicircular de bonitos capiteles y siete ventanas de medio punto con columnitas», como ya escribiera Mariano Sáez y Romero en su libro 'Las calles de Segovia' (1918).
La calle de San Clemente comenmenzaba en la plazuela del Carmen, a la altura de la Travesía de la Roncha (Travesía del Doctor Sancho), y desembocaba en la de la Asunción (actualmente llamada del Gobernador Fernández Jiménez), pasada la iglesia. La vía no tenía la amplitud de Fernández Ladreda, pero aún así era ancha y soleada, con viviendas a ambos lados.
Durante años tuvieron en esta calle su cuartel general los bomberos de Segovia. Las casas y la fragua de los Horcajo se localizaban en los números impares. Al comienzo de la calle, en el número 2, esquina con la plazuela del Carmen, estaba la bodega de Los Valdepeñas, casa fundada en 1894 y dedicada a la exportación de vinos finos de mesa, aguardientes y licores de las mejores marcas.
San Clemente era, además, una calle muy concurrida, porque desde la entrada en servicio del ferrocarril, canalizó el tránsito de diligencias y carruajes hacia la nueva estación, construida al final del Paseo Nuevo.
Mediado el siglo XX la piqueta entró en acción y abrió una amplia y espaciosa avenida que la propaganda franquista veía como el origen de la mejor barriada de la ciudad y de la Segovia del futuro. Se derribaron manzanas y viviendas, y poco a poco fueron construyéndose nuevas edificaciones a lo largo de la travesía, la mayoría de ellas con soportales y de piedra de granito. Los tramos de Perocota, plaza del Carmen y San Clemente acabaron perdiendo sus nombres para mayor gloria del ministro de Obras Públicas, José María Fernández Ladreda, que bautizó con el suyo la nueva avenida.
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