San Felices, la Provenza soriana

Virginia Re explica que «decidieron «recuperar un cultivo autóctono de hace muchos años en este lugar y los vecinos ganaban un dinero extra con la recolección del espliego». Estos montes, a los pies del Moncayo, cuentan con gran tradición en el cultivo de plantas aromáticas debido a que el clima y la tierra son adecuados para ello.

La diferencia entre lavanda y lavandín reside en que «la lavanda es una planta más fina y el lavandín es un híbrido entre la lavanda salvaje o espliego, que es lo que se recolectaba aquí, y la planta fina». Es una variedad que dura de 16 a 20 años, «los dos primeros años lo que se hace únicamente es la siega, no vale para la destilación para hacer aceite esencial que es lo que hacemos nosotros, florece a finales del mes de junio y cosechamos desde mediados del mes de agosto hasta finales de septiembre; los ingresos se producen a partir del segundo año».

Son plantas de secano. «El lavandín es muy fuerte y necesita poco agua, no es exigente con la tierra, pero la lavanda sí necesita una tierra decente y una determinada altura».

Una vez terminada la cosecha, se tritura y eso es lo que se destila «lo hacemos aquí en la nave y la producción puede rondar los 35 o 40 kilos por hectárea. Tenemos a una persona contratada todo el año y en época de cosecha o replantación contratamos refuerzo con dificultad porque en la provincia de Soria escasea la mano de obra para el campo, las últimas contrataciones las hemos hecho a través de una agencia de trabajo temporal de Zaragoza», explica.

Virginia y Damián venden la esencia obtenida a nivel industrial para elaborar perfume y también de forma directa en pequeños botes con la marca 'Árboles Ecológicos'. «Los vendemos en el hotel y antes de verano lo haremos también por Internet, siempre teniendo en cuenta que estamos la espera de que se mejore la cobertura de Internet en el pueblo: no es fácil trabajar en estas condiciones, pese a que el entorno es espectacular». También venden cosmética natural como cremas y champús.

Virginia reconoce que «la pandemia ha complicado el negocio sobre todo porque la gente se ha perfumado menos al no salir ni alternar y los restaurantes han frenado su actividad, porque hay que recordar que la lavanda se utiliza también para conservar alimentos, todo lo que va envasado al vacío lleva lavanda».

Los campos de lavanda y lavandín de San Felices son una parada obligada a finales del mes de julio o principios del mes de agosto para los amantes de la naturaleza y el paisaje soriano. Su aroma inconfundible ha convertido esta planta en la joya por excelencia de la aromaterapia. Da unas características flores de color lila azulado con forma de espiga «y la floración vienen a verla desde diferentes puntos del país. Nosotros organizamos visitas guiadas a demanda para dar a conocer los campos de lavanda y su proceso, «los interesados solo tienen que llamar al número de teléfono del Hotel Las Abadías y concertar una visita; ha habido turistas incluso de Australia. ¡Es un espectáculo y una maravilla!».