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isabel g. villarroel
Miércoles, 20 de enero 2021, 07:06
La soriana Cristina García tiene 25 años y hace hace dos que vive en Tianjin, una ciudad costera a 130 kilómetros de Pekín. Trabaja como ... profesora en un colegio impartiendo clases de inglés, francés y español y está a punto de vacunarse contra el coronavirus con la dosis asiática. «Ahora se me ha acabado el contrato y tengo que viajar por el país para trasladarme a la nueva ciudad donde comenzaré un trabajo similar; han comenzado a vacunar hace semanas de forma masiva primero a los grupos de riesgo y a quienes tenemos que viajar, porque aquí está prohibido viajar».
En el sector educativo y a quienes tienen que desplazarse se les ha comenzado a administrar la vacuna china –al igual que a los grupos de riesgo–, elaborada por Sinopharm con la técnica tradicional y una eficacia del 79%. «Aquí no es gratuita para todo el mundo, solo para quienes no tienen recursos».
Especiales coronavirus
A punto de celebrar el año nuevo chino, «termina el año de la rata y comienza el año del buey el 12 de febrero, que genera numerosos desplazamientos para visitar a las familias, y que el año pasado provocó que el coronavirus corriera como la pólvora por el país». «Hoy por hoy los pocos contagios que se registran en China», dice Cristina García, «están muy controlados y delimitados por distritos». Yo lo he vivido en primera persona, porque se detectaron diez infecciones en mi distrito y me practicaron la prueba de detección, pero es que en dos días se la practicaron a cuatro millones de personas, aquí la rapidez es asombrosa a la hora de combatir el virus aunque las colas son larguísimas, de más de tres horas de espera con el frío que hace y la nieve que está cayendo los últimos días».
Cristina García vive a 2.000 kilómetros de Wuhan, foco del coronavirus. «En tan solo cinco días se ha construido el sexto hospital para cuarentenas con 1.600 habitaciones. Aquí la cuarentena de 14 días la pasas en este tipo de hospitales en vez de hacerlo en casa; por lo demás, seguimos con la toma de temperaturas en cualquier rincón público y privado, y con nuestra identificación por colores en función de si has tenido el virus, estas libre o te has contagiado».
El sistema de semáforos es una tecnología que China comenzó a aplicar a su población en marzo de 2020. «En nuestro móvil tenemos una aplicación que nos controla los movimientos relacionados con nuestro sistema de salud. Si estás infectado tienes un círculo rojo y te ponen incluso una máquina fuera de tu casa para que cumplas el aislamiento si no desarrollas la cuarentena en el hospital. El punto amarillo significa que puedes entrar en algunos sitios y en otros no porque has pasado el virus o lo estás pasando. Y el círculo verde, como el mío, te da acceso a los lugares abiertos».
La soriana insiste en que la sociedad China es «más disciplinada que la europea, cumple las normas sin desafíos, y eso ayuda a contener la enfermedad porque si les dicen que no salgan, no salen; tenemos horarios para ir a los comercios y sobre todo se utilizan mucho las compras 'on-line' para los pedidos de supermercado, se sale a la calle lo básico y no hacen falta ni amenazas ni sanciones».
En marzo de 2020 Cristina García hacía ya varios meses teletrabajando desde su casa mientras se decretaba el primer estado de alarma en España. «Por aquel entonces aquí ya había estallado la pandemia y una de las primeras decisiones que se tomaron fue cerrar los colegios porque se aseguraba que los niños eran grandes portadores del coronavirus aunque no muestran síntomas, algo de lo que ahora se duda en todo el mundo». Si bien es cierto que las vacunas que se distribuyen en Europa no han sido probadas ni estudiadas en menores del país asiático, la china sí se ha testado y reporta seguridad en niños y adolescentes.
Cristina García sigue puntualmente las noticias de lo que ocurre en España y se asombra de las medidas tan dispares que se adoptan. Y aún más que haya quien todavía no cumpla con el uso de las mascarillas o salir a la calle cuando no se puede. «Hace tiempo que aquí se han cerrado las fronteras a los extranjeros, solamente se puede entrar por trabajo y de forma muy justificada, tanto es así que los pocos contagios que se detectan los achacan a quienes llegan desde fuera de China».
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