Alejandro Pérez, durante su intervención en el Congreso R-evolución. Alberto Mingueza

Alejandro Pérez: «Nos creemos lo que queremos creer»

Congreso R-evolución ·

El especialista en cine y efectos especiales ofreció su ponencia 'Crear deepfakes, cazar deepfakes' en el Congreso R-evolución

Miércoles, 2 de octubre 2019, 17:51

«Sí sé una cosa, que nos creemos lo que queremos creer. Y lo sé porque trabajo en las películas, y, si eso no fuera cierto, las películas no existirían», rubricaba su ponencia Alejandro Pérez, titulada `Crear deepfakes, cazar deepfakes´. Especialista en cine y efectos especiales, Pérez cerró su intervención con esta conclusión después de desplegar, sobre el escenario del Calderón, su experiencia profesional con la inteligencia artificial.

Publicidad

Lo primero es aclarar lo que es un deepfake. Se trata un término inglés que designa una técnica de inteligencia artificial para editar vídeos, falsificarles simple y llanamente. El matiz está en la intención de quien los crea. Vendría a ser el Photoshop de los vídeos pero teniendo en cuenta que mientras en fotografía se trabaja con un programa informático, la inteligencia artificial es otra cosa, no un programa, consiguiendo con ella editar un vídeo para que aparezca en él una persona que originalmente no está.

A partir de ahí los límites los pone la imaginación, la ética, la pericia y el desarrollo de la inteligencia artificial, la cual, explicó Pérez, «parecía que iba a seguir adelante por parte de grandes empresas que empezaron a desarrollarla», pero la liberaron, por lo que «puedes bajarte una inteligencia artificial de Google o Facebook y puedes instalarla en tu ordenador, y puedes programarla para ver qué puedes hacer con ella», subrayando que «la inteligencia artificial no se programa, se entrena».

En su profesión, en el cine y la televisión, permite que el rostro de un personaje público se implante en el de un humorista para hacer un gag; o el de un actor que abandona una película -o fallecido- pueda implantarse sobre el de un actor para recrear un personaje al que el primero dio vida en su momento. Explicó que con programación 3D esto se hizo en la última entrega de la saga de «La Guerra de las Galaxias en la que resucitaron al actor Peter Cushing, muerto hace 25 años». Con inteligencia artificial es posible hacer lo mismo, pero no solo con un muy buen resultado sino también con muchísimo menor coste, reflejó el experto.

Él ha experimentado y trabajado con ella obteniendo distintas posibilidades, como poner el rostro de una persona a otra, combinar dos y obtener una imagen intermedia, o poner otra voz y otro discurso a un personaje público. Pérez lo aplica a su profesión, al cine y a los trabajos que realiza para el programa de entretenimiento El Intermedio, de La Sexta, editando vídeos humorísticos con las combinaciones citadas con personajes de actualidad y los presentadores y humoristas del programa. En su caso el uso de la inteligencia artificial es lúdico, sin que haya duda de que se trata de una manipulación con esa intención.

Publicidad

Alejandro Pérez llegó a la inteligencia artificial tras conocer al artista alemán Mario Klingeman. «No sabía qué era eso que hacía, y cuando seguí investigando me topé con un vídeo suyo que me ayudó a entenderlo y encima me cambió la vida». «Este artista lo que había hecho fue entrenar una inteligencia artificial» obteniendo un resultado artístico aleatorio o impredecible, destacando que el reto está precisamente en encontrar la manera de encauzar el carácter impredecible de esta técnica «para obtener lo que uno quiere. Ahí es donde está ahora la mayor parte de la investigación en inteligencia artificial», señaló, añadiendo que «lo que no podíamos imaginar era que mientras manteníamos esta conversación alguien anónimo había descubierto la manera de hacer precisamente eso, colgando ya vídeos en foros», denominándolo y denominándose, precisamente, deepfakes.

Y donde Pérez vio un mundo de posibilidades dentro de su profesión para resucitar a grandes actores, «lo que la gente quería ver era a las chicas de Juego de Tronos en películas porno», por lo que este gigantesco mercado se puso en marcha. «La primera consecuencia de esto es que todo el debate que podía tener el que un tío en su casa pueda cambiar una cara por otra, de pronto empieza como un elefante en una cacharrería» con la pornografía, «porque no solamente está el derecho de imagen, también está el derecho a la intimidad y muchas más» cuestiones legales y éticas.

Publicidad

Otra de las consecuencias es que el gran interés despertado avivó la competencia dentro del mercado negro, el cual pone a disposición de cualquiera inteligencia artificial sencilla de manejar y cada vez más potente. Esto le lleva a preguntarse: «¿Qué pasa en el momento en el que esto deje de ser un chiste y alguien con un bajo código moral empiece a trabajar con vídeos con otros fines?«

Por ello en su intervención aportó algunas pautas y pistas para detectar deepfakes que tengan una intención dañina.

Entre ellas destacó detalles como el temblor perceptible en el rostro que se implanta, -perceptible también por el parpadeo-, la línea que lo delimita, sus ángulos extremos en distintas direcciones, y detalles más precisos que se perciben en los ojos y en los dientes. Asimismo, la interposición de objetos entre la cara (como gafas que se quitan y se ponen), delatan notoriamente el engaño.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad