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■■■ Francia sufre la segunda ola del coronavirus y arrecia la polémica entre los propios científicos por las tesis que mantienen los llamados «rassuristes», un neologismo surgido en las redes sociales que podría traducirse libremente como los «tranquilizadores». Son microbiólogos, infectólogos, profesores y epidemiólogos que ofrecen una lectura muy distinta a la de la mayoría de sus compañeros. Sus nombres: Didier Raoult, Christian Perronne, Jean-François Toussaint o Laurent Toubiana. Para ellos, la pandemia se encuentra en su tramo final, el virus ya no es tan peligroso y las restricciones en vigor son poco menos que innecesarias y liberticidas. Como señala Libération en una amplia cobertura de esta peligrosa corriente, interpretan los datos a su manera y mantienen una guerra abierta con los profesionales que trabajan sobre el terreno. «Me asustan mucho», dice en el diario francés un médico del municipio de Bobigny, que señala la influencia que pueden tener en parte de la población (no utilización de mascarillas, negativa a cumplir las medidas en cafés y bares), con el consiguiente aumento de la presión hospitalaria. El debate tiene otras ramificaciones, como apunta Karine Lefeuvre, vicepresidenta del Comité Asesor Nacional de Ética, en un contexto de «fuerte tensión entre la libertad individual y la responsabilidad colectiva». Lefeuvre pide que las restricciones sean proporcionadas y que vengan acompañadas de informaciones claras. Mientras, los 'rassuristes' dan cinco argumentos en su discurso 'tranquilizador'. Uno: casi toda la población ya ha estado expuesta (incluso aunque los estudios de seroprevalencia no lo muestren: según ellos, muchas personas ni siquiera reaccionan con anticuerpos, a pesar de la exposición). Dos: la epidemia se estanca e incluso retrocede (a pesar del incremento de casos en las últimas semanas, recurren a la comparativa con las cifras de la primavera). Tres: hay menos muertos («una epidemia significa muerte y enfermedad grave; no podríamos hablar de una epidemia de resfriados», argumenta Toubiana). Cuatro: el virus ha mutado (la mayoría de informes científicos no respaldan tal afirmación). Cinco: la contención es innecesaria y el confinamiento incluso peligroso, porque favorece «la contaminación intrafamiliar». Sin embargo, los números de marzo contradicen también esta tesis y son claros: las hospitalizaciones y fallecimientos cayeron en picado cuando el gobierno francés decretó el confinamiento en marzo.
■■■ La profesión periodística no resulta fácil en países como India, cuyo gobierno intimida por varias vías a los redactores que informan sobre la covid-19. Desde el pasado mes de marzo, al menos 55 periodistas han sido arrestados, investigados o interrogados en relación con el tratamiento de esta enfermedad, según un informe citado por Los Angeles Times. Las autoridades han abierto investigaciones criminales contra informadores, a los que acusan de publicar artículos falsos y violar una ley de la era colonial y que dota al Estado de omnímodos poderes en el caso de una pandemia como la actual. El gobierno del primer ministro, Narendra Modi, ha emprendido una campaña de acoso contra periodistas por hechos tan simples como el de mostrar los efectos que tiene el confinamiento en las capas más pobres de la sociedad india. El 25 de marzo, Modi impuso las limitaciones de movilidad más estrictas del planeta que dejaron a cientos de miles de trabajadores con empleos precarios sin actividad y sin posibilidad alguna de volver a sus municipios rurales. El primer ministro pidió entonces a los directores de una veintena de medios de comunicación que publicaran «historias inspiradoras y positivas» sobre la pandemia. Sin embargo, muchos periodistas desoyeron la recomendación y se hicieron eco de situaciones que el gobierno quiere ocultar. Entre las historias de hostigamiento que relata Los Angeles Times figura la paliza que recibió Parashar Biswas, un redactor de un diario de Tripura (al noreste de la India), después de que un alto cargo del partido gobernante criticara a los «sobreexcitados» periodistas por «exagerar» la amenaza de la covid-19
■■■ El 70% los infectados por el SARS-CoV-2 no contagia a nadie. Pero un 8% es responsable del 60% de las nuevas infecciones. Son los números que arroja el mayor estudio efectuado sobre cualquier enfermedad infecciosa y que publica la revista Science, basado en el rastreo de dos estados del sur de India con 128 millones de habitantes. Ahí aparece la figura de lo supercontagiadores: entre el 10 y el 20 por ciento de las personas infectadas son responsables del 80% de la propagación del virus. El Corriere della Sera explica, al referirse a este estudio, que no se trata de una cuestión biológica, sino que está relacionada con los grandes contagios en espacios concurridos y cerrados. Los casos originarios parten, mayoritariamente, de personas entre 20 y 45 años, más proclives al contacto social. Los investigadores determinan que las posibilidades de transmitir el virus, independientemente de la edad, oscilan entre el 2,6% en la comunidad y el 9% en la familia.
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