La Asociación de Investigación para la Mejora del Cultivo de la Remolacha Azucarera (Aimcra) coordina el proyecto Efirem, en el que también participa Agroteo, que busca reducir el consumo de agua y energía en el cultivo, impulsando el uso de tecnologías innovadoras entre los agricultores ... para el riego de la raíz.
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Este proyecto, que se centrará en las explotaciones agrarias que no están dentro de las áreas de modernización de regadíos en comunidades de regantes impulsadas en los últimos años desde las administraciones, permitirá una reducción de gasto y, por tanto, «una mejora de la competitividad y la sostenibilidad del sector remolachero».
Efirem es un proyecto de innovación en materia de productividad y sostenibilidad agrícola subvencionado con 542.192 euros dentro del marco del Programa Nacional de Desarrollo Rural 2014-2020, de los cuales el 80 por ciento están cofinanciados por el Fondo Europeo Agrario de Desarrollo Rural y el 20 por ciento restante por la Administración General del Estado del Gobierno.
La actuación incluye una doble vía para desarrollar una solución eficaz. Por un lado, se pondrán en marcha demostradores a escala real para evaluar el impacto de las distintas medidas que pueden mejorar la eficiencia hidroenergética en las instalaciones de riego y, por otro, se creará una plataforma de servicios y asesoramiento al regante, una innovadora herramienta focalizada a la integración de todas las tecnologías disponibles, que facilitará la toma de decisiones a los productores y acelerará la adopción de las tecnologías en sus cultivos.
Junto a AIMCRA y Agroteo participan en este trabajo colaborativo otros ocho socios, entre los cuales se encuentran tres agricultores, además de un nutrido grupo de empresas tecnológicas, recoge Ical.
Los productores de remolacha, recordaron desde AIMCRA; están a la cabeza de Europa en cuanto a rendimientos pero en desventaja respecto sus competidores centroeuropeos debido al coste del riego, ya que en otros países no es necesario. Asimismo, las instalaciones de riego utilizadas se han quedado obsoletas y a la subida del precio de la energía, hace que el coste energético del riego alcance hasta el 35 por ciento de los desembolsos del cultivo, «disminuyendo la rentabilidad del mismo y, por tanto, su competitividad». A esto hay que sumar el impacto medioambiental que supone el consumo de agua y las emisiones de C02 en los bombeos que utilizan gasóleo.
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