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La siembra directa sigue ganando peso en Castilla y León, tras aumentar en un 19,67% en los dos últimos años, al pasar de las 235.000 hectáreas registradas en el año 2018 a las 281.231 que refleja la Encuesta de Superficies y Rendimientos ... de Cultivos (ESYRCE) del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para el año 2020.
Dichos datos, recogidos por Ical, muestran así cómo el terreno de siembra directa, que se realiza directamente sobre rastrojo de cereal, girasol, maíz forrajero o cereales forrajeros del año anterior, representa ya el 36,61% del total nacional, frente al 33,7% que suponía en 2018, mientras que la siembra tradicional supone un 34,88%, algo más de dos décimas por debajo del 35,1% que Castilla y León representaba en el conjunto nacional en 2018.
Y es que la siembra tradicional, realizada en parcelas de cereal, girasol, maíz forrajero o cereales forrajeros donde se llevan a cabo labores tradicionales de siembra, bajó ligeramente en Castilla y León durante los dos últimos años, al pasar de las 2,2 millones de hectáreas de 2018 a las 2.190.574 que refleja el ESYRCE del año 2020.
Cabe recordar que el laboreo tradicional es definido por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación como la técnica por la que se altera y remueve, mediante implementos mecánicos, el perfil del suelo en una profundidad igual o superior a 20 centímetros, mientras que el laboreo mínimo es un laboreo superficial mediante la utilización de cultivadores, gradas y arado de cincel cuya profundidad es menor a los 20 centímetros. La Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación también muestra cierto estancamiento en el progresivo crecimiento del laboreo mínimo como técnica de conservación y mantenimiento del suelo en Castilla y León.
No obstante, frente a las 154.621 hectáreas que suponía el laboreo mínimo en 2018, en 2020 esta técnica se llevó a cabo en 150.995 hectáreas, un 2,35% menos, debido principalmente a la disminución general del terreno en barbecho, de más de 6.000 hectáreas en laboreo mínimo y de más de 11.000 en laboreo tradicional.
Esta última modalidad también sufrió un retroceso del 2,13% por la bajada del terreno en barbecho, puesto que en cultivo leñoso aumentó de 21.025 a 24.456 hectáreas, igual que en relación al laboreo mínimo, donde se pasa de las 43.677 hectáreas de 2018 a las 46.240 de 2020, lo que supone un aumento del 16,32% en el primer caso y del 5,87% en el segundo.
Rentabilidad
Ante el progresivo aumento de la siembra directa, desde las organizaciones profesionales agrarias señalan que cada vez se necesita «más superficie para tener la misma rentabilidad», y que esta técnica favorece esa relación, por lo que se antoja como una «realidad incontestable» que, si no, haría «inviable» en muchos casos la rentabilidad agrícola, tal y como defiende el coordinador de la Unión de Campesinos de Castilla y León, Jesús Manuel González Palacín.
En cuanto al estancamiento del mínimo laboreo, Palacín recordó que el rápido aumento de su implantación en los cinco años previos a 2018 se debió a su relevancia para «reducir costes de producción», pero una vez establecido, «la superficie que ya no lo está haciendo es porque quizá no resulta».
Por su parte, el nuevo presidente de Asaja Valladolid, Juan Ramón Alonso, consideró como «clave» la aprobación y potenciación de un ecoesquema que incluya la siembra directa para que esta técnica «crezca». Algo que hará «por sí sola», como demuestran los datos, por ser una forma de agricultura de conservación «rentable y respetuosa con el medio ambiente».
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