MIGUEL Á. PINDADO
Lunes, 8 de marzo 2010, 10:39
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Es una simple estadística, pero el Pevafersa Valladolid es de los pocos clubes del continente europeo que puede presumir de no conocer la derrota en el pabellón René Bougnol. Ha acudido en dos ocasiones en la Liga de Campeones y en las dos ha solventado el choque con un empate.
Cierto es que en el partido de ayer ninguno de los dos equipos se jugaba nada, pero sobre la cancha, a medida que iban pasando los minutos, el choque derivó a un auténtico enfrentamiento de 'Champions'. El técnico del Montpellier colocó a tres canteranos en su alineación, pensando en ofrecerles minutos en un choque aparentemente sin trascendencia y los tres vieron el partido en el banquillo.
Los de Pastor saltaron a la cancha con el mismo convencimiento que lo hicieron el miércoles en Zaragoza. La ausencia de Asier le obligaban a efectuar algunos cambios en su defensa 6-0, con Ávila en el centro pendiente del imparable Karabatic, ayudado por Bilbija y Víctor Hugo, y después por Krivokapic.
Enseguida quedaron de manifiesto tres cosas. La primera, que la defensa 6-0 de los vallisoletanos ha mejorado notablemente. La segunda, que Karabatic es el mejor jugador del mundo, capaz de mantener el sólo a su equipo. Y la tercera, que el Pevafersa sabe cómo atacar una defensa 5-1 por mucho que sean Tej, Juricek o Guigou los que se coloquen de avanzados.
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Los de Pastor se colocaron por delante en el marcador porque su juego de equipo y su estrategia se desenvolvían con soltura y acierto en la dura y expeditiva defensa francesa. Mientras, los galos dependían casi en exclusividad de Karabatic (12 goles) y en defensa Patrice Canayer probó casi todo para intentar frenar el juego vallisoletano, aunque con escasa fortuna incluso en las superioridades, en las que también utiliza el sistema impuesto por Pastor de portero-jugador (15-16).
Rueda de exclusiones
Tras el descanso, el Pevafersa aprovechó la exclusión de Tej para cobrar su mayor ventaja (15-18), pero a partir de ahí los de Pastor sufrieron una cadena de exclusiones (Zile, Ávila, Perales y Krivokapic) que cortó el ritmo vallisoletano. Afortunadamente, la defensa en inferioridad demostró una solidez extraordinaria y además contó con la colaboración de un inmenso Svensson.
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Los galos se estrellaban una y otra vez contra el muro del Pevafersa y solo Karabatic o las pedradas de Acambray conseguían llegar a las mallas del sueco.
Con empate (27-27) se llegó a los últimos cinco minutos, donde algunas decisiones de los colegiados alemanes impidieron a los de Pastor haber peleado por la victoria. Finalmente, Gurbindo puso el definitivo 30-30 en el marcador a cinco segundos del final que provocó una pequeña tángana y le costó la roja a Perales.
El Pevafersa demostró ante un rival de primer orden que, pese a las bajas y las circunstancias, ha ganado en solidez y mejorado notablemente en su juego.
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