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uizá ya no sean las riadas de gente que inundaron de solidaridad los pueblos afectados por la DANA durante los dos primeros fines de semana, pero los voluntarios mantienen muy vivo el pulso de la ayuda. Miles de ellos volvieron a coger ayer primero el ... coche o el autobús, en sus localidades de origen, y después las palas, las escobas y los cubos para aportar su granito de arena, una expresión que en l'Horta Sud se traduce ahora como limpiar el barro acumulado, en un nuevo esfuerzo por tratar de recobrar la normalidad perdida desde el 29 de octubre.
En Paiporta, donde los estragos de la DANA continúan más que visibles, los voluntarios practican una especie de guerra de guerrillas: se mueven en grupos, a veces pequeños, a veces más grandes, pero con una organización más que admirable, tanto quienes vienen ya con una misión desde que emprenden el viaje como aquellos que se plantan en el terreno sin haber contactado con nadie antes.
La eldense Blanca Baños, de 20 años, forma parte de un grupo de cinco personas: salieron de Elda a las siete de la mañana, llegaron a las nueve a Paiporta y se quedaron hasta las siete, cuando se hizo de noche. Esta estudiante de Derecho de la Universidad de Valencia explica que nada más bajarse del coche, se apuntaron a uno de los grupos de Whatsapp que organiza a los voluntarios. «Allí nos dijeron algunos de los lugares a los que podíamos ir», cuenta. Pero además, durante su recorrido, fueron ofreciendo su ayuda a los vecinos que se iban encontrando, o eran los mismos vecinos los que se acercaban a ellos pidiendo colaboración. «Sobre todo, hemos sacado agua de los garajes», relata. Y el trabajo está ahí: empezaron la jornada con sus equipos de protección impolutos, y la acabaron con barro hasta en las orejas, pero también con la satisfacción del deber cumplido, aunque la tarea parezca infinita.
Nerea Rodríguez, de 19 años y estudiante de Derecho en Alicante, y Pablo Romero, de 20, estudiante de Ingeniería también en Alicante, forman parte de esta cuadrilla de Elda y Petrer que completan Virtu Martínez y Juanpe Losa. «Cuando todo ocurrió, yo sentí una impotencia horrible y decidí que tenía que hacer algo», cuenta Nerea. El fin de semana pasado estuvieron en Massanassa, donde Pablo tenía un conocido, y este sábado decidieron colaborar en Paiporta. «Creo que este es el pueblo en el que peor están las cosas. El panorama es desolador», destaca este voluntario, pero la destrucción a la que tienen que hacer frente no resta, sino suma, a sus ganas de colaborar. «Tenemos mucha energía», dice Blanca, que durante la jornada se encontró con voluntarios gallegos, andaluces y castellano y leoneses, aunque un paseo por el pueblo con los oídos y los ojos abiertos permite ver vehículos de toda España y escuchar todos los acentos. Una mujer abre la puerta de atrás de una furgoneta con un cartel de Baeza (Jaén) y grita por un altavoz: «¡Tengo bastones para personas mayores!». También con un altavoz un voluntario repite: «Café calentito, últimas unidades, vamos que nos vamos, oiga». Todo esto ocurre a la hora de la comida junto al puesto que World Central Kitchen, la ONG de José Andrés, que sigue repartiendo cientos de raciones a diario.
Aunque existe una gran heterogeneidad entre los voluntarios, también es cierto que en este tercer fin de semana postDANA parecen más numerosos los llegados de autonomías cercanas a la Comunitat Valenciana, como Aragón o Cataluña. Desde allí, en concreto, desde Barcelona y Figueres, vienen Alba González, Laura González y Almodis Ferrer, dentro de un colectivo que se ha bautizado como Voluntaris DANA. Alba explica su viaje: «Nos pusimos en contacto con esta entidad a través de Telegram y de Instagram. Ellos han venido todos los fines de semana, para nosotras es la primera vez. Hemos bajado unas 240 personas en autobuses y nos han dejado en el polideportivo de Picassent, donde vamos a pasar la noche. Picassent, además, sirve como centro de operaciones. Desde esa localidad se distribuyen los voluntarios por todos los municipios afectados».
