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DE TODOS LOS TAMAÑOS. La primavera y el otoño son las épocas ideales para que los niños se inicien en el arte de volar cometas./ URS FLUEELER
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Volar cometas es una actividad para hacer en familia, disfrutar al aire libre y que no exige más requisitos que un descampado y un poco de viento

ESTRELLA ALONSO

Viernes, 19 de febrero 2010, 01:58

A veces nos hemos sorprendido contemplando la puesta de sol, las cometas en el suelo, disfrutando del cambio de colores. Algunos niños la veían por primera vez». Para Miguel Ángel León, monitor del Club Deportivo Niara, lo más importante de salir a volar cometas es el contacto directo con la naturaleza. Todavía no es un deporte, aunque la agrupación A Tomar Viento (Asociación Deportiva de Cometistas de Valladolid) ha logrado que se reconozca como tal en Castilla y León, y no es determinante para desarrollar habilidades especiales. Ni siquiera es necesario cumplir ningún requisito específico, salvo hacerlo bien, para participar en exhibiciones (no está federado). Es, sobre todo, una actividad para hacer en familia y a cualquier edad, como indica también Luis Sanz, socio de A Tomar Viento y propietario de Wind Action, tienda especializada en el área.

Eso sí, antes de decidir demostrar las habilidades es conveniente adquirirlas. No es necesaria una gran preparación inicial ni un gran desembolso. Las cometas más simples, con forma de rombo y de un solo hilo, están pensadas para que las utilicen niños de dos añitos. Son un juguete barato y fácil de usar, ya que prácticamente vuelan solas. Como para el resto, eso sí, hace falta un poco de viento y un descampado. En Valladolid, un lugar habitual es la entrada de Fuensaldaña, en el campo de fútbol, pero también pueden verse aficionados de Niara en Geria o en El Páramo de San Isidro. Los miembros de A Tomar Viento, suelen desplazarse a Llano de Olmedo o a Aldeamayor de San Martín. En realidad, cualquier descampado, cualquier era en un pueblo, es un buen punto.

A partir de 20 o 30 euros es posible encontrarlas lo suficientemente buenas como para iniciarse en el arte de hacer figuras en el aire. Están a la venta en centros comerciales y, generalmente, en cualquier tienda especializada en maquetas, coches teledirigidos y juguetes similares. Entre 7 y 10 años es posible hacerse con los secretos de estos artilugios.

Viento constante

El viento debe ser constante, sin obstáculos que creen turbulencias. Por eso son tan adecuados los páramos y, en la costa, la playa, donde la brisa sopla sin sobresaltos. No en vano, en Valencia tiene lugar un concurso internacional donde es posible ver a personas que, incluso, manejan una con cada mano. Algunas otras optan por exhibiciones en grupo, en las que las cometas se comportan, casi casi, como nadadoras sincronizadas, todas ellas iguales, con su particular danza en el aire.

Cada fabricante diseña una determinada cometa para soportar una determinada fuerza de viento, y conviene leer las instrucciones antes de someterlas a una fuerza mayor a la recomendable. No es en absoluto peligroso, pero sí puede llegar a vencer a un niño o bien a soltarse, con lo que se impone salir al rescate y recuperarla a cierta distancia. También en las instrucciones pueden aprenderse algunos de los trucos que se pueden hacer con ellas, esos que luego muestran en las exhibiciones: colocarla en horizontal, lograr que dé una o dos vueltas... «Hay gente que hace auténticas maravillas sin perder la sonrisa», comenta Miguel Ángel León. Las cometas para lograrlo empiezan ser un poco más caras: unos 130 euros.

Con al edad, aumentan también los retos, y uno de ellos es aprovechar esa fuerza para dejarse llevar. Las cometas de tracción, más parecidas a pequeños parapentes y con cuatro hilos para manejarlas, están pensadas para arrastrar. Lo único que hay que decidir es a qué subirse: a un buggy, a unos esquís o a una tabla de surf, todo vale. A partir de 12 años es posible iniciarse en estas prácticas. En el CD Niara suelen aprovechar salidas de senderismo o a la nieve para probar nuevas dificultades. En A Tomar Viento, por su parte, existe gran afición a los buggys. Por eso también necesitan espacios un poco más concretos. En general, para cualquier tipo de cometa, el lugar debe cumplir tres requisitos: que sea amplio, que no tenga obstáculos, como tendidos eléctricos o árboles, y que no haya nadie a quien molestar. Incluso para las estáticas, cuando varios cometistas se dan cita en un mismo punto es conveniente que existan metros para que no acaben enredándose los hilos.

La actividad admite todo tipo de propuestas y en cualquier época del año, pero para la iniciación infantil las más recomendables son la primavera y el otoño. Los vientos suelen ser más adecuados y las temperaturas menos agresivas. Sin embargo, es durante el verano, según afirma Luis Sanz, cuando su asociación ofrece más actividades destinadas a los niños y exhibiciones, ya que los cursos de tracción o talleres para fabricar cometas suelen ser un recurso habitual de los ayuntamientos para sus semanas festivas y culturales.

Solamente queda tomar la decisión. Ninguna de las dos asociaciones vallisoletanas exige hacerse miembro para probar o para apuntarse a salidas. En el caso del CD Niara, las que se organizan específicamente para volar cometas suelen durar dos o tres horas. A Tomar Viento, en sus exhibiciones, llega a utilizar una de unos ocho metros con forma de bogavante y de un solo hilo. Luis Sanz afirma que no es necesario comprar todo el equipo para probar.

Y si la experiencia no llama a repetir, no se ha perdido nada. Tal vez algún niño, en el intento, haya podido contemplar por primera vez cómo se pone el sol.

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