Montejo de Tiermes: huella de un gran enigma de la arqueología

Montejo lleva en su nombre compuesto el de uno de los yacimientos celtíberos y después romanos más importantes de la provincia de Soria y de los más significativos y sorprendentes de la Hispania romana: el yacimiento de Tiermes, junto al que se ubica la ermita románica porticada de Santa María que indica la continuidad del asentamiento humano en el lugar. Todos los pueblos que por aquí pasaron dejaron su huella. Destaca la atalaya defensiva de origen musulmán situada en pleno casco urbano de Montejo, integrada como un edificio más.

A la caída del Antiguo Régimen, la localidad de constituye en municipio constitucional, conocido entonces como Montejo, en la región de Castilla la Vieja, partido de El Burgo de Osma.

Tiermes empieza a ocuparse en la Edad del Bronce en el poblado de Carratiermes, continúa en la Edad del Hierro y el mundo celtibérico.

En época romana Tiermes obtuvo la categoría de municipium, concedida durante el reinado del emperador Tiberio, con importantes edificios públicos, dos foros, uno de época Julio-Claudia y otro de época Flavia, termas, un teatro, un acueducto y un desarrollo urbanístico adaptado a las características del emplazamiento de la ciudad.

La zona pervivió en época visigoda –de hecho, se conservan restos decorativos de una basílica– hasta alcanzar el mundo medieval. Tiermes y toda comarca son tierrax fronterizax entre cristianos y musulmanes durante los siglos VIII, IX, X y XI, aunque bajo un grave abandono.

Tras la reconquista cristiana, pese a un intento de recuperación de la antigua ciudad, la población termestina desaparece absorbida por otros núcleos de vecinos convirtiéndose Caracena, desde la baja Edad Media.

En el siglo XVI, último momento en que se cita la existencia de habitantes y de una aldea en Tiermes, la iglesia de Santa María de Tiermes se convierte en ermita.

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