Voluntaris Catalunya DANA nació en los primeros días de la emergencia y rápidamente organizó un dispositivo que, en coordinación con los ayuntamientos de l'Horta Sud, está actuando con gran eficacia. Gracias a las donaciones populares, esta entidad ha conseguido el dinero suficiente no solo para adquirir palas, rastrillos o equipos de protección individual, sino también hidrolimpiadoras Kärcher, como la que lleva Alba, imprescindibles para arrancar el barro pegado.
Vecinos
«Seguro que la gente de otras comunidades siente también todo lo que ha ocurrido, pero nosotros empatizamos mucho porque los valencianos son nuestros vecinos», asegura Alba, que tras conocer de primera mano el terreno, opina que falta «maquinaria pesada» que sirva para adelantar el trabajo.
Si Voluntaris Catalunya DANA muestra una admirable capacidad de gestión, no menos organizados son los miembros de la Asociación de los Sijs de España, que ha alcanzado una notable popularidad en los municipios afectados. Tocados con su característico dastar, más de treinta voluntarios sijs reponen fuerzas en un local que han acondicionado no lejos del cuartel de la Guardia Civil en Paiporta. En realidad, son muchos más, unos cien, los que este sábado han viajado desde toda España para ayudar a la reconstrucción de las zonas más castigadas. «Hemos estado en todos los municipios: en Benetússer, en Alfafar, en Massanassa, en Paiporta, en Sedaví...», relata el coordinador de los sijs en España, Amrik Singh.
La movilización de este grupo, compuesto por unos 30.000 miembros en toda España, ha sido notable. En sus templos religiosos han conseguido numerosas adhesiones, pero también han reclutado voluntarios a través de las redes sociales, principalmente, de Tiktok. Ayer en Paiporta había sijs de Baleares, Canarias, Madrid, Málaga o Murcia, entre otros lugares. «Llevamos dos semanas con un mínimo de 25 personas colaborando todos los días, y más en los fines de semana. Hay gente que ha dejado atrás a sus familias o que ha cerrado sus negocios para estar aquí colaborando», señala Singh.
Los sijs están desarrollando su labor en varios frentes. Por un lado, limpian barro, y se centran en las zonas a las que todavía no ha llegado nadie. «Venimos de una casa que no había recibido ayuda en estos 20 días», apunta Singh. Pero además, están suministrando a la población frutas y verduras, bienes escasos tras la riada, y también realizan labores de carpintería, de electricidad o de lampistas, arreglando la iluminación en casas donde todavía hay penumbra. «España es nuestro país y tenemos la responsabilidad, y la oportunidad, de echar una mano en este tiempo de dolor», termina Singh.
Calle de los Voluntarios de la DANA
No es (todavía) una decisión oficial del Ayuntamiento del municipio, pero alguien en Paiporta ha tenido la idea de rebautizar el carrer Jaume I como calle Voluntarios de la DANA. Un cartel con forma de placa muestra el nuevo nombre en un lugar estratégico, a la vista de todos, frente al auditorio de la localidad, donde cada día se distribuyen víveres para los vecinos y raciones de comida para los voluntarios.
Las muestras de cariño entre los voluntarios y los residentes de los municipios afectados por las inundaciones son continuas, y alimentan las ganas de seguir trabajando. Decenas de carteles en las casas expresan el agradecimiento de los residentes en l'Horta Sud hacia todos los 'ángeles del barro' que se han acercado hasta aquí para ayudar, sobre todo, jóvenes, que siguen siendo el grupo más mayoritario entre los voluntarios.
'Nunca olvidaremos lo que estáis haciendo', 'Saldremos adelante por vosotros' o simplemente 'Gracias' son algunos de los mensajes, en valenciano y en castellano, pero también en euskera o gallego, que se pueden leer en las cartulinas colocadas en las ventanas.
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