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Borobia estaba enclavada en un estratégico y fronterizo lugar entre los reinos de mayor preeminencia e importancia en la segunda mitad de la Edad Media. En 1395, Enrique III, hace merced a su mayordomo favorito, Juan Hurtado de Mendoza, de las aldeas de Borobia y Ciria.
La familia Hurtado de Mendoza continúa la posesión de la villa hasta 1429. Posteriormente, la villa de Borobia pasó a propiedad de la familia Luna, mariscales de Castilla.
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El autor Alberto Jiménez Carrera, quien regenta al Observatorio Astronómico de Borobia, relata muy bien en su libro '500 años de rebeldía' cómo a lo largo de cinco siglos los vecinos de Borobia lucharon por los derechos del común y de la tierra, por su propia supervivencia, enfrentados a los titulares del Señorío de Borobia y Ciria, condestables mariscales de Castilla, los Luna y Arellano, con escasos periodos de concordia; una historia local de un tema muy universal en una tierra de frontera entre reinos, las relaciones de poder entre la plebe y el señor que actúa como un verdadero feudal, ejemplarizado en las permanentes tensiones provocadas por la posesión y los derechos sobre la Dehesa del Tablado, que se prolongó hasta la etapa de la segunda república y la guerra civil, y aun posteriormente.
Tristán de Luna y Arellano es el personaje histórico más conocido. Nacido en Borobia en el año 1510, falleció en Ciudad de México en 1573. Fue un explorador y conquistador español de la familia de Luna. Descendiente de una familia castellana establecida en las localidades de Ciria y Borobia, y primo de Antonio de Mendoza, primer virrey de la Nueva España, y de Juana de Zuñiga, esposa de Hernán Cortés.
Acompañó a Francisco Vázquez de Coronado en la expedición que este emprendió al norte de México en busca de Cíbola y las siete ciudades de oro. Atravesó el Estado de Sonora (México), tomó los pueblos de los zuñi en julio de 1540 y marchó a Tiguex (Nuevo México), en donde levantaron campamento en espera del resto de la expedición. De allí partieron en busca de las míticas ciudades de Cíbola y Quivira: durante treinta y siete días exploraron la región hasta que Vázquez de Coronado decidió regresar para reunirse con el resto de la expedición. Los dos grupos se encontraron y pasaron el invierno en Tiguex, cerca de la ciudad de Santa Fe (Nuevo México), a orillas del río Grande (río Bravo). La expedición terminó en fracaso.
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En 1557 el virrey Luis de Velasco le encarga una expedición a Santa Elena, en la actualidad Tybee (Georgia), en la costa atlántica de los actuales Estados Unidos para establecer un puesto avanzado. Partió hacia el destino con el título de gobernador de la Florida, al mando de 500 soldados y 1.000 colonos. En agosto de 1559 llegó a la bahía de Pensacola, donde fundó la ciudad de Santa María, que fue al poco destruida por un huracán. Relevado del cargo, se le ordenó ir a España a dar cuenta de sus actos y fue destituido. Inválido tras la expedición a la Florida, regresó a América y murió en Ciudad de México en 1573.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